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Se realizaron tres allanamientos en casas del country Jockey Club y Las Yungas, para dar con los responsables de los seis robos ocurridos en el primero. Se secuestraron pruebas. Los sospechosos son tres adolescentes, dos de los cuales viven en el lugar junto a sus familias.

La enorme cancha de golf, de 27 hoyos,  que rodea a todo el country del Jockey Club tucumano parecía el escudo perfecto para separar a los habitantes del lugar del afuera. En sus 140 hectáreas, al pie del cerro de San Javier, en la zona de Yerba Buena, hay 144 casas, 4 canchas de tenis, una de hockey y otra de rugby. La pileta es inmensa y la vista, inmejorable. Pero si algo promete ese reducto, uno de los más tradicionales de Tucumán, es tranquilidad, seguridad y una suerte de pertenencia a la alta y conservadora sociedad tucumana. Anteanoche, todo eso comenzó a perderse.

Fue cuando el fiscal Diego López Ávila llegó junto a la policía para allanar dos domicilios del lugar. En simultáneo se realizaba un tercero en el country Las Yungas, de similares características, en la zona de La Rinconada. López Ávila había obtenido la orden tras habérsela solicitado a la Jueza de feria Mirta Lenis de Vera, quien los autorizó de inmediato. Fuentes de la investigación informaron a Infojus Noticias que los allanamientos se realizaron para posibilitar el avance de la investigación que estaba bien orientada. Como los sospechosos son menores de edad, también estuvieron presentes, representantes de la justicia de menores.

La investigación de la fiscalía se había orientado hacia los habitantes del lugar luego que, tras una serie de robos en septiembre pasado, las medidas de seguridad fueran reforzadas. Otro elemento que reforzó esta hipótesis fue el hallazgo de dos bicicletas que habían sido robadas y encontradas dentro del mismo predio.  

Los allanamientos se realizaron el martes alrededor de las 20. Se secuestraron ropa, calzados y otros elementos que serán sometidos a pericias. En las viviendas que fueron robadas, la Policía Científica había recolectado: varias pisadas, 11 huellas dactilares y un guante en el que había vestigios de piel, del que se permitiría extraer ADN de quien lo uso. Las pruebas son claves para identificar a los responsables.

Las órdenes del fiscal fueron que se secuestraran los calzados de los sospechosos para comparar con las pisadas en las casas robadas y tomarles las huellas dactilares. Los padres de dos de los sospechosos se negaron a que les tomen las huellas a sus hijos. 

El primero de los seis robos denunciados fue el del comerciante Federico Ruíz. Junto a su familia, Ruíz salió la noche del 6 de julio y regresó a la madrugada.  Al llegar, lejos del ideal de seguridad que suponía tener, encontró la puerta violentada. Le faltaban 30 mil dólares y 20 mil pesos, que estaban guardados en un placard. Los ladrones habían ido directamente hacia allí. El resto de la casa estaba tal cual la familia Ruíz lo había dejado. 

En las horas siguientes se conocieron cinco robos más, tres de los cuales no fueron denunciados por sus dueños: faltaban cosas de poco valor que estaban en los patios.

El robo a la casa de Javier José Nogues, otro vecino del Jockey Club, fue similar al de Ruíz. Rompieron una puerta y sacaron 2 mil pesos de un vestidor.  También le robaron sus dos bicicletas que al aparecer entre los arbustos del country se convirtieron en un eje clave de la investigación. Eso hizo que los investigadores acrecentaran sus sospechas de que los ladrones vivían ahí. Poco después identificaron a los dos adolescentes sospechosos que viven ahí -uno de los cuales ya habría sido denunciado por sus vecinos por robos en los patios- y a su amigo de “Las Yungas”. 

La justicia notificó formalmente a los padres de los adolescentes de la situación en la que sus hijos se encuentran. Los tres deben estar a disposición de la justicia y por el momento no se tomó ninguna medida privativa de la libertad, dejaron trascender fuentes de la investigación. Las pruebas no los ayudarían.