Cuando se cumplen 35 años de la muerte de la hija de de Estela de Carlotto, María Eugenia Ludueña, editora de Infojus Noticias y autora del libro próximo a publicarse "Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto" entrevistó a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo para hablar sobre su lucha y el apoyo que brinda a las víctimas de violencia institucional.
El 25 de agosto de 1978 Estela Barnes de Carlotto creyó que se volvía loca. Fue en la comisaría de Isidro Casanova, cuando un policía le mostró el documento de identidad de su hija y le preguntó si la conocía. La foto del DNI de Laura: los ojos maquillados para ir a una fiesta, la mirada firme de los que creen en algo. Tenía 23 años, quería ser profesora de Historia, militaba en la Juventud Universitaria Peronista, y había estado secuestrada y detenida ilegalmente en un centro clandestino desde fines de noviembre de 1977.”¿La conocen? ¿Qué son de ella?” preguntó el policía. “Es nuestra hija”, dijo Estela, que había ido a la comisaría acompañada de su marido Guido y de su hermano, padrino de Laura, por una citación. El policía les informó que la chica del documento había fallecido. La versión “oficial” decía que había muerto en un “enfrentamiento”.
Al día siguiente de enterrar a su hija, Estela recibió la respuesta a un habeas corpus que había presentado ante la Justicia para tratar de saber dónde estaba su hija en esos nueve meses en que no la encontraban por ninguna parte. “Laura Carlotto no se encuentra detenida, se desconoce su paradero”decía el papel firmado por el juez Leopoldo Russo.
-¿Qué le pasa hoy, 35 años después, cuando ve a otros familiares de víctimas reclamando justicia?
-Con casi 30 años de democracia y con una renovación de la Justicia en cuanto a sus personajes humanos, se ha profundizado en el comportamiento y en la interpretación que deben tener, pero se siguen cometiendo errores garrafales,que duelen e indignan. Y es doblemente agraviante que un juez se equivoque y no le dé el tiempo lógico de resolución al reclamo de una víctima. Me indigna cuando sueltan a un preso que era inocente, sin juicio y sin condena mucho más allá del plazo que establece la ley. O que no aparezcan rastros de Miguel Bru, o de Julio López, o el caso nuestro, el que llevamos en el corazón: saber donde están las víctimas adultas y los nietos desaparecidos.
-Cuando una madre que busca Justicia se le acerca, ¿qué le dice?
-Nosotros en Abuelas recibimos a toda las madres, nos solidarizamos, acompañamos todo lo que podemos. Tratamos de ser solidarias, firmar todo lo que apuntale una demanda. Pero lo que decimos es: no trabajen solas, hay que juntarse. A mí me dijeron: “no te quedes sola”. Esa unidad del mismo dolor, a pesar de las diferencias que todavía tenemos, hace que la lucha sea en conjunto. Y en conjunto se consiguen cosas, se pueden abrir puertas. También les decimos que no aflojen. El dolor se puede aguantar cuando uno lucha por algo que cree justo.
-De tantos reclamos por justicia con los que se identifica como familiar de una víctima, ¿algunos la conmueven especialmente?
-Nos duele mucho la situación de las Madres del Dolor, las que no saben donde están sus hijos; las madres del paco, luchando contra la infamia de la droga. Duele la lucha de Susana Trimarco, porque todos los imputados fueron absueltos. El caso de Rosa Bru esperando los restos de su hijo, ya sabe que fue asesinado pero necesita que le devuelvan a su hijo, nada más ni nada menos. Ni hablar de nuestros casos, yo enterré a mi hija, pero hay muchos a los que seguimos buscando. Me conmueve también la condena a los músicos de Callejeros. Los que hacen música no matan. Hay responsables pero creo que ellos no lo son, son víctimas también. Y me duele que se deje morir en la cárcel sin debido proceso a gente que después resulta inocente. La Justicia que involucra al sistema carcelario también tiene que hacer grandes correcciones.
-¿Cómo convivió con los tiempos de la Justicia?
-El ejemplo más visible es cuando empezamos en 1996 a hacer un requerimiento, un grupo de Abuelas nos presentamos como querellantes para demostrar que hubo un plan de robo de bebés. Recién en 2012 se aceptó que la Justicie juzgue y condene a Videla y a otros. Fueron años terribles para tener que demostrar, aportar pruebas. Porque durante mucho tiempo no se investigó, teníamos que llevar las pruebas nosotros. Es la víctima la que tiene que desgranarse en esos procesos larguísimos. La intervención de fiscales como Romero Victorica, tan campante de la defensa de los victimarios, todo eso es un arrastre imperdonable a 30 años de democracia. Por eso está tan buena esta década ganada, en que se está exigiendo una justicia justa. Legitimar la justicia es una necesidad.
Estela tiene una anécdota: en los inicios de la democracia, cuando las Abuelas se presentaban ante los jueces que las habían ignorado en la dictadura, a reclamar por los nietos robados, más de una vez sentía que esos hombres detrás de los escritorios llenos de expedientes tomaban su pedido de manera liviana. Un día Estela le dijo a un juez cómo creía que él debía actuar en un caso. El hombre se enojó: “a un juez no se le dice lo que tiene que hacer”, la reprendió.
-Yo le dije “disculpemé: se trata de nuestros nietos, no de una casa o de un terreno”. A veces parece que hay que humanizarlos un poco, aunque no tendría que se necesario: son humanos y trabajan con humanos. Pero el poder judicial es una corporación y como tal tiene sus defectos de funcionamiento arraigados.
-¿Cuáles?
-Ellos son intocables, no se les ve la cara, deciden por nosotros y nos dan su veredicto, inapelable. La corporación judicial no quiere que se les toquen sus privilegios, como si fueran de otro planeta. Pero acá no hay ofensas sino derechos. Ahora esa prensa que todavía tenemos, monopólica, hace que se siga informando mal. No soy abogada, no tengo más experiencia que la de mi situación acá, hace 35 años con Abuelas,pero mínimante el sentido común me hace pensar qué es lo bueno y qué es malo.
-¿Qué medidas urgen para democratizar la Justicia?
-Nosotros tenemos un equipo de abogados que hacen contribuciones puntuales en espacios jurídicos. Más allá de estas cuestiones procesales, creo que los jueces tienen que perder privilegios, ser como cualquier otro servidor del Estado. Pero nosotros también reconocemos que hay jueces que han trabajado muy bien, por ejemplo en el tema del plan sistemático del robo de bebés. También creemos que hay avances fantásticos en la Procuración, se ha avanzado muchísimo. Hay fiscales especializados en determinados temas procesales, como eran en su momento aquellos “fiscalitos”. Así los llamábamos nosotros -porque eran muy jovencitos- a los que en el gobierno de Alfonsín impulsaron el tema de la restitución de nuestros nietos a las familias legítimas, como Aníbal Ibarra, Mariano Ciafardini y Juan Carlos López. Se están creando en estos diez años fructíferos del respeto por el otro, espacios muy aptos para que cada uno encuentre el lugar a donde ir, demandar y obtener respuestas. Otro gran logro es la recompensa económica del que tenemos con el Ministerio de Justicia para aquel que tenga datos fehacientes de nuestros nietos. Es información que nos dio oportunidad de encontrar a otros. Muchas personas se han presentado. Es muy bueno ser ser escuchadas.
-¿Qué falta para que se avance en la restitución de los nietos que faltan, entre ellos Guido, el hijo de Laura?
-Son 400 los que todavía falta encontrar, muchos. Hay que buscar todas las herramientas necesarias para que sea lo antes posible. Hace un tiempo estuvimos con el Papa. Necesitamos que todos ayuden, la Iglesia pero también toda la población, dar visibilidad al tema y que todos aquellos que sepan algo, se acerquen a contarlo.