Infojus Noticias retrata a los manifestantes que llegan a Plaza de Mayo y lo expresan eligiendo palabras. “Es todo un momento y una reflexión de la situación, de que hay que seguir peleando por la Democracia”, dice Martín que vino de Viedma junto con sus dos hijas.
Algunos recorrieron varios kilómetors en tren, colectivo o auto porque llegaron del interior del país, o del Conurbano bonaerense. Y otros llegaron desde distintos barrios de la ciudad. Contaron a Infojus Noticias las razones por las que hoy están en la Plaza "Una forma de mantener viva la memoria", dice Nahuel.
Este año a Lucía le tocó organizar el acto por el 24 de marzo en el colegio. Está en 7º grado y vive en Chacarita. No es la primera movilización a la que viene: desde los 6 años recorre estas calles para en esta misma fecha. “Se habla mucho en la escuela de estos temas”, cuenta.
La madre de Martín vino en taxi porque tiene lastimado el tobillo. Por eso él, que siempre participa acompañado por ella, quiso recorrer la marcha en bici. Está esperando que algún amigo le conteste los mensajes. Sino sigue su rumbo con el casco y pedaleando. Tiene 16 años y el ritual del 24 de marzo lo convoca desde hace un tiempo. Dice que es “histórico”. “Mi mamá no se pierde una marcha. Hoy vino con el pie lastimado y todo. Para hacer presencia ¿viste?”, dice.
Valeria y Victoria son de Coronel Brandsen. “Un lugar recontra conservador”, describen a coro las chicas que no superan los 22 años. Se calzaron los trajes, se pintaron las caras y viajaron hasta la capital junto a sus compañeros de murga para bailar en las calles. Son de dos grupos diferentes: “Los revoltosos de la higuera” y “Buscando mi destino”. “Allá pegas un cartel con cualquier convocatoria y te lo sacan”, se quejan. Preguntan para dónde queda el Obelisco y se van en busca de una cerveza para refrescarse después de hacer unos pasos de baile.
Ioni, de 19 años, vino a sacar fotos con su cámara analógica. El rollo color se le acabó y por eso esta tanda será en blanco y negro. Busca con la lente lo que le llama la atención y dispara. Él no participa de ninguna agrupación pero dice que tiene amigos que militan en todos lados.
Junior y Matías vinieron desde el sur del conurbano para instalar su intervención artística en la Plaza. En sus 32 años, Junior no es la primera vez que viene. “Hoy este acto es una fiesta porque tenemos juicios y tenemos presos. Hace 15 años la Plaza era puro llanto”, dice.
El mensaje que trajeron Norberto y Susana es para la Justicia. “Los jueces tienen la responsabilidad de que no se avance en enjuiciar a las corporaciones económicas. Necesitamos avanzar sobre eso para poder terminar con el ciclo”, asegura él. Para Norberto, que tiene 68 años y ahora está jubilado, la dictadura fue cívico, eclesiástica y militar.
Mientras toma mate con otros jóvenes de su edad, Paula se hace un tiempo para resumir a la jornada con tres palabras: memoria, lucha y futuro. Ella milita en barrio Mitre, en Saavedra. “El mayor problema que tenemos ahí en materia de derechos humanos es la violencia institucional”, cuenta. A sus 24 años, trabaja como docente de educación física. Dice que en las escuelas se habla más de la última dictadura, pero "siempre “depende del profesor”.
Durante la última dictadura, Estela estuvo el centro clandestino conocido como subzona 14 que funcionaba en Santa Rosa, La Pampa. Por eso, se convirtió en testigo de los juicios de lesa humanidad que se llevan a cabo en esa provincia. Siempre viene a Buenos Aires para la marcha. Hoy llegó con su nieto que tiene poco más de un año. “Es mi nieto nacional y popular”, lo describe a carcajadas.
Amy encabeza la columna de HIJOS, la agrupación en la que milita. “Somos la Plaza, somos el pueblo de la Memoria, la Verdad y la Justicia”, dice. Para ella, hoy es una jornada para reivindicar la militancia y la lucha de los 30 mil desaparecidos. Y destacar que ya no puede haber más impunidad, la cantidad de los genocidas presos y los 116 nietos recuperados. También es un día para denunciar a los grupos empresarios, económicos y corporativos. Delante de ella y su cartel que pide “Juicio y castigo” pasea un compañero disfrazado de buitre.
“A las viejas no se las toca”, dice Juan de 28 años. Hace nueve años que no falta a una sola marcha.
Cristian Missaglia tiene 43 años y vive en Villa Lugano. Es vendedor ambulante y tiene el puesto de remeras sobre la avenida de Mayo, a metros del Cabildo. “Con este gobierno me pude comprar mi casa, tengo mi trabajo, veo que la gente está bien”, dice.
José tiene 46, es vendedor y es de Boedo. Es la primera vez que viene a la Plaza. “Este es el gobierno del pueblo”, dice. Antes apoyó a “Perón, Evita, Alfonsín, Néstor, “y ahora a Cristina, claro”. Cree que hay acordarse siempre de cómo se estuvo y cómo se puede volver a estar.
“Memoria, verdad y justicia. Ni olvido, ni perdón”, así resume Nahuel, de 28 años, el significado de este día. Vive en Once, pero hoy llegó temprano desde Mataderos, donde fue a ver a un cliente. Trabaja en sistemas y le parece que los actos y las marchas, “son una forma de mantener viva la memoria colectiva, para que no cambie su significado”.
Los Guevara llegaron desde su casa en Boulogne. Viajaron en auto para llegar por primera vez a la plaza de Mayo a participar del acto por el día de la Memoria. Sebastián tiene 32 y Verónica, 38. Sebastián quiso traer a sus hijos Camila, Augusto y celeste, de 12, 9, y 7. “Les enseñamos sobre lo que pasó y por esto también estamos hoy acá, como una lección”.
Brian y Claudio son padre e hijo. Tienen 14 y 56. Vinieron desde Remedios de Escalada en el tren. Planean vender dvd’s y participar del acto. Brian sabe parte de lo que pasó en la dictadura, por su profesor de Ciudadanía, que le habló de “la noche de los lápices y de los estudiantes que reclamaban por el boleto”. Cree que una de las grandes diferencias entre aquellos años y estos “es que ahora la gente habla más, puede decir qué piensa, que está bien y qué está mal”. Su papá ya vino “muchísimas veces a marchar”, le gustaría que se hable más del “rol de Estados Unidos y la complicidad de los grupos de poder internacional, de eso hay que hablar”.
Silvia está feliz. A los 55 años se pasea por la plaza para que la gente firme un petitorio en el que le exigen al presidente estadounidense, Barack Obama, que derogue el decreto contra Venezuela. Desde 1984 viene cada 24 de Marzo a la plaza. Siente felicidad en este día. “porque todo esto es parte de un proceso latinoamericano en el que están Néstor, Cristina, el comandante Chaves, y Lula. Ellos marcaron una bisagra histórica”.
Martín tiene 43 años. Llegó a Buenos Aires desde Viedma, donde vive. Lo hizo para festejar el cumpleaños de su hermana y quiso mostrarles a sus hijas, Bianca y Máxima, de 11 y 10 años, la plaza de Mayo en un día como hoy. “Es todo un momento y una reflexión de la situación, de que hay que seguir peleando por la democracia”. Le gustaría que se hable más en la escuelas de lo que pasó en la dictadura, “para que los chicos que no vivieron el tema entiendan porqué es importante vivir en democracia”.
Ramón Alberto y Ramón Antonio Romano son gemelos. Nacieron en Tucumán hace 44 años. “Entre el 83 y el 89 participamos de todas las marchas y convocatorias que hubo, pero después llegó Menem y terminó con todo: chau cultura, chau ideales, chau todo”, dice Ramón Alberto. El 2003 los encontró de nuevo defendiendo “la posibilidad de buscar ser todos iguales al otro”, agrega. “Que salgamos todos a la calle da orgullo", dice Ramón Antonio. “Que haya cada ve más gente es orgullo puro, va más allá de las banderas”, agrega Ramón Antonio.
Las hermanas Del Gaudio llegaron desde Villa del Parque. Micaela tiene 24, estudia Derecho y hace más de diez que participa de los actos y las marchas por el Día de la Memoria. Sol tiene 15 y vino por primera vez. Están contentas de compartir juntas el día. “Es importante estar todos hoy acá. Que siga pasando el tiempo y se siga luchando por encontrarlos”, dice Micaela sobre los desaparecidos. Como estudiante colabora con diferentes organismos para combatir la violencia institucional: “Hay que implementar diferentes herramientas para evitar que esto siga sucediendo, porque sino es como que las cosas sólo cambian de nombren”.
Hace diez años que Lorena participa del acto por el 24 de marzo. Hoy tiene 39 y vino con su hija y amigos. No milita en ningún partido ni organización. “Identidad y democracia”, son las dos palabras que elige para hablar de esta jornada. Está segura que en los últimos años se moviliza mucha más gente. “Los jóvenes se acercaron a la militancia. Eso es una realidad”, dice.
David Wolcoff toma un café con su amigo Jorge Golán, un uruguayo que vino a visitarlo desde Israel. David cuenta que estuvo en Ezeiza en el 72 y “de ahí en adelante en todas las marchas que te puedas imaginar”. Desde que se reinstauró la democracia, marcha todos los 24 de marzo. Tiene tres amigos que desaparecieron durante la dictadura. “Solamente Cristina puede movilizar esto, ni con Alfonsín hubo tanta gente”, dice. “Por más que digan que acá viene gente por el choripán y la Coca, esto es una cantidad de gente que tranquiliza. Aleja todos los intentos golpistas”. Cerca de él, su amigo de toda la vida asiente con la cabeza. Esta es su primera vez en la marcha.
CD/MFA/LC/RA