Infojus Noticias estuvo en Plaza de Mayo donde familias, jóvenes, estudiantes, militantes y artistas llegaron después del mediodía para participar de la fiesta popular que cerró con el discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Por Defensa hacia el sur baja un globo enorme con la imagen de Cristina. Lo lleva un empleado de la empresa que los hace y los alquila. Atrás van cinco jóvenes. Custodian el globo que trajeron. Ninguno tiene más de 25 años. Al frente va Naara Moncagatta, tiene 24 y milita "desde siempre". Atrás de ella quedó Plaza de Mayo. Allí hay una banda sobre el escenario, miles de militantes de agrupaciones políticas, sociales y sindicales. También familias que no llegaron solas. Todos van a participar de los festejos por los 31 años de democracia ininterrumpida y por el Día Internacional de los Derechos Humanos.
"Siempre traemos uno o dos globos. Traemos banderas y globos para adornar la Plaza", dice Naara, que a otros 30 militantes da vida al Centro Cultural Islas Malvinas, que la agrupación Desafío Bicentenario tiene en el barrio porteño de Flores. Habla y sigue detrás del globo y llega hasta la avenida Belgrano.
En su casa siempre se respiró política. Su mamá es peronista, su papá no y por eso evitan las discusiones. "Pero en las fiestas eso vuelve porque todos somos peronistas menos él", dice y sonríe. Y se va detrás del globo que la empresa se llevó para resguardarlo del chaparrón que amenaza con llegar a Plaza de Mayo.
Los casi treinta grados no aflojan. Todavía no se huele la humedad de la lluvia pero de pronto todo se nubla y empiezan a caer unos gotones enormes. La Plaza está llena. La lluvia se apura y para las cinco de la tarde cae el primer chaparrón. La gente se guarece bajo la recoba de Hipólito Yrigoyen.
Justo en ese momento entra la columna de Martín Fierro, con sus banderas rojas, azules y negra. “Somos los muchachos de Cristina”, cantan y le pegan al bombo y hacen sonar las trompetas y no se achican con la lluvia. Saltan, cantan, avanzan a pasos cortos y entran a la Plaza.
El chaparrón pasa pero el cielo sigue gris. Poco después, llegan desde Diagonal Norte las columnas del Movimiento Evita y Descamisados. En la Plaza ya están las banderas de Kolina, Nuevo Encuentro y La Cámpora.
Otro de los que volvió a la calle ni bien pasó el agua es Claudio Erramuspe, militante de La Cámpora en el barrio porteño de La Boca. Tiene 45 años y llegó hasta la plaza junto al grupo de militantes con los que abrieron un local en el barrio. Uno de ellos es su hijo de 15 años. “Los dos militamos en La Boca. Yo nací, me crié y me voy a morir ahí”, dice y le saca una foto a Joaquín, un nene de tres años que está aprendiendo a hacer la V con los dedos.
“Traje a mi hijo por la Memoria”
Sobre Diagonal Norte camina apurado el actor Fernán Mirás, llega con su hijo de siete años. Cada dos o tres metros lo paran para sacarse una foto con él. Es la primera vez que trae a su hijo a una movilización. “No lo había traído porque me parecía que era muy chico. Y ahora lo traje por una cuestión de memoria. Es una fecha importante”, dice.
Llega al puesto de la revista Oveja Negra, que está sobre le vereda de Bolívar, de frente a Plaza de Mayo. El cielo se pone más negro y empieza a soplar un viento frío.
“Este momento es muy complejo en términos políticos. Tengo la sensación de que la mayoría de la gente está empezando a ver los poderes fácticos. El poder más fuerte es el que permanece invisible y creo que se está viendo y eso me da esperanzas”, explica Mirás.
Para él, el final del menemismo que, tras el corto gobierno de la Alianza, desembocó en la crisis de diciembre de 2001 “abrió los ojos”. Y completa: “Eso podría haber quedado ahí pero el kirchnerismo ayudo a dejarlo en evidencia y esa acción generó una reacción que los dejó más en evidencia”.
La lluvia cae con las últimas palabras de Mirás. Parece que va a aflojar, o es lo que quieren creer los que no se van de la Plaza, pero toma fuerza. Llueve diez minutos sin parar y baja la temperatura de diez grados. Es en ese momento cuando las primeras columnas se empiezan a retirar. Son las que quedaron en el medio de la Plaza, sin posibilidad de guarecerse y salen completamente mojadas. Hay familias enteras que están completamente mojadas y la temperatura sigue bajando.
Se van caminando por Diagonal Norte a buscar los micros en los que llegaron. Llevan bolsas con sanguches o frutas. Sobre esa calle y sobre Avenida de Mayo hay stands de los ministerios. Aprovecharon el encuentro para difundir programas sociales.
El stand del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
El puesto del Ministerio de Justicia, que está en Diagonal Norte y Florida, funciona como un refugio. Ya no funcionan allí las máquinas para jugar y descubrir los mitos en torno a la adopción. Lo organizó el Registro único de aspirantes a guarda con fines adoptivos.
“Hicimos un juego de verdadero o falso para trabajar sobre los mitos y, al mismo tiempo, lanzamos una campaña para sensibilizar sobre la necesidad de conseguir familias aspirantes para adoptar grupos de hermanos, niños con distintas patologías o chicos y chicas de más de diez años de edad”, explica el director del Registro, Gustavo Herrero.
Hasta que cayó la lluvia el juego fue un éxito. Participaron unas 800 personas y hubo 300 ganadores, que se llevaron de premio un ejemplar del Código Civil y Comercial.
La lluvia afloja un poco pero mucha gente se fue. Solo vuelven algunas columnas de militantes como la agrupación Eva Perón, de Avellaneda, o los gremialistas de UPCN. Un grupo del Movimiento Evita y otro del Peronismo Militante sigue firme en Plaza de Mayo, frente al escenario donde iba a hablar la presidenta Cristina Fernández. Ahí, justo frente al escenario hay un grupo que salta y canta. Los militantes están unos pegados a otros. Son de la Organización Barrial Tupac Amaru.