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Abuelas de Plaza de Mayo advirtió sobre la existencia de una visión “contemplativa” que tienen algunos tribunales sobre el rol de las mujeres apropiadoras. Lo marcaron a partir de la decisión de la Sala III de la Cámara de Casación Penal, que el lunes pasado aplicó la pena mínima contemplada para ese delito a Silvia Beatriz Molina, condenada por el caso del nieto restituido Sebastián Casado Tasca. “Hay una creencia machista que ve a la mujer apropiadora como un accesorio de un marido siniestro y no como parte de una decisión consentida y planificada”, señaló el abogado del organismo Emanuel Lovelli.

En el juicio por la apropiación de Casado Tasca, los jueces Eduardo Riggi, Liliana Catucci y Mariano Borinsky aceptaron el pedido de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo y aplicaron la escala de la ley 24.410 -que establece penas de 5 a 15 años- en lugar de la escala anterior aplicada por el Tribunal Oral Federal 1 (TOF) de La Plata, que establece penas de 3 a 10 años. Pero los jueces redujeron la pena de 5 años y medio a 5 años: le otorgaron “la pena mínima de esta nueva escala”, subrayó el organismo en un comunicado.

“Aunque días pasados esta misma sala falló positivamente, en términos generales, en cuanto a las condenas por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores, también debimos lamentar la ratificación de la pena de 5 años de prisión a Susana Inés Colombo, apropiadora de Francisco Madariaga Quintela, cuando nuestra querella había solicitado elevarla a 12 años”, agregaron.

En diálogo con Infojus Noticias, Lovelli explicó que “más allá de la violencia que puede haber habido en esas casas donde había hombres vinculados al aparato represivo de la dictadura, las mujeres participaron de esos crímenes y los mantuvieron durante más de 30 años”. Y la participación, con capacidad de decisión, se observa –según precisó el abogado- en que muchas de esas mujeres terminaron sus matrimonios y mantuvieron la mentira.

“Puntualmente en este caso, Molina se separó de su marido mucho antes de que se conociera la verdad. Ni ella ni otras mujeres apropiadoras que se separaron de sus maridos, también apropiadores, fueron a Abuelas o le contaron la verdad a los jóvenes que se habían apropiado. No hay por qué pensar que su participación en el delito fue distinta”, insistió Lovelli.

Casado Tasca nació en cautiverio en el centro clandestino La Cacha, de La Plata. Así habían bautizado ese centro clandestino de detención que recordaba a la Bruja Cachavacha, que “se llevaba a los chicos malos”.

Según resolvió el TOF, la mujer que lo crió, Molina, colaboró con su retención y ocultamiento, la supresión de su identidad y falsificación de datos: lo inscribió como hijo propio y de Angel Capitolino. Lo hizo utilizando un certificado de parto firmado por la médica de la Policía Nora Manacorda, quien también fue condenada por el TOF platense.