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Infojus Noticias

24-6-2013|10:35|Memoria Nacionales
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Sufrió la desaparición de tres hijos, dos yernos y del padre de sus hijos

Adiós a Laura Bonaparte, Madre de Plaza de Mayo

A modo de despedida, extractos del libro Laura Bonaparte. Una Madre de Plaza de Mayo contra el olvido, de la periodista francesa Claude Mary, editado por Marea en 2010.

  • Editorial Marea
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Por: Claude Mary

Los jueves a la tarde nos encontramos en la Plaza de Mayo. A medida que pasa el tiempo, alguna de nosotras falta a la cita. Casi todas hemos superado los ochenta años.

[…]

Nuestro movimiento tiene una trayectoria muy amplia. Pero siempre insisto en recordar que los protagonistas de la historia, los que lucharon, pagando el precio con su vida, a favor de la justicia legal y social, son los desaparecidos. Fueron ellos quienes sembraron las semillas de cómo pueden desarrollarse las luchas populares en nuestro país. Preservar sus nombres, sus historias de vida, es lo que más importa.

[…]

A medida que pasaba el tiempo, me fui preguntando dónde nos ubicó la sociedad. Algunos argentinos dicen que no se atreverían a dirigirles la palabra a las Madres, que no sabrían qué decirles. Como si hubieran delegado en nosotras la tarea de “hacer algo a favor de los desaparecidos”. 

En definitiva, ¿no habrá sido más sencillo hacer recaer todo sobre nuestras espaldas? Como si acaso esta tragedia concerniera solamente a las Madres, a las Abuelas, a los Familiares, a los jóvenes de HIJOS…

[…]

A pesar de esas similitudes, nos cuesta mucho hablar entre nosotras. Algunas madres lo justificaban diciendo que no pueden pensar solamente en la muerte. Cuando pensaban en su hijo, su hija, los imaginaban vivos, felices, y ponían un cubierto en la mesa para su cumpleaños. Será amor, o la consecuencia de la ausencia; tan insoportable que se termina inventando un fantasma con quien hablar.

Nosotras que luchamos para que por fin se conozca la verdad, ¿no tendríamos que empezar por hacer conocer nuestra propia verdad? La verdad de nuestra lucha, por supuesto, pero sin ocultar nuestras dudas, nuestras debilidades, nuestros temores. Eso nos haría más humanas. Poco importa si éramos ricas, pobres, católicas o ateas, si estábamos de acuerdo o no con nuestros hijos, si teníamos o no un compromiso político.

[…]

¿Que queda de la identidad de una madre cuando sus hijos desaparecen? Algunas tuvieron el dolor de padecer la desaparición de todos sus hijos.

[…]

¿Puede desaparecer la genealogía?

En mi caso, ¿me considero madre porque Luis está vivo? Pero ¿cuál es mi papel de madre con respecto a mis otros hijos desaparecidos? Quiero que me entiendan bien, estoy hablando de una función materna, y no de la lucha que llevará hasta mis últimos días para aportar mi testimonio, para intentar saber cuál fue el destino de mis hijos y el de los treinta mil desaparecidos.

Sé que cuesta mucho escucharlo, pero no hay madre si no vive más el hijo o la hija.

Es el/la hijo/a quien significa a la madre. La madre cuyos hijos desaparecieron se encuentra expulsada del significante. Se vuelve el espectro de lo que ha sido. Se la llama “madre de desaparecido” en un lenguaje que la nombra al mismo tiempo que la despoja. Un lenguaje que borra lo que fue y la nombra por lo que ya no es.

Es el motivo por el cual hablo de la crueldad que esos canallas han incrustado hasta en el lenguaje.  .

Recuperar nuestra capacidad de pensar en medio de tanta brutalidad quiere decir recuperar nuestra dignidad.

Quisiera que estas palabras lleguen a las mujeres que en todo el mundo están viviendo situaciones parecidas a las nuestras. El surgimiento del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, su fenomenal continuidad hasta hoy en día, no se debe a heroicas cualidades que tendríamos, nosotras, madres argentinas.

  

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