Lo dice la artista plástica Ana Adjiman. Cuando tenía un año y medio, en 1976, los militares balearon su casa y acribillaron a sus padres, que eran militantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Tiene un tío desaparecido y se crió con una abuela.
Una vez le dijeron a Ana Adjiman que, por su historia, aunque pintara una flor, sería dramática. Ella no se quedó quieta y sigue “buscando la luz” en cada uno de sus cuadros. Aunque no sea planeado, existe en su obra una conexión entre el encierro, lo difuso y los colores duros. El recuerdo que Ana tiene de sus padres surge a partir de fotos, negativos e historias que le contaron sus abuelos. Porque cuando tenía un año y medio, en 1976, los militares balearon su casa y los acribillaron a los dos, que militaban en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). En su casa de Villa Crespo, donde vive y convive con su obra, Ana le contó a Infojus Noticias acerca de sus series de cuadros: “Mis viejos”, “Tarot”, “Vacíos cargados”, “Paralelos” y “Llenando huecos”. Una obra que por momentos se siente demasiado autorreferencial. “Quizás el camino sea universalizar lo referencial”, dice.
-¿Cómo surgió la serie “Mis viejos”?
-La hice cuando terminé Bellas Artes en 1997 y sentía que no sabía pintar, que me faltaba aprender algo. Empecé un taller al mismo tiempo que con mi hermana habíamos descubierto unos negativos sin revelar. Mirándolos a trasluz, vimos a nuestros padres, las revelamos y ahí aparecieron un montón de fotos de ellos, sobre todo de mi mamá. Me parecieron muy lindas fotos, y como siento que mi lenguaje es la pintura, cuando me gusta mucho algo, lo pinto. Las trabajé sobre todo con los dedos y un trapo. No fue con la idea consciente “de quiero laburar el tema de mis viejos”. Pero cuando las vi todas juntas me di cuenta lo que había hecho. En una de mis primeras muestras invité a toda mi familia, que tampoco tenía ni idea de lo que estaba pintando, y terminamos todos llorando. Ahí tomé conciencia de lo profundo que era traerlos a mis viejos.
-¿Dónde militaban tus padres?
-Mis viejos militaban en las FAR y más allá de los fotos no tengo recuerdos. En 1976 yo tenía un año y medio y ellos habían pasado a la clandestinidad. El seis de septiembre por la madrugada cayeron los milicos y nos rodearon la manzana, no sé cuántos serían pero mis viejos se resistieron, bastante tiempo, como cuatro horas. Tenían armas obviamente, porque eran de la mano armada. A mi hermana y a mí nuestra abuela nos escondió bajo la cama en la otra habitación, y cuando los militares entraron mis viejos estaban más que muertos, pero a mi abuela a mi hermana y a mí no nos tocaron, nunca sé cómo llamarlo, si milagro suerte o qué. A los cuerpos de mis viejos se los llevaron y estuvieron a disposición de la policía por un mes, después nos los devolvieron.
-¿Y te criaste con tu abuela?
-Me crié con mis abuelos y mi hermana. La misma noche que los mataron a mis viejos los milicos fueron a todas las casas de mi familia de parte de padre, entonces estuvieron detenidos en la ESMA varios tíos míos y al único al que no largaron fue a Dani, el hermano menor de mi papá que era un pendejo que no militaba pero bueno, cayó. Él se había tirado por el balcón cuando llegaron los militares pero después lo agarraron y es el único que está desaparecido. A mi abuelo lo habían detenido en el 1975, él era uruguayo, no tengo mucha idea de su militancia, pero lo tuvieron seis años detenido como preso político y ahí aprendió a tirar el tarot. De él heredé mi maso de cartas.
-¿Aprendiste a tirar el tarot o solo lo estás pintando?
-Me enseñaron tarot hace unos años. Un amigo tarotista me vio la parte bruja y yo ya tenía las cartas que me había dejado mi abuelo. Cuando aprendí nunca me animé a tirar, solo unas veces para practicar, pero sentí que era demasiada responsabilidad y decidí no tirarlas por el momento. La cuestión me quedó dando vueltas y me dije qué hago ahora con esto. Y como me encanta hacer retratos se me ocurrió pintar los arcanos mayores del tarot, que son 22 y de los que tengo terminados 15. Para la serie pensé en tratar a mi entorno, a mi familia y amigos. La justicia, por ejemplo, es mi vieja embarazada de mí y es la primera carta que pinté. La foto original es parecida, solo que no tiene el arma.
-¿De qué va la serie Paralelos?
-Venía de pintar el tema de mis viejos, estaba agotada y en la casa de una amiga vi un montón de fotos desparramadas que el hermano había sacado en Irlanda. Le habían salido todas movidas. En el interín se cumplieron los 30 años del golpe, y hubo una muestra muy grande en el Centro Cultural Recoleta donde me sorprendió en particular el trabajo de Helen Zout y Liliana Contrera. Ellas trabajaron con la dictadura y los ex centros clandestinos. De ahí salieron seis cuadros que hacían un paralelo con todas esas fotos. Por eso lo bauticé Paralelos.
-¿Se conecta con Llenando huecos?
-Entonces empecé a pensar que no estaba trabajando cualquier cosa, y seguí trabajando con esas fotos pero lo abandone rápido, porque cuando uno trabaja ciertos temas esta bueno por un lado, pero por otro te metés en lugares duros que hay que sostener. Las fotos que tengo de mis viejos y mi familia son muy pocas, y entonces al pintarlos me los fui inventando. Lo trabajé mucho en terapia. Llevaba los cuadros y mi psicoanalista me hizo ponerles título, porque a mí me costaba: ella me dijo inventales una historia, ya que podés. La serie “Vacíos cargados” también trabaja el tema de los centros clandestinos, los espacios vacíos que para mí no están nada vacíos y son espacios de muerte, por más que se los quiera resignificar me cuesta mucho. Pinté uno de El Olimpo y otro del Atlético, pero después abandoné porque para ir a cada uno y sacar fotos no me dio el alma.
-¿Sentís que tenés una obra conceptual?
-Un maestro me dijo una vez que aunque pinte una flor mi obra siempre tendría una carga dramática, porque era imposible negar ciertas cosas del pasado. Creo que puede ir por ahí. Y aunque a veces me siento demasiado autorreferencial creo que todos los artistas lo somos de alguna manera. Pero tal vez el camino sea universalizar lo autorrefencial. Siempre en los cuadros busco la luz, y creo que está bueno seguir buscando una luz aunque sea oscura, porque tiene que ver con perder los miedos.