Los crímenes de las dos adolescentes ocuparon excesivos espacios en los medios. El asesinato de Ángeles, ocurrido antes, debería haber dejado alguna enseñanza para la cobertura de Araceli. No ocurrió. Se pone el foco en lo macabro y no se aprovecha la mediatización para aportar información útil sobre la violencia de género y la trata de personas.
Tan solo cuatro meses pasaron desde que encontraron el cuerpo de Ángeles Rawson en un basural de José León Suarez. Después de su aparición, su nombre se repitió como una marca y ocupó excesivos espacios mediáticos, hasta la llegada a la escena periodística de una nueva víctima. Otra vez una mujer: Araceli Ramos, la chica de 19 años que fue a una entrevista de trabajo y nunca más volvió.
El crimen de Ángeles, el caso policial más resonante de los últimos tiempos, debería haber dejado alguna enseñanza sobre las prácticas periodísticas y la información con la que deben contar los ciudadanos cada vez que desaparece una joven. Sin embargo, los detalles más escabrosos, las imágenes sobre la reconstrucción de los hechos son el patrón de las coberturas mediáticas y el registro que queda grabado en la memoria de los lectores, televidentes y oyentes.
Informar y entretener no logran hacer equilibrio sobre la piola angosta que tensa el periodismo entre la producción de la noticia y quienes la consumen. Los periodistas, muchas veces, no recorren los criterios tradicionales que hacen que un hecho se convierta en noticia y arrojan el ancla en la actualidad, la cercanía, la emoción y el suspense. Utilidad también es un criterio de noticiabilidad, aunque muchos periodistas no lo creen.
A pesar de la amplia cobertura que tuvieron ambos casos, en escasas oportunidades se aprovechó la mediatización para aportar información útil en torno a la violencia de género y la trata de personas con fines de explotación sexual.
En el caso Araceli, los medios no llegaron a mostrar las imágenes del cadaver como sí pasó con Ángeles: el diario amarillo Muy publicó fotos de la chica dentro de un conteiner de basura. El foco de los periodistas estuvo puesto, por ejemplo, en tratar de vislumbrar detalles sobre el video que aportó un compañero de trabajo del ex prefecto Walter Vinader a la causa. Una señal de televisión llegó a hacer una recreación de ese vídeo con una joven de características similares a Araceli, sosteniendo carteles donde anunciaba mensajes de Vinader.
A partir del crimen de Araceli distintas organizaciones como la Red Nacional Alto al Tráfico y la Trata (RATT Argentina) y la Red Par (Red de periodismo no sexista), realizaron decálogos y documentos que plantean ciertas recomendaciones a tener en cuenta en estos casos.
“Por el accionar de la policía se demoró la etapa de la búsqueda. Hubo un tiempo que se dilató que es crucial. Desde nuestro rol como periodistas pensamos cómo podemos ayudar y elaboramos un trabajo para colaborar con la gente que no conoce los protocolos de actuación. La gente no los conoce porque no tiene que ver con su actividad cotidiana. Frente a una autoridad, la gente acepta lo que le dicen”, dijo Noor Jiménez Abraham, doctora en Ciencias de la Comunicación e integrante de la Red Par.
El comunicado que lanzó esta red de periodistas aporta información útil en esta línea. “Ante la desaparición de una persona, recomendamos presentar la denuncia en la fiscalía de turno sin demoras. Las primeras horas son decisivas para el éxito de la búsqueda”, dice el texto que difundieron.
Hay información que no circula cuando se comunican este tipo de casos. Por ejemplo, no es lo mismo hacer una denuncia por “averiguación de paradero” que por “desaparición con presunción de trata”. Los mecanismos del Estado que se movilizan son otros y los perfiles de las búsquedas también.
“Cuando los casos son mediatizados pierden el valor que los origina. Se convierten en un punto de rating o en un ejemplar más a vender. Los condimentos tienen que ver con información que se piensa que puede atraer más a la audiencia”, explicó Jiménez Abraham.
La Red Par viene produciendo materiales relacionados a las coberturas periodísticas en temáticas como violencia de género y trata. Uno de los diez puntos del decálogo tratamiento periodístico violencia de género dice: “Siempre incluiremos en la noticia un teléfono gratuito de ayuda a las víctimas y cualquier otra información que les pueda ser útil”.
El comunicado que lanzó la Red después de la muerte de Araceli aporta esta información que transforma al periodismo en un servicio social.
Para denunciar posibles casos de trata existe la línea telefónica es el 145. Funciona las 24 horas y los 365 días del año y tiene cobertura en todo el país. El número depende del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El 911 es otro número de comunicación gratuito, dónde ante una situación de emergencia, los operadores pueden orientar según los casos.
Por otra parte, el caso de Araceli puso de relieve el tema de las falsas entrevistas laborales como la punta del ovillo de las posibles redes de trata. En esa línea, la RATT Argentina lanzó una serie de sugerencias para entrevistas laborales. “Siempre se mira lo morboso, pero no se toma la oportunidad para hacer recomendaciones”, opinó Viviana Caminos, presidenta de la ONG.
El texto producido por la RATT plantea diez puntos a tener en cuenta para no caer en engaños frente a ofertas de trabajo. “Desconfía de desconocidos que te ofrecen un empleo demasiado “bien pago” sin exigirte muchos requisitos”, dice el primer punto del decálogo. Otras de las recomendaciones señala: “Si sos menor de edad, no chatees con desconocidos. Desconfía si la persona con quien conversas te pide que ocultes información a tu familia”.
“Cuando me enteré de la desaparición de Araceli, fui a la casa de la mamá con la gente de Red Solidaria. Me indignó cómo la habían contactado, por eso al otro día sacamos el decálogo”, dijo Caminos. Y agregó: “La trata de personas puede presentarse de muchas maneras posibles. Recibimos todo el tiempo denuncias de oferta de empleos engañosas. Es el reclutamiento ‘amable’ mediante una oferta de trabajo bien remunerado se esconde la trata”.
Las buenas prácticas en el periodismo son flores de loto en un pantano de información escabrosa y detalles macabros. El morbo sigue siendo la zanahoria que persigue la mayoría de las producciones periodísticas y los medios gráficos. La información es un derecho, pero los ciudadanos saben más sobre cómo hace un asesino para esconder un cadáver o evadir a la Justicia que los números de teléfono donde puedan denunciar un caso de trata, por ejemplo. Esta información útil aparece apenas y en formato de haiku: muy breve.
Las coberturas del caso Ángeles y Araceli nos obligan a seguir preguntándonos: ¿Qué periodismo estamos haciendo?