Desde 2010, la artista desarrolla una práctica de dibujo documental desde las audiencias de los juicios por crímenes de lesa humanidad y en el programa "Historietas X la Identidad", de Abuelas de Plaza de Mayo. Acá te mostramos parte de su trabajo.
Azul Blaseotto nació en 1974, es artista visual, autora integral de historieta y docente universitaria. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón de Buenos Aires y obtuvo el Master Art in Context en la Universität der Künste Berlin. Desde 2010 desarrolla una práctica de dibujo documental desde los tribunales federales en los juicios por crímenes de lesa humanidad y en el programa Historietas X la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. Acá te mostramos parte de su trabajo:
“Al público no le está permitido tomar fotografías o videos durante las audiencias, y como todos sabemos, a muchos de los acusados no se les conocían las caras. El dibujo en vivo fue y es una manera de identificarlos. Con HIJOS participé en las muestras que organizaron de los dibujos, en la tirada de postales hechas en colaboración con el espacio Memoria y Derechos Humanos, ex ESMA, y en el libro que editaron junto con el IUNA y la UBA, ‘Acá se juzga a genocidas’”.
“Hay audiencias que duran una hora, pero hay otras que duran todo un día. Llego a las 10 de la mañana y me voy a las 6 de la tarde y en el medio tengo que escuchar a acusados por crímenes de lesa humanidad decir que no sabían, ni vieron, ni escucharon nada. Los dibujos que hago durante las audiencias tienen que ver entonces con el desarrollo del proceso judicial, los actores presentes, las jerarquías que allí surgen, las contradicciones, la entereza de muchos testigos y también las mentiras descaradas de los perpetradores”.
“Mi proceso creativo tiene que ver primero con estar muy atenta a lo que pasa a mi alrededor. Formo parte del público que asiste a los juicios y obedezco los protocolos establecidos. Entonces soy parte de la situación, no es que estoy en una galaxia aparte, ni separada físicamente observando la escena. Soy parte de ella. Y sí, básicamente me siento y dibujo. Los dibujos los empiezo y termino en la sala. Dentro del desafío que es dibujar en público haciendo dibujo documental me planteé no hacer post-producción. Es decir, lo que sale allí es lo que queda. Para mí es como tomar fotos analógicas, te pueden salir bien o mal, más o menos interesantes. Pero lo que queda es la toma del momento vivido”.
“Desarrollo una práctica de dibujo documental desde hace algunos años. Mi trabajo de posgrado en la Universidad de las Artes de Berlín tuvo que ver con eso, ahí tiré la piedra inicial, y luego fui profundizando. Tiene que ver con el arte entendido como una práctica social y por lo tanto es un arte en contexto, donde los protagonistas son personas de carne y hueso con nombre y apellido, y lo que me interesa visualizar son sus historias en el contexto específico”.
“Venía de trabajar junto a trabajadores de fábricas recuperadas y con Abuelas de Plaza de Mayo. Entonces, cuando H.I.J.O.S me convocó para dibujar en Comodoro Py, ni lo dudé. Esto fue en el 2010 y en mi primer dibujo del primer día que asistí a una audiencia tengo un retrato con Carlos Rice, de HIJOS Capital, entrando a la sala SUM para presenciar los testimonios de Verónica Castelli, y de Esteban Soler, de HIJOS La Plata, por el secuestro y desaparición de sus padres en la causa caratulada como El Vesubio”.
“Cuando digo que no son dibujos sobre, sino desde los juicios, me refiero a que no tengo un 'tema'. Hacer dibujo documental in situ tiene que ver con desarrollar una práctica, y esto involucra y afecta a tu vida entera. No digo “hoy dibujo bodegones“ y mañana: “hoy pinto paisajes“. No es una disciplina donde me muevo, porque no concibo así al arte contemporáneo. Dibujar desde los juicios excede a la representación plasmada en las hojas. Involucra mi compromiso personal, y me implica estar en situación”.
“Otra parte de mi trabajo es teórica, la investigación, y en ese marco participo de congresos y jornadas en el país y en el exterior. Disfruto mucho de habitar los dos mundos, el creativo artístico y el teórico. En los dos me muevo visceralmente. También curé la muestra “Las líneas de la Memoria“ para el festival Viñetas Sueltas 2010 en Tecnópolis”.
-Decís que dibujas lo que no se ve ¿Podés contar alguno de esos momentos?
-Hay muchos. Por ejemplo, cuando declaró en la causa ESMA II la misionera francesa Ivonne Pierron, que fue compañera de Alice Domon y Léonie Duquet. La señora era muy chiquita, se movía con mucho esfuerzo pero cuando se subió al banco de testigos se transformó. Sentada muy digna y con una gran sonrisa. Habló muy bien, muy segura pero sensible, con dificultad, te dabas cuenta que le costaba hablar, era una mezcla de vejez y emoción. Vos la veías haciendo el esfuerzo de acordarse y decir todo lo que le preguntaban los jueces. Cuando dijo su edad, ahí entendí: ¡Tenía 83 años! Se disculpó, por ejemplo, varias veces, por no acordarse de su número de dni: “tengo más de 80 años, no me acuerdo los detalles“.
“Para dar una idea de las contradicciones a las que me refería antes, Ivonne contó de su trabajo de aquella época en un jardín de infantes de hijos de obreros. También tenían chiquitos discapacitados. Contó que allí asistían los hijos de una prima de Videla y del día que Videla fue para el cumpleaños de uno de ellos. Algo parecido pasa con Norita Cortiñas. Compartí muchas audiencias con ella: así como la ves, casi no hay persona más fuerte que ella. Siempre asiste, se sienta muy atenta, toma notas de todo, le plantea cosas a los abogados querellantes. Es increíble la vitalidad que tiene, es algo interior que contrasta mucho con su apariencia. Esas cosas me interesa reflejar en los dibujos. Ahora bien, lo mismo vale en sentido inverso. Muchos represores que podrían pasar por un abuelito cariñoso, y tal vez lo sean, no dudarían en volver a hacer todo por lo que se los acusa, ellos mismos lo dan a entender orgullosamente”.