La Justicia investiga dos líneas para desentrañar la muerte del financista que apareció hace tres días en un auto de alta gama. Los negocios turbios y las cuestiones afectivas. Con la madre de su única hija, el prestamista tuvo una relación de novela, dramática y con sendos capítulos judiciales.
Los crímenes mafiosos tienen una singularidad: para llegar al culpable, es necesario investigar a la víctima. Esa premisa parece signar la causa por la muerte de Miguel Angel Graffigna. A tres días de la aparición del cadáver, la fiscal Paula Asaro se inclina por dos líneas de investigación. Una, la de los negocios turbios del prestamista. Aún se sabe poco: que Graffigna había hecho movimientos de cheques en los últimos cuatro meses por 861.000 pesos. Que acababa de comprarse un Fiat de alta gama valuado en más de un cuarto de millón, en cuyo baúl el asesino dejó dos maletines metálicos con documentación. La otra línea apunta a sus relaciones afectivas: las deudas y las dramáticas historias de amor con sus últimas mujeres.
Miguel y Romina
Romina Gabriela Iddon Silva es su ex mujer, la madre de su única hija. Ella y Miguel Angel Graffigna se casaron en Buenos Aires el 21 de julio de 2003. La madre de la novia no había estado entre los asistentes a la boda: dicen que se llevaba mal con su yerno. Romina y Miguel se habían conocido en Miami cuando ella ganaba muy bien como bailarina nocturna en un Table Dance. El 18 de junio de 2003, un mes antes del casamiento, Interpol –con sede en Florida- dictó a Graffigna un pedido de captura por estafa. Según confió a Infojus Noticias una fuente del entorno de Romina, el financista habría salido de compras con algunos cheques que no tenían fondo y otros que directamente eran falsos. La misma fuente contó que en una discusión hogareña, un vecino habló de Graffigna habría llamado a la policía. A raíz de ese llamado habría sido localizado y detenido, y se habría sabido que lo buscaban. Romina habría vendido algunas pertenencias para pagar la fianza que dejara en libertad a su prometido. Como para ese delito no corre la extradición, la pareja habría regresado a Buenos Aires.
Dos meses después del casamiento, Miguel no habría recorrido sólo ese camino de pequeños delitos. El 13 de septiembre de 2003, Romina Iddon y una compañera de trabajo habían salido de la casa de esta última, en la calle Virrey del Pino al 2000. Eran más de las ocho de la noche. Un rato más tarde sonó el timbre y atendió la niñera, a cargo de una nena: por el portero eléctrico, Romina habría pedido que le abriera, se había olvidado papeles personales importantes. Al abrir la puerta, la niñera habría encontrado a Romina amordazada con una bufanda negra y una gorra, y a un hombre que la amenazaba con un cuchillo en el cuello. La empleada no llegó a verle la cara. Con amenazas, él las hizo entrar, las encerró en una habitación, y se llevó un DVD, una filmadora Canon con el cargador y un cassette virgen, y una película alquilada de “Stuart Little”. Poco después de que el ladrón se fuera, Romina también se retiró de la vivienda. La niñera declaró que cuando bajó, vio cómo el ladrón y la víctima se abrazaban.
Tiempo después la Justicia allanó la casa donde vivían Romina y Miguel, y apareció parte de aquel botín. Estaba oculto debajo de la parrilla, envuelto en una colcha. La causa llegó al Tribunal Oral Criminal 14 y la pareja debió comparecer. El hombre que acompañaba a Romina no pudo ser identificado por la niñera. A ella le impusieron una pena muy leve, excarcelable, por robo simple.
Arte, swingers y sangre
Pero la causa que los llevó a ambos a tres meses de cárcel fue la del “doble crimen swinger”. Así lo etiquetó la prensa. El 22 de agosto de 2004, el hijo de un coleccionista de arte y su novia, oriunda de Paraguay, aparecieron asesinados en una casa de las afueras de La Plata. Él, con la cara destrozada a golpes. Ella, asfixiada con cinta de embalar. La causa naufragó por la justicia platense varios años, sin culpables. Los asesinos habían sido pulcros y metódicos. A principios de 2011 la investigación revivió: un testigo mexicano se habría comunicado con el fiscal para contarle que su ex pareja, Romina Iddon Silva, habría alardeado la autoría del doble crimen antes de volar a México, junto a su pareja de entonces, Miguel Angel Graffigna.
El testigo mexicano habría ideado un plan para traerla al país: convencerla de que podía recuperar a su hija, que había quedado en manos de Graffigna, quien detentaba su tenencia. A raíz de eso, ella fue detenida a principios de 2011. En su declaración, ya separada, acusó a Graffigna, que también fue apresado. Al principio él se llamó a silencio. Pero después de cambiar tres veces de abogado y decidirse declarar, habría dado una coartada que ayer reveló Infojus Noticias: el sábado, día anterior al doble asesinato, había estado en el cumpleaños de su sobrina, y el domingo, en una carrera de autos en Olavarría. Para probarlo aportó testigos que lo aseguraron. El juez de garantías Federico Atencio le dio crédito: no había pruebas contundentes de que Graffigna y su pareja hubiesen estado en la escena del crimen.
“Para llevarlos a juicio, estaba el testimonio del mexicano, ex pareja de Iddon Silva; la propia declaración de Iddon Silva, que acusaba de ser el autor a Graffigna; y el testimonio de una pareja de swingers que decía conocerlos, pero no acreditaba nada por sí mismo. Además, después se retractaron, casi llorando: dijeron que conocían a una mujer llamada Romina, pero que no podían asegurar que fuera ella”, contó una fuente de la investigación.
Con pocas pruebas, el testimonio incriminatorio de Romina Iddon a Graffigna se cayó a pedazos: el bate de béisbol con el que supuestamente habría matado, no tenía rastros de sangre y era más nuevo que la masacre.
Como en una novela, la historia de Romina y Miguel está llena de momentos de alta tensión. El 16 de junio de 2005 ella fue detenida por usar dos billetes de cien dólares truchos en el local de ropa Kaskote. El primer día que lo intentó, pasó. Al segundo, la estaba esperando la policía. Con el antecedente por robo, Romina estuvo en la cárcel durante un semestre. Después se dijo que los dólares eran de la madre de Miguel Angel, Rita Tiscornia, que había vendido un departamento. Una fuente que pidió reserva dijo que, en realidad, los dólares a Miguel se los “habría dado un amigo”. El 13 de noviembre de 2007 el TOC 2 de Capital Federal la juzgó por estos hechos. Romina habría negociado con la justicia: se declaró culpable y debía pasar a firmar semanalmente. Aún cuando llegó a México, lo hacía en la embajada argentina.
Fue amor
Romina y Miguel vivieron parte de su romance en el país azteca. Ella bailaba en una disco top, Pompeya, en el Distrito Federal. Pero después dejó a Graffigna y conoció al pediatra Alfonso Velasco. El se convertiría, a la postre, en el hombre que declararía en su contra y la haría volver a la cárcel por el doble crimen swinger. Aunque ahora Romina saca a relucir una “perfecta” relación con el padre de su hija, el 11 de febrero de 2009 lo denunció en la Procuraduría General de México, temiendo que Graffigna la “matara y la descuartizara para tirarla a un baldío”. Aseguró que la sometía a presiones psicológicas y físicas, que “la ahorcaba y la golpeaba contra la pared dejándola lastimada”, que la había empujado por las escaleras estando embarazada de su hija. En esa misma denuncia aseguró que había sido obligada a firmar un acuerdo de tenencia de su hija, el 4 de septiembre de 2008, en favor de Graffigna: ese que habría utilizado para salir de México con la niña.
En otras causas también estarían involucrados la madre de Romina, Edit, y a su pareja Daniel Guetto, con el robo de obras de arte en Bahía Blanca en 2007. Durante un incendio intencional en una dependencia municipal, un cuadro de Quinquela Martin habría sido reemplazado por su original. Según la fuente consultada, que conoció de cerca a Romina , el robo habría sido consumado por Daniel, el padrastro. El galerista se habría dado cuenta cuando quisieron vendérselo. Por eso los denunció. Con los problemas legales, Edit se fue a México, invitada por Romina, hasta que todo se calmara. En ese interín Velasco la denunció ante Interpol, que la capturó y extraditó. En Argentina, Edit quedó en libertad.
Por estos días en que se conoció la muerte de su exmarido, Romina asegura que se llevaba muy bien con él. Y dijo que quería contactarse con su familia, ya que nunca habían tenido una mala relación. Sólo tuvo palabras negativas para con su sucesora: la siguiente novia de Miguel."Me llamó hace un mes para hablarme mal de Graffigna", contó.