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Infojus Noticias

15-2-2015|14:30|Nisman Nacionales
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¿Quiénes manejan la empresa que fue cuestionada por la fiscal?

Caso Nisman: la empresa de seguridad privada detrás de la Torre Le Parc

“Servicios de Investigación y Seguridad” está dirigida por Juan Pablo Toro, hijo de un coronel retirado; Rafael Ceferino Serra Landajo, hijo de un comandante durante la dictadura de la aviación naval; y Miguel Ángel Randoni, un ex cabo de la policía federal que fue herido en una pierna durante el copamiento al cuartel de La Tablada. Por qué la investigación judicial sospecha de la seguridad de Le Parc.

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Por: Laureano Barrera

Los cuarenta y dos pisos de la exclusiva Torre Le Parc, donde vivió Alberto Nisman hasta la madrugada de su muerte, eran custodiados por Seguridad Integral Empresaria (SIE), que hace algunos días fue duramente cuestionada por la fiscal de la causa, Viviana Fein. La empresa de seguridad privada, bajo el lema “Servicios de Investigación y Seguridad”, está dirigida por Juan Pablo Toro, hijo de un coronel retirado, Rafael Ceferino Serra Landajo, hijo de un comandante durante la dictadura de la aviación naval, y Miguel Ángel Randoni, un ex cabo de la policía federal que fue herido en una pierna durante el copamiento al cuartel de La Tablada.

Los días que siguieron a la muerte, la investigación judicial puso bajo la lupa la seguridad privada del piso de Puerto Madero donde Nisman fue hallado con las puertas cerradas por dentro y un balazo en la sien. La fiscal calificó el dispositivo de seguridad de Le Parc como un “colador”: dijo que era “totalmente franqueable y violable” y que la “infraestructura del complejo permite el ingreso y egreso de personas sin ser advertidas en modo alguno”. Para asegurarlo, Fein se apoyaba en informes de la policía y sus propias visitas al lugar.

Pero también en una confesión de parte. Unos días antes, en una entrevista radial, Juan Pablo Toro había dicho que algunas cámaras no funcionaban desde hacía más de un año por problemas de mantenimiento, incluyendo la del ascensor de servicios por donde había subido y bajado Diego Lagomarsino, el último interlocutor de Nisman y proveedor del revólver calibre.22 que selló su final.

La custodia empresarial

En los primeros meses de la democracia, el coronel Martín Enrique Toro pensó en explotar el negocio de la seguridad cuyos resortes conocía muy bien. Llevaba dos décadas en el Ejército y era un rubro casi virgen desde lo comercial. Era un veterano: en 1962 había egresado como subteniente del Colegio Militar. En 1975, con 36 años y el grado de capitán, entró a la Escuela Superior de Guerra.

A través de los Boletines Reservados del Ejército (BRE) –a los que accedió Infojus Noticias- es posible reconstruir su escalada veloz por las estructuras operativas del gobierno militar. El 6 de agosto de 1976, pasó al Comando General del Ejército y fue un semestre “en comisión” al Ministerio de Economía, que estaba a cargo de José Martínez de Hoz. En enero de 1979, pasó al Comando de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada, que dependía del Tercer Cuerpo de Ejército, en Córdoba. Era una unidad que había participado del Operativo Independencia y la Guerra de Malvinas.

En 1981 recaló en el Comando en Jefe del Ejército, pero “en comisión” en la Presidencia de la Nación. Y al año siguiente, fue nombrado Director de Enlaces Institucionales, ya con el grado de teniente coronel.
Según contó en una charla TED su hijo Juan Pablo, su padre fundó SIE en 1983, poco después de retirarse como coronel del Ejército. Pero según los registros oficiales, no se retiró hasta el 30 de noviembre de 1989. En democracia fue 2° jefe del Regimiento de Infantería de Paso de los Libres, donde además ascendió a coronel. Durante seis años, Toro tuvo una incompatible doble función: pertenecía al ejército argentino y dirigía una empresa de seguridad privada.

En julio de 2004, a los 65 años, Toro murió de un ataque al corazón. Sus tres hijos quedaron huérfanos. Tres días después del velorio, Juan Pablo les propuso a sus hermanos quedarse al frente de SIE. Guillermo y Natalia aceptaron secundarlo. En ese momento, Juan Pablo Toro era un ejecutivo exitoso: a sólo diez años de haberse recibido de administrador de empresas, ya era director de IBM, filial Brasil.

En poco tiempo tuvo que cambiar su despacho opulento con vista hacia la bahía de Botafogo, por un ambiente y medio en contrafrente en la Avenida de Mayo. Su primera tarea fue imprimirle a la pyme familiar el sesgo empresarial: cambió el logo, los uniformes y encargó una página web.

El cambio fue brusco. De cincuenta vigiladores en 2004, SIE cuenta hoy con una planta de 700 empleados, 25 de ellos dedicados a la estructura de gestión. Entre sus clientes tienen decenas de compañías nacionales e internacionales –Molinos, Lenovo, Irsa, Banco Comafi-, shoppings, establecimientos rurales y otras instituciones como el Círculo Militar. Y muchos complejos residenciales, símiles al complejo de torres Le Parc, donde según Toro mantienen “cierto liderazgo” comercial.

Las tres armas

Los hijos del coronel decidieron que necesitaban de otras disciplinas para los puestos estratégicos de SIE. El 20 de junio de 2006, el capitán de fragata retirado Rafael Ceferino Serra fue aceptado por el ministerio de Seguridad de la provincia como nuevo jefe de Seguridad. Tenía 27 años de servicio. En 1974 había egresado del Colegio Don Bosco, y tres años después, el 18 de enero de 1977, entrado a la Armada como cadete. El 6 de noviembre de 1981 fue dado de alta en la Armada como guardiamarina. En 1982, mientras la Junta Militar le declaraba la guerra a Inglaterra, Ceferino Serra hizo el curso de “Aviadores Navales 57”, donde quedó en séptimo lugar en la orden de mérito. El año siguiente estuvo a cargo del material electrónico en la Escuadrilla Aeronaval de Reconocimiento.

En democracia, Serra siguió ascendiendo en el escalafón de la Marina, al menos hasta 2001, cuando fue comandante de la primera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros. El sitio web de SIE detalla que en sus años de servicio actuó “en diversas operaciones internacionales”.

A Ceferino Serra le gusta el deporte. Corre maratones, anda en bici y juega al golf. Proviene de una familia patricia de Bahía Blanca muy vinculada a la Marina. Uno de sus hermanos, Diego José, también perteneció a la Armada. Su padre fue el contraalmirante Rafael Joaquín Serra Randle, que llegó a ser Comandante de la Fuerza Aeronaval Nº 2, una fuerza que dependía directamente del Comando en Jefe de la Armada y protagonizó los vuelos de la muerte. “En la zona de Bahía Blanca, era el tercero en el escalafón de la Armada. Por encima suyo estaba Leonel Martín, y después Massera”, dijo a esta agencia un fiscal de ese distrito que investiga crímenes de lesa humanidad.

Bajo su órbita, estaban al menos dos centros clandestinos, el Buque ARA 9 de Julio y la Batería de Punta Alta, donde hubo torturas y desapariciones. Desde el año pasado, en Bahía Blanca se está juzgando a 26 represores, varios subordinados suyos. “Si hubiera estado vivo, tendría cadena perpetua por cadena de mandos”, agregó la fuente judicial.

Viejos conocidos

Otro 20 de junio, pero del año 1958 -48 años antes de que Serra fuera contratado en SIE-, nacía en Lanús el actual gerente de Operaciones de la empresa, Miguel Ángel Randoni, quien coordina los operativos y la logística. La página web lo describe como un hombre con 15 años de experiencia en el rubro y detalla su condición de oficial retirado de la Policía Federal “luego de 20 años de actividad en distintas áreas de especial sensibilidad”.

Es muy probable que Randoni haya conocido a Nisman, cliente de su empresa, mucho tiempo atrás. El 19 de abril de 1989, cuando era un joven cabo de la policía federal, entró al juzgado federal de Morón donde se investigaba el intento de ocupación del cuartel de La Tablada por el grupo guerrillero Movimiento Todos por la Patria (MTP), el 23 y 24 de enero de ese año. Lo habían citado a declarar. Nisman era entonces un joven –y ascendente- prosecretario judicial.

Randoni declaró que durante el ataque había llegado junto a dos sargentos –de apellidos Bordón y Luna- y que se habían acercado a la puerta para socorrer heridos. Allí vieron que un oficial del Ejército –después se sabría que era el teniente coronel Emilio Nani- entraba temerariamente a la Guardia de Prevención y era recibido con un tiro en el ojo.

Mientras sus compañeros iban a rescatarlo, Randoni los cubrió con una ráfaga de tiros. Refugiaron a Nani en una garita, y se quedaron allí. Randoni declaró que entonces “sintió un intenso dolor en la pierna izquierda”, y después “una fuerte explosión, una gran llamarada, siendo todos despedidos por la onda expansiva”. Vio como el fuego le voló las dos piernas a un subcomisario, cerca suyo. Era Luis Alberto Ré, un torturador del Pozo de Banfield.

Como reconstruyeron minuciosamente los periodistas Pablo Waisberg y Felipe Celesia, en el libro "La Tablada. A vencer o morir", la Guardia de Prevención donde fue rescatado el soldado Nani, donde Randoni fue herido, es el mismo lugar donde fueron secuestrados los guerrilleros Iván Ruiz y José Díaz, torturados sin piedad y vistos por última vez cuando unos hombres de civil los cargaban en un Falcon. Esos dos casos fueron los que el juez Gerardo Larrambebere le asignó personalmente al joven prosecretario. A la postre, Nisman y el juez sellarían la versión oficial que entregaron los superiores de Randoni y los jefes del Ejército: que Díaz y Ruiz, hoy desaparecidos, habían muerto en combate.
 

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