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Ernesto Lejderman nunca pensó que iba a encontrarse cara a cara por primera vez con su entregador, Juan Emilio Cheyre, en un estudio de televisión. Durante años le había pedido reuniones, y en 2004, cuando era comandante en Jefe del Ejército chileno le había dirigido una carta pública para que explicara qué había pasado con sus padres, el argentino Bernardo Ledjerman y la mexicana María Avalos Castañeda.

El 19 de agosto pasado, a pedido del propio Cheyre al canal oficial Televisión Nacional de Chile (TVN), se cruzaron el militar y Lejderman, moderado por un periodista. Lejderman se negó a que participara un abogado, que daría un marco jurídico al discurso de la “reconciliación”.

Cheyre había sido designado en enero al frente del Servicio Electoral de Chile (Servel). Y es un vocero de la derecha intelectual chilena.“Cheyre me subestimó. Pensó que iba a poder darse un baño de humanidad e imponer su versión. Yo pude hablar de mi caso y de la necesidad de terminar con la impunidad en Chile. Fue un boom en las redes sociales y en los medios del día siguiente. El equipo de Piñera se reunió de urgencia para saber qué hacían con el caso. A los dos días Cheyre renunció”, contó a Infojus Noticias el hombre que hoy, con 42 años, vive en Buenos Aires.

Lejderman le dijo en tevé: “Estoy aquí por la memoria de mi papá y mi mamá. Estoy aquí porque sigo planteando que tiene que haber justicia y todavía no la hay. No le deseo ni a Cheyre ni a ningún militar genocida ni a nadie lo que mis padres vivieron. Tampoco lo que viví yo al tener que presenciar el crimen”. Y le preguntó: “¿Por qué cuando fue jefe del ejército (de 2002 a 2006, durante el gobierno de Ricardo Lagos) no dijo dónde estaban los restos de los detenidos desaparecidos? Invito a Cheyre a que rompa los pactos de silencio y cuente de verdad dónde están. Que diga qué pasó con mi mamá y con mi papá, de verdad”.

Cheyre intentó justificarse: “Ese dolor tan profundo que él sintió, también yo lo sentí. Quiero decir que a mí eso me conmovió y me sigue cruzando mi vida. Pero también quiero decir que a los 40 años es necesario… no olvidar, pero sí construir futuro a partir de esa experiencia”.

Una familia destruida

Sus padres fueron asesinados en el norte de Chile por una patrulla militar del regimiento Arica, de La Serena, cuando intentaban cruzar la frontera y refugiarse en Argentina. Ernesto tenía entonces dos años y fue dejado por Cheyre, que era la mano derecha del comandante, en un convento de monjas, en La Serena. Por el caso fueron procesados tres militares de bajo rango: el entonces brigadier Fernando Polanco Gallardo y los suboficiales Luis Fernández Monje y Héctor Vallejos Birtiola. Cheyre declaró, pero nunca fue acusado.

Lejderman reconstruyó su destino y el de sus padres por un campesino que declaró en la justicia trasandina en 1991. Él había conducido a los secuestradores hasta el lugar donde estaban ocultos, cerca del paso fronterizo. Cuatro años después se encontró con él cara a cara. Lo miró a los ojos, oyó de su boca el relato minucioso, y entendió que ese hombre silencioso era otra víctima de las milicias pinochetistas. Desde entonces Luis Ramírez y su prole se convirtieron en un paso obligado de sus visitas regulares a Chile.