El sistema funcionó hasta enero pasado y se dejó de usar por una intimación del Banco Central, que le aplicó una multa y lo suspendió para remitir fondos fuera de la frontera argentina. El mecanismo incluía una división de tareas mediante la cual el sistema estaba instalado en el Reino Unido pero el administrador estaba radicado en la India.
“Tienen el GMG acá pero el God está afuera”. Con esa imagen de un Dios todopoderoso ubicado fuera de las fronteras, los investigadores intentaron sintetizar cómo funcionó hasta enero pasado el sistema de transferencias de fondos al exterior que utilizó el HSBC Argentina. El Group Messaging Gateway (GMG) fue el mecanismo sistemático por el cual el banco británico incumplió las normas de prevención en lavado de dinero en las operaciones de giro de divisas: el sistema estaba radicado en el Reino Unido, la administración de los usuarios estaba en la República de India, no existía un acceso total para seguir los movimientos bancarios desde Argentina y el HSBC local no tenía registros de sus giros.
Esa diferencia entre el God y la casa central del HSBC Argentina es una especie de “tercerización” de la información que fue solucionada luego de que el Banco Central le aplicara una multa de 86 millones de pesos y suspendiera el giro de fondos al exterior por treinta días. Pero hasta ese momento, el Hongkong and Shanghai Banking Corporation (HSBC) utilizó el sistema GMG (Group Messaging Gateway) que estaba instalado en tres países: Reino Unido, Estados Unidos y Hong Kong. Al HSBC Argentina le correspondía el Reino Unido, donde compartía el sistema con todos los países de Europa, Medio Oriente y América a excepción de Estados Unidos, que tenía (y tiene) su propio sistema.
La administración de ese grupo que correspondía al Reino Unido tenía un administrador radicado en la República de la India. Desde allí podían crear o eliminar perfiles de usuarios pero los registros de su actividad quedan ubicados en el conjunto que le correspondía a cada país. En el caso de Argentina el administrador estaba en la India y los registros quedaban en el Reino Unido. “Eso impedía a las autoridades locales –sean de la Comisión Nacional de Valores, la Unidad de Información Financiera o el Banco Central- acceder a la información total de las transacciones realizadas”, coincidieron dos fuentes con acceso a la investigación que fueron consultadas por Infojus Noticias. “Lo único que quedaba era conformarse con un reporte remitido desde el exterior porque los fondos quedaban fuera del perímetro regulatorio argentino”, agregaron.
Ese funcionamiento que -como explicó el superintendente de Entidades Financieras del Banco Central, German Feldman, ante el Congreso- abrió las puertas a que se cometieran “serias maniobras de evasión” fue descubierta luego de un trabajo conjunto de los organismos de supervisión: Comisión Nacional de Valores, Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos, Unidad de Información Financiera y la autoridad monetaria. Allí ofreció detalles sobre el funcionamiento de ese sistema a las autoridades de la comisión bicameral creada para analizar la denuncia de la AFIP contra el HSBC por supuesta “evasión fiscal y asociación fiscal ilícita” y evaluar, también, el comportamiento del resto del sistema financiero.
Lo que preocupa a los investigadores es que ese sistema -que funcionó hasta enero pasado en el HSBC- u otro similar se utilice en otros bancos internacionales. La lupa legal sobre el HSBC se posó nuevamente con el caso denunciado por la AFIP en base a la información aportada por Francia, que surgió de las listas de Hervé Falciani. Allí figuran más de 4.000 cuentas de contribuyentes argentinos –personas y empresas- que tendrían dinero no declarado en el HSBC Suiza. Según los cálculos de la AFIP, que presentó la denuncia en noviembre de 2014, se fugaron así unos 3.500 millones de dólares.Desde el banco rechazaron la acusación: “HSBC Argentina cumple con la ley argentina y todas las normas que regulan su actividad en el país”.
La forma en la cual estaba construido el sistema –coincidieron las fuentes consultadas- impedía determinar si la información remitida desde el exterior ante el pedido de una autoridad, en este caso desde el Reino Unido, era completo o sólo incluía información parcial. “No había correlatividad numérica en la información remitida y eso impide saber si falta información o no. No había ningún tipo de control sobre eso”, agregó una de las fuentes.
“La sede en Argentina no conserva los registros de las transferencias vía el sistema GMG, que luego pasa a la red SWITF. Esa empresa sólo los conserva por 124 días pero permite que las casas que operan con ella guarden esa información pero eso no ocurría por cómo se administraba el sistema”, completó.
PW