El 15 de octubre de 2013, el piloto Esteban Piccinin le disparó un tiro a Romina Meneghini en la pierna. La mujer quedó en silla de ruedas. "Yo te salvé la vida", dijo el agresor antes de ser condenado. No irá a prisión hasta que la pena quede firme.
Después de tres años de matrimonio y un mes de estar separados, el piloto de TC, Esteban Toto Piccinin, le disparó un tiro con una escopeta a Romina Meneghini. El juicio comenzó exactamente un año después del hecho. En la primer audiencia, él se acercó y le habló al oído. Ella pensó que escucharía una disculpa. “Yo te salvé la vida”, dijo el hombre. Ayer el juez del Tribunal en lo Criminal 4 de Morón Carlos Torti lo condenó a5 años y 6 meses por lesiones graves agravadas por el vínculo y tenencia de arma de guerra. Torti no tuvo en cuenta el agravante de violencia de género que habían pedido la querella y la fiscalía.
Un mes antes del escopetazo ella hizo una exposición civil en la comisaría del barrio. Abandonaba la casa de Villa Sarmiento, en la que había vivido tres años como esposa de Esteban, por distintos episodios de violencia. Hoy Romina tiene 33 años y él 37. Se separaron en septiembre del año pasado. Esteban se quedó en esa casa porque era de sus padres. La noche del 15 de octubre de 2013, Romina volvió a buscar sus cosas.
Él la estaba esperando. Discutieron a los gritos. Ella se fue al garage a buscar un teléfono celular y estaba acomodando cosas para llevarse cuando lo vio. Estaba parado frente a ella con una escopeta en las manos. El tiro fue directo a la pierna. Una explosión que la dejó sorda unos segundos, le abrió la pierna en dos y le dejó una agujero de 17 centímetros. Ella gritaba, se estremecía de dolor y él pedía perdón. Había sangre por todos lados, pedazos de piel. Ella creyó que él se iba a matar, como tantas veces había amenazado: primero te mato a vos y después me pego un tiro, solía decir. No fue así: la cargó en sus brazos, la acomodó en el auto y manejó las diez cuadras que los separaban del Hospital Posadas.
Estuvo consciente hasta que entró al quirófano. Antes le había dicho a los médicos que su marido era el culpable de ese balazo que la dejaría postrada los nueve meses siguientes. Esa fue la última vez que lo vio hasta el comienzo del juicio.
La recuperación
Romina estuvo tres días en coma y sufrió dos infartos. A la madre le dijeron que no pasaría la primera noche, pero sobrevivió. Para no perder la pierna le cortaron los nervios y perdió para siempre el movimiento del pie. Posiblemente le pongan una prótesis en la rodilla. Tiene más de 50 entradas al quirófano y le faltan muchas más para intentar recuperar la movilidad. Ahora está con internación domiciliaria. Paradojas del destino, por su obra social le toca atenderse en la clínica de Morón que pertenece a la familia de Piccinin.
Una semana después del escopetazo, Romina se despertó. Se retorcía de dolor en la cama del hospital cuando no dio crédito a lo que sus ojos miraban por televisión. Amigos de su exmarido estaban en el programa del periodista Mauro Viale hablando sobre ella. Decían que ella mentía, que se había casado por plata y pedían la excarcelación de Esteban. Él estuvo preso una semana y media en una comisaría de barrio. El juez de Garantías 2 de Morón, Ricardo Fraga, lo dejó en libertad por “falta de mérito”.
La noticia salió en los diarios y portales de noticias. Eran pocos los que contaban la versión de ella. “Sentí que me moría. Gritaba por el dolor, por la tristeza y la bronca”, contó Romina a Infojus Noticias.
Las tres versiones del imputado
La primera defensa del piloto de Turismo Carretera fue improvisada. La repetía cuando llegó al hospital a dejar a su exmujer. Dijo que estaba limpiando el arma cuando se disparó. Después, asesorado por abogados, la segunda versión fue que creyó que habían entrado ladrones a la casa. El tercer argumento no varió mucho: tan solo algunos detalles para que el testimonio coincidiera con as pericias balísticas.
En una de las audiencias, el juez Torti ordenó la reconstrucción del hecho. “Fue terrible volver a ese lugar y revivir ese infierno”, contó ella. Durante el juicio los peritos le dieron la razón a Romina. “No quedaban dudas de que Piccinin mentía”, dijo el abogado Néstor Moreno a este portal.
En la acusación, la querella y la fiscalía a cargo de Sergio Dileo pidieron nueve años de prisión porque alegaron que hubo varios agravantes. El uso de arma de fuego, el vínculo de cónyuge y sobre todo la violencia de género. El juez entendió lo mismo salvo por el tercer elemento. Fuentes judiciales le confiaron a Infojus Noticias que para Torti la figura de violencia de género se subsumía dentro del vínculo de cónyuge. Por eso le bajó la pena a 5 años y 6 meses de prisión.
Cuando Romina escuchó la sentencia se puso a llorar. “Me importaba demostrar que no había sido un accidente”, dijo. Lloró mucho, la abrazaba su mamá, sus amigas y psicólogas de la Centro Vivir sin Violencia, que depende de la Dirección de Políticas de Género del Municipio de Morón, que la acompañaron en el último tiempo. “Creo que la condena estuvo bien y me da un poco de paz. Obviamente, no hay sentencia ni dinero que me cure el dolor del alma. Cuando él recupere su libertad, seguramente yo continúe con la recuperación. No sé cuándo voy a volver a caminar”, dijo.
Los fundamentos se difundirán el martes próximo. El condenado no irá a la cárcel por ahora. Sus abogados apelarán y Casación resolverá si queda firme la decisión del juez y va a prisión.
Nunca más
Antes de casarse, Romina vivía sola en su departamento. Trabajaba en una empresa en el área de marketing. Algunos fines de semana hacía promociones en carreras de autos. En ese ámbito conoció a Esteban.
“Cuando lo conocí me deslumbró, todos lo querían, pero era un personaje”. Solo estuvieron tres meses de novios. “Me pidió que no trabajara más porque en la empresa eran todos hombres. Y lo dejé todo: mi trabajo de diez años y mi departamento. Aposté de lleno a la relación”, contó. “No me dejaba ir al kiosco sola. Cuando salía con el pelo suelto me preguntaba si después no me lo ataba para que se me vieran las lolas. Al principio creí que me cuidaba, no quería ver lo que era en realidad”.
Entre los dos montaron un salón de fiestas infantiles en Ramos Mejía, que cerraron cuando se separaron. Ella se quedó sin nada. Volvió a vivir a la casa de la madre. Semanas antes había fallecido su papá. La semana siguiente al escopetazo, Romina tenía previsto firmar contrato con una empresa de deportes.
Después de la sentencia, Romina repite una y otra vez a quien quiera oírlo: “Jamás pensé que Esteban iba a ser eso. No quiero que a otras chicas les pase lo mismo”. Todas las semanas participa de charlas sobre violencia de género en una iglesia de Villa Ballester. “Después de un tiempo de estar casados, comprendí que Esteban tenía un montón de problemas. Yo creía que podía ayudarlo y cambiarlo, pero casi me costó la vida. Yo la puedo contar y concientizar sobre ello, muchas otras chicas no”.