En 2007, un grupo de barras mató al hincha de River Gonzalo Acro. Por el crimen ya fueron condenados cómo instigadores los hermanos Schlenker. Otros dos acusados no participaron de aquel juicio: uno estaba prófugo y el otro adujo problemas de salud. Ambos están siendo juzgados ahora y podrían ser condenados a prisión perpetua.
Una feroz interna por el control de la barra brava de River, negocios millonarios y una venganza. Esos serán los ejes principales del alegato que la fiscal Claudia Katok y los abogados querellantes Aníbal Mathis y Nuria Krendak brindarán hoy en el segundo juicio por el asesinato de Gonzalo Acro, lugarteniente del jefe de una de las facciones de Los Borrachos del Tablón. En el banquillo de los acusados estarán dos barras que no participaron del juicio anterior -uno por estar prófugo; el otro por problemas de salud- en el que los hermanos Schlenker fueron condenados a perpetua como instigadores.
“El objetivo era matar a Acro para quedarse con el negocio de la barrabrava y demostrar poder. Ellos pensaron que iban a quedar impunes. Contaban con el respaldo de la dirigencia y la policía, se sentían dueños del mundo”, explicó a Infojus Noticias la abogada Krendak, representante de la familia de la víctima.
La audiencia está prevista para las nueve de la mañana. Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 15 de Capital Federal habilitaron el feriado para dar inicio a la etapa de alegatos. En su exposición, que estima que podría durar alrededor de tres horas, Krendak intentará probar la participación de Matías Kraft -alias Kevin, de 38 años- y el “Pelado” Sergio Piñeiro en el homicidio de Acro y en la tentativa de homicidio de Osvaldo Gastón Matera, sobreviviente y testigo clave. Los delitos, agravados por el “concurso premeditado de dos o más personas” prevén una pena máxima de prisión perpetua.
A lo largo del debate oral, en el que declararon más de cincuenta personas entre barras, policías, testigos oculares y allegados a los acusados, quedó en evidencia la disputa entre dos facciones de los Borrachos del Tablón: por un lado el grupo de Alan Schlenker y la banda de Palermo, de la que formaban parte Kraft y Piñeiro; por el otro, la de “los empleados del club”, comandada por Adrián Rousseau y su mano derecha Acro.
La división entre los dos grupos comenzó después del mundial de Alemania de 2006 al que viajaron 42 miembros de los Borrachos del Tablón. Varios testigos coinciden en que Rousseau se quedó con un dinero que debía repartir entre todos. Acro quedó del lado Adrián y se convirtió en su mano derecha.
A partir de ahí se inició una serie de enfrentamientos por el control de la tribuna del Monumental. “Los que se animaron a hablar, los que dejaron de lado los códigos de silencio, se refirieron de una pelea por poder y dinero. Un negocio que incluía la reventa de entradas, tanto de partidos como de recitales, la venta de comida y bebidas, de merchandising, el estacionamiento y sobre todo pases de jugadores”, explicó Krendak.
El ex barra Carlos Berón, uno de los testigos propuestos por la defensa de Kraft, reafirmó este último punto. Contó que Rousseau y su gente recibieron un millón de pesos o dólares –no supo precisarlo- por la venta del delantero Gonzalo Higuaín al Real Madrid, en 2006.
Según los investigadores, los hermanos Schlenker planearon el golpe final: asesinar a Acro, lugarteniente de Rousseau, para hacerse del control de la popular. El análisis de los celulares de los barras demostró que los primeros días de julio de 2007, previo al crimen, Matías Kraft se comunicó con Alan y William Schlenker y con Rubén “Oveja” Pintos y Pablo “Cucaracha” Girón, dos de los cinco barras que ejecutaron el ataque.
El 7 de julio las comunicaciones aumentaron. La ubicación de las antenas demostró que esa tarde Kraft se reunió con los hermanos Schlenker, el Colorado Luna y Cucaracha Girón en una pizzería de Vuelta de Obligado y Monroe, donde se habrían ajustados los detalles del plan.
A las 23.10 cinco barras emboscaron a Acro y su amigo Osvaldo Gastón Matera en la esquina de Bauness y Cullen, en el barrio porteño de Villa Urquiza, cuando salían del gimnasio. Los atacantes habían llegado en dos vehículos. Uno de esos autos, un Fiat Uno azul, estaba a nombre del Pelado Piñeiro. Según la fiscal Katok, que instruyó la segunda parte de la causa, tres barras avanzaron por Bauness y encararon a las dos víctimas. Piñeiro y otro cómplice les cerraron el paso por el otro lado.
Matera reconoció a uno de los atacantes, el “Colorado” Ariel Luna, que apuntó a Acro con su pistola calibre 6,35 milímetros y le disparó dos veces en la pierna izquierda. Cuando estaba en el piso lo ejecutó con un tiro en la cabeza. El joven de 29 años moriría dos días más tarde en el hospital Pirovano.
Después, el Colorado Luna le disparó a Matera por la espalda mientras escapaba. Los tres atacantes huyeron en una camioneta Renault Express que estaba a nombre de la mujer del Colorado Luna. Los otros dos que habían ido de apoyo se subieron de nuevo al Duna Azul y los siguieron. El último contacto entre Kraft y los atacantes se dio unos minutos después del ataque, a las 23:15.
En el primer debate oral el Tribunal Oral en lo Criminal 15 condenó a perpetua los hermanos Schlenker como instigadores. La misma pena recibieron el Colorado Luna, como autor material, y Pintos y Girón como coautores. Martín "Pluto" Lococo recibió 10 años de prisión, como participe secundario del homicidio.
Kraft y Piñeiro quedaron afuera de ese juicio. El primero estaba prófugo en ese momento: cayó en agosto de 2013 acusado de actuar como “marcador” en una salidera bancaria y hoy sigue preso. Piñeiro pasó un tiempo tras las rejas tras el crimen de Acro. Evitó participar en el primer debate alegando problemas de salud mental y quedó en libertad al cumplirse el plazo máximo de prisión preventiva. En la audiencia de hoy, la fiscal y la querella pedirán que se los condene a perpetua.
SO/SH