Es el periodista Juan Gasparini, ex militante montonero y ex detenido en la ESMA, que dio su testimonio en el juicio contra Leandro Sánchez Reisse, Rubén Bufano y Arturo Silze. A los ex agentes de Inteligencia del Batallón 601 se los acusa de integrar una banda que hizo secuestros extorsivos para financiar al terrorismo de Estado.
El último día de testimonios resultó ser el más valioso para probar cómo tres hombres –Leandro Sánchez Reisse, Rubén Bufano y Arturo Silze- secuestraban empresarios bajo el paraguas de los servicios secretos de la dictadura militar. Hoy en el juicio que se desarrolla en el Tribunal Oral Federal 6, el periodista Juan Gasparini, ex militante montonero y ex detenido en la ESMA, contó por videoconferencia desde el consulado argentino en Suiza cómo logró la confesión de estos hombres –que luego volcó en el libro “La pista suiza”-, a mediados de la década del ’80. “Creo que ahí está la prueba más importante del juicio, porque no es un relato periodístico como el del libro, sino las declaraciones en bruto firmadas por Sánchez Reisse, que representan un fresco de cómo operó la dictadura con algunos actores económicos”, reflexionó el abogado Eduardo Barcesat, representante de Ricardo Tomasevich, uno de los empresarios secuestrados.
Después de pasar una temporada en el infierno de la ESMA, Gasparini salió al destierro europeo. A principios de los ’80, leyó en el diario la detención en Suiza de tres militares argentinos. Se interesó por el caso y empezó a tirar del hilo. Y logró –a pesar de su pasado militante- entrevistarse durante largas y numerosas entrevistas con uno de ellos, el agente del Batallón 601 Sánchez Reisse. En esas entrevistas, que se hacían durante los permisos de salida de fin de semana que gozaban los reos en su régimen de detención en Zurich, llegó a un acuerdo con el espía: redactaría un manuscrito con las conversaciones entre ambos, lo sometería a su revisión y lo corregiría según sus sugerencias, y luego ambos firmarían cada hoja.
Así se hizo, y esa larguísima confesión de unas 300 páginas, que el Tribunal Oral Federal 6 pidió hoy que se remita con la certificación judicial vía consulado, puede resultar el documento clave en el expediente para probar cómo se movió ese “grupo de tareas que quedó probado que obedecían orgánicamente a las directivas del Batallón 601 y reportaba al Primer Cuerpo de Ejército”, aclaró Barcesat.
Ese documento debería tardar unas 72 horas, y su lectura minuciosa llevará al abogado querellante a pedir la postergación de los alegatos, prevista para el próximo 21 de abril. En las entrevistas del libro La pista Suiza, Sánchez Reisse confiesa que actuó para los servicios de inteligencia argentinos y que actuaron en el secuestro de otros empresarios. Él, Bufano y el “Japonés” Martínez –en suspenso en este juicio por su estado de salud- y dos mujeres casadas con Búfano y Martínez fueron detenidas en 1981 en Suiza, después de cobrar un millón y medio de dólares por la liberación del banquero uruguayo David Koldobsky en 1981, en el Hotel de la Paix, un albergue en Lausane.
Esa investigación judicial llevó a otros casos de banqueros o financistas cuyos métodos y lugares de cautiverio eran similares: el sistema de postas para el pago del rescate, y el lugar donde –luego reconocieron- habían estado cautivos: la casa de Martínez.
Un botín contra la “guerra antisubversiva”
El 12 de febrero de 1987, luego de fugarse de la cárcel suiza –propeza que comparte con el mafioso internacional Licio Gelli-, detuvieron a Sánchez Reisse en Nueva York. Para conseguir protección, se ofreció a testimoniar ante la subcomisión de Terrorismo, Narcotráfico y Operaciones Internacionales del Senado de Estados Unidos. El 23 de julio de ese año, presentándose como ex agente de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército, habló sobre los negocios sucios de la dictadura con el aval de la CIA. "Trabajé para el gobierno argentino desde 1976 hasta 1981", dijo bajo juramento, según el acta desclasificada de aquella sesión.
Su misión, dijo, fue financiar desde EE.UU. actividades en América Latina para apoyar a los "contras" nicaragüenses y otros grupos paramilitares. Para eso, habían montado junto a Raúl Guglielminetti dos empresas que servían de fachada en la Florida: Argenshow y Silver Dollar, una casa de empeños con permiso para vender armas. Según Sánchez Reisse, habían lavado más de 30 millones de dólares para apoyar la contrainsurgencia en Centroamérica. A pesar de la confesión, Sanchez Reisse fue extraditado a la Argentina en septiembre de 1987.
Una parte del botín de los rescates a los empresarios secuestrados –según la confesión del espía- había servido para financiar a la lucha “antisubversiva” en gran parte de la región. Durante el juicio, la fiscal federal Gabriela Sosti pidió que se agregara material desclasificado en 2009 donde constarían intercambios epistolares y diplomáticos que probarían esa hipótesis. Las defensas de los acusados se negaron rotundamente, alegando que escapaba al corpus testimonial que está en juego. Mañana, los jueces José Martínez Sobrino, Julio Panelo y María del Carmen Roqueta deberán decidirlo.
LB/RA