La lupa judicial sobre la policía y los negocios de La Doce, y la detención de sus cabecillas, entorpecieron la recaudación. Hace unos días apareció en una de las calles transversales a la Bombonera una pintada: “Si no hay acuerdo, habrá balas”. Pocas horas después, se supo que el presidente, Daniel Angelici, pidió licencia por una gira.
En dos semanas Boca visita a River en el estadio Monumental, y la interna del club xeneize –que tiene su correlato judicial en el inmenso expediente en el que se investiga una asociación ilícita- promete volver a tomar temperatura. Por el momento continúa la prohibición para los hinchas visitantes de ir a la cancha. Dos datos emergieron a la luz y sustentan esa idea. Hace unos días apareció en una de las calles transversales a la Bombonera una pintada: “Si no hay acuerdo, habrá balas”, se leía en la pared. La advertencia tiene, al menos, dos lecturas posibles. Por una parte, la disputa de dos facciones de La Doce para hacerse con el control de la barrabrava y los negocios, que se expresó hace dos meses en un enfrentamiento a tiros en los alrededores del Nuevo Gasómetro que terminó con un muerto de cada facción. Y por otra, un aviso para que el pedido de regreso ante la AFA de los visitantes tengan más ímpetu. Unas horas después, se supo que el presidente Daniel Angelici había pedido una licencia para emprender una inoportuna gira por Italia y España.
“La licencia no tiene que ver con las pintadas. Cada vez que viajo, pido licencia”, explicó el dirigente. “Los pasajes fueron comprados hace mucho tiempo. Voy con el gerente general y el arquitecto del club, a visitar ciudades deportivas”, detalló. Para explicar su ausencia en días álgidos, Angelici alegó trámites personales y gestiones institucionales en el viejo continente. “No creo que sea porque tenga miedo. No creo que sea algo nuevo. Sí que quiera alejarse un poco, pero no creo que se haya sentido amenazado”, dijo a Infojus Noticias un allegado a la dirigencia del club. Oscar Moscariello quedará a cargo por línea sucesoria.
Moscariello es un Demócrata progresista que llegó a la Legislatura de la capital por una alianza de su partido con el PRO. Entre 2009 y 2011, como vicepresidente de la Legislatura, y por la vacante de la vicejefatura, era el primero en la línea sucesoria de Mauricio Macri.
En el mundo Boca, lo único que parece encaminarse es el rendimiento deportivo. Sigue avanzando la causa judicial en la que se investigaba el homicidio de Ernesto Cirino por la que están presos los dos cabecillas de la barra -Mauro Martín y Maxi Mazzaro-, derivó en una investigación mucho más trascendental, sobre una asociación ilícita en donde se investigan nexos entre barras, policías y dirigentes.
La lupa judicial sobre la policía y los negocios de La Doce, y la detención de sus cabecillas, que tenían línea directa con la Comisión Directiva, entorpecieron la recaudación de los negocios. “Se cortó mucho la venta de ropa oficial, del remanente que las empresas les daban a la barra a costo muy bajo para que los revendieran”, cuenta un hombre cercano a la barrabrava. “También bajó muchísimo la reventa y la entrega de carnets”, explicó. Precisamente, desde el domingo pasado se implementó en Boca un sistema que ya venía instrumentándose en la práctica con gente de la barrabrava: los plateístas que tienen abono deben avisar con varias horas de anticipación si van a ocupar o no sus lugares. Si no lo hacen, son penalizados y su sitio es destinado a otro hincha.
La convulsión al interior de la dirigencia también se da en términos de pertenencia partidaria. Angelici, aunque viene de una tradición radical, fue el delfín que dejó Macri para la sucesión institucional, y apoyó la campaña política del PRO en el distrito porteño.
En ese contexto, se inserta la disputa de los bravos y las internas de la dirigencia. A pesar de que Angelici declaró públicamente que la prohibición de los hinchas visitantes no es la solución a la violencia que rodea al fútbol, por lo bajo él y varios dirigentes más están de acuerdo. “Se ahorran plata y quilombos: pagan menos de operativos policiales, no tienen que bancar colectivos, y se olvidan del tema cuando son visitantes: no tienen que sacarlos con plata cuando caen presos”, dicen fuentes muy próximas a la dirigencia. Pero advierte: “cuando pierde la policía, y el comisario pierde la cometa, terminan armando quilombos”.
Ahora están bajo la lupa, y hay quietud. Pero los próximos días pueden ser decisivos.