El ex ministro de Economía de Menem y De la Rúa, procesado por la licitación de bonos del 2001, presentó su nuevo libro: "Camino a la estabilidad". Aprovechó para aconsejar a los futuros presidentes y dijo que la causa judicial del Megacanje era "absurda".
-Mingo ¿Qué consejo le darías al próximo presidente?-, dijo el economista Juan Carlos De Pablo y aceitó la ilusión del ex ministro, que participó de la pesificación de la deuda externa en el final de la última dictadura, fue el funcionario estrella del gobierno de Carlos Menem y garantizó el Megacanje, que terminó de empujar la crisis económica del 2001 durante la administración de Fernando De la Rúa. En el salón se hizo un breve silencio, hubo algunas risitas alentadoras y cierta cuota de expectativa. Al fin y al cabo, las 53 personas que habían llegado a la librería, en el microcentro porteño, querían escuchar lo que Domingo Cavallo tenía para decir en la presentación de “Camino a la estabilidad”, su nuevo libro.
-Hay que revertir la pesificación conceptualmente y decirle a la gente que se manejen con dólares, euros o pesos. Todas las monedas deben ser legales y tiene que haber tipo de cambio flotante. Eso obligará a cuidar el valor del peso. Eso va a generar la tendencia a la desaceleración de la inflación.
La respuesta de Cavallo, único procesado por el Megacanje -"una causa absurda", dijo-, llegó mientras en Nueva York terminaban las reuniones en paralelo entre el mediador Daniel Pollack con los funcionarios argentinos y también con los representantes de los fondos buitres. El 69 por ciento de sus bonos, y por los cuales lograron la sentencia que les abrió la posibilidad de tener una ganancia del 1.600 por ciento, están los del Megacanje. Unas reuniones se hacían en el centro financiero de Manhattan, la otra en una librería, a unas cuadras de Plaza de Mayo.
La defensa blindada del plan de convertibilidad –un peso, un dólar- parecía de otro tiempo. Sonaba a su campaña electoral por Acción por la República o al acicateo de las ilusiones de la clase media: “Lo importante es proteger el ahorro de los argentinos”. Esa había sido una de sus frases preferidas durante los noventa pero estalló en el aire con la crisis, que fue el final de un proceso de endeudamiento cíclico para alimentar al país de los dólares necesarios para sostener la ficción de la paridad cambiaria entre las economías de Argentina y Estados Unidos.
En la primera fila del salón, con 130 butacas, lo miraba Sonia, su esposa. En esa fila había sólo otras dos personas. En el resto del salón, las butacas se habían ocupado en forma salteada, de a dos y hasta cinco personas por fila. En la número siete, casi en el centro exacto, estaba el escritor y ex funcionario menemista Jorge Asis. Cerca de él había otro viejo amigo de Cavallo, Tomás Horacio Liendo, que fue su jefe de asesores cuando fue ministro de Economía de la Alianza. Liendo acaba de ser sobreseído en la causa por el Megacanje. Estaba acusado de participar, junto al ex ministro y otros funcionarios, de las reuniones donde se corrigió el precio de corte después de que cerró la licitación.
Cavallo había iniciado su presentación haciendo una cerrada defensa de su rol como ministro y del régimen de convertibilidad. “Teníamos un capitalismo sin mercado combinado con un socialismo sin plan y pasamos a una economía de mercado conectada con el mundo, con libertad para fijar precios internos”, dijo y el tiempo parecía correr hacia atrás, hacia los días en que hablaba en el microcine del Ministerio de Economía, cuando el país seguía prendiéndose fuego y él decía que no lo entendían pero que estaba en lo cierto.
“En los últimos doce años volvimos a la desorganización de la economía de 1989”, subrayó y soltó otra de sus ideas de fondo: “Es una sociedad de muchas corporaciones e intereses. Cuando se ven amenazadas las defienden con uñas y dientes. Y este gobierno plantea todo en términos ideológicos, que son temas irrelevantes. Lo relevante es cómo se administra”. Lo aplaudieron.
Después volvió a defender el Megacanje. Dio detalles de cómo se hizo procedimiento y de cómo se acercaron funcionarios de Merrill Lynch, Deutsche Bank y Citi. Las casas bancarias que se asesoraron en el canje de bonos, que concretó Cavallo junto a su amigo David Mulford. La operación, que permitió canjear 46 títulos viejos por 5 nuevos, elevó la deuda pública en más de 55 mil millones de dólares.
Sobre el final de la charla se preparó para marcar los dos errores que no debía cometer ningún candidato a presidente. En ese exacto momento llegó el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, de traje oscuro y corbata naranja, y caminó a lo largo de todo el salón hasta llegar a la primera fila. Se sentó, se convirtió en el asistente número 54 y pudo escuchar los consejos de Cavallo: “No hay que cometer una pesificación forzosa ni creer que la clave del crecimiento es el dólar alto, esa es la causa de la pérdida de competitividad”.
Pocos minutos después, terminó la presentación.
Todos aplaudieron a Cavallo y un puñado de personas se acercó a saludarlo o pedirle un autógrafo. Rattazzi se acercó y se encontró con Liendo, se saludaron con un apretón de manos, con un abrazo también. Ahí también se entrecruzaron con Asis, que saludó a los dos y después a Cavallo le hizo el gesto de aliento del puño cerrado con el pulgar levantado.
“El Mingo la tiene clara. Comparto muchas cosas con él”, dijo Rattazzi, antes de dejar el salón. A unos metros, una mujer le pedía una selfi a Cavallo.