A los 38 años juró como Secretario General de la Presidencia. Hijo de desaparecidos, sus compañeros lo reconocen por su pensamiento estratégico, su carisma y humildad. Obsesivo y detallista, su historia personal está ligada de manera dramática a los días más oscuros de la Argentina.
Eduardo Wado de Pedro nació el 11 de noviembre de 1976, pero también un mes antes de cumplir su primer año de vida. Su papá, Enrique “Quique” de Pedro, estudiaba Derecho y militaba en la Juventud Peronista y Montoneros. Fue asesinado en abril de 1977. Tiempo después, un grupo de tareas encontró la casa de la madre, Lucila Révora, en el barrio porteño de Floresta. Llegaron con bombas y hasta un helicóptero. Un secuestrado habría dicho que en esa casa había 150 mil dólares. La mujer logró acomodar a su bebé de once meses -le decía “Pichu” o “Wado”- en una bañadera para protegerlo del tiroteo. Lucila Révora desapareció aquel 11 de octubre de 1978. Estaba embarazada de su nuevo compañero, Carlos Fassano (presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de la UBA), fusilado ese mismo día.
Al bebé lo dejaron en casa de unos vecinos. Más tarde, otros hombres que llegaron en un Falcon verde, se presentaron como sus tíos y se lo llevaron. Nadie sabe por dónde anduvo Wado los siguientes tres meses. La única certeza es que la familia de Lucila, que era de Mercedes, lo buscó desesperadamente. Un tío encontró a un comerciante del barrio con vínculos con Suárez Mason. Después de muchas idas y vueltas, el 13 de enero de 1979, alguien llevó a Wado hasta la catedral de Mercedes. Recién entonces su familia logró recuperarlo. Creció en Mercedes, rodeado de tíos y primos. Él lo cuenta en su perfil de Facebook: “una vida típica de un tranquilo pueblo del interior argentino. Mientras crecía en esa ciudad donde se había criado mi mamá. A medida que pasaban los años, comencé a interesarme cada vez más por la historia de mis padres”.
"A Wado lo conocí en HIJOS. Nos cruza una historia muy particular: mi segundo nombre es Enrique por el papá de Wado: era el responsable político de mi papá. Tenemos una historia común", contó Carlos Charly Pisoni, Subsecretario de Promoción de Derechos Humanos de la Nación, a Infojus Noticias. "Tiene todo lo que tiene que tener un militante: compromiso, compañerismo pero también una formación muy importante. Pudo estudiar, formarse. Algo que no todos los militantes pueden hacer por cuestiones de tiempo", agregó.
Eduardo De Pedro, desde el jueves Secretario General de la Presidencia, es abogado y cursó una Maestría en Administración y Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés. En los ´90 militó en HIJOS. En la Facultad de Derecho de la UBA también militó en NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas). Participó desde el inicio en la gestación de La Cámpora y del Frente Mercedino para la Victoria. Fue vicepresidente de Aerolíneas Argentinas y diputado. Los que lo conocen aseguran que su figura creció por su visión política estratégica, su capacidad de trabajo y de gestión, pero también, por su carisma y humildad. Dos virtudes que muchos emparentan con la actitud de quienes se han fortalecido en la lucha contra la adversidad.
Wado de corrido
Wado de Pedro habla lento para ganarle a su disfluencia en el habla. Si está tranquilo, no suele trabarse. Cuando algo comienza a incomodarlo, o a ponerlo nervioso, vuelve a trabarse. Néstor Kirchner lo ayudó a vencer el temor de enfrentarse a los micrófonos. Como referente de HIJOS y La Cámpora, lo evitaba.
En una entrevista en televisión le preguntaron por su tartamudez.
–Uno ante situaciones de exposición –dijo- tiene determinados mecanismos que hacen aumentar la tensión en el habla. Científicamente, ahora dicen que es un sistema por el cual uno de los dos hemisferios funciona más rápido que el otro.
–Yo te voy a decir lo que te dijeron en términos porteños –respondió el entrevistador- Ustedes piensan más rápido que los comunes y el problema es que la lengua no trabaja a tanta velocidad.
Esta vez, en lugar de enojarse, como cuando en la escuela alguien se burlaba, De Pedro se rió. Hoy tiene cuentas de Twitter y Facebook. El usuario es “Wadodecorrido”.
La confianza y la contención de sus compañeros le sirvieron de bastón. Cuando en el plenario de La Cámpora de diciembre de 2012 en la ex ESMA, Wado habló ante 2500 militantes y recordó cuando Néstor y Cristina Kirchner recuperaron ese predio, las palabras se acomodaron con fluidez:
–Tenemos que mantener los valores que los 30 mil compañeros dejaron impregnados en estas paredes, que son humildad, solidaridad, compromiso, valentía, militancia, emoción, alegría–dijo sin tartamudear y entre lágrimas, en medio de los cantos y el aliento de los presentes.
Memoria en acción
Quince años separan la jura del jueves en la Casa Rosada y su primera acción de militancia colectiva, en un salón de Tribunales. Otro febrero, pero del año 2000, un grupo de estudiantes de Derecho entró en la sala de Tribunales. Bien vestidos, con carpetas y lapiceras, se acomodaron en el lugar reservado para el público. Astiz había sido citado a declarar por sus declaraciones en una entrevista: “estaba preparado para matar periodistas”.
La sala parecía una foto: nadie se movía. Hasta que entró.
–¡Ahora! –El grito de una chica rompió el silencio.
–¡Genocidas a la cárcel! ¡Asesino! ¡Torturador! ¡Que lo juzguen por lo que hizo, no por lo que dijo! –la siguieron los demás.
En el revuelo, muchos se sacaron las camisas y descubrieron remeras que habían escrito a mano. Decían “cárcel al torturador”. Astiz se mantenía serio, de espaldas al grupo, como si intentara contener la misma ira que asesinó a los padres de esos jóvenes. No aguantó mucho: minutos después, mientras la policía intentaba desalojar a los HIJOS, escapó por una de las puertas de la sala.
Muchos leen ese día como fundacional en la militancia pública de Wado. Según relató Sandra Russo en su libro Fuerza propia, fue quien organizó el escrache. Entonces trabajaba en la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN). Su paso por la militancia sindical dentro del gremio le dio un fuerte respaldo para lo que llegaría años después.
Hijo de la resistencia
El 20 de diciembre de 2001 se bajó de un taxi en Plaza de Mayo para hacer trámites de su trabajo y se enteró: estaban reprimiendo a las Madres. Dejó todo y fue a poner el cuerpo. La policía lo frenó a golpes y lo metió en un patrullero de la Federal. Todavía no había mucha gente en las calles.
–¡Hijo de puta! ¿Te hacés el guapo? Te vamos a matar –le decían mientras lo rozaban con una picana para inmovilizarlo.
Aquel día, Wado pensó que no sobrevivía.
Adentro del patrullero, los golpes continuaron hasta que, de milagro, el móvil policial chocó. Varias personas se acercaron, Wado pidió ayuda.
–Callate, hijo de puta, porque en cuanto lleguemos te vamos a matar –le dijo por lo bajo uno de los policías.
Alguien llegó a escucharlo y llamó a una ambulancia. Lo trasladaron esposado al Hospital Argerich.
–Ojo, con lo que decís, no te hagas el pelotudo –le dijo uno de los policías que lo custodió antes de que lo revisaran.
Uno de los médicos que lo atendió, el doctor Pablo Barbeito, comprendió rápido y llamó a los compañeros de Wado de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN). Con la ayuda de algunos integrantes del CELS, que también corrieron al lugar, lograron sacarlo.
Detallista y obsesivo
Wado De Pedro concibe la gestión como el modo más desafiante de militar. Fue electo diputado nacional en 2011. Diana Conti, una de sus compañeras en el Congreso, lo recuerda como un hombre detallista: “Revisaba hasta la coma de un texto, era sumamente obsesivo”.“El equipo de Wado fue fundamental para impulsar las leyes de reforma judicial, temas constitucionales y jurídicos. Su punto de vista era siempre era muy ilustrativo de la sapiencia de los temas”, contó la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Como diputado, tiene un presentismo del 97,75% en la Cámara baja. Faltó a dos votaciones.Marcos Cleri, también diputado y miembro de La Cámpora, dice: “Hacía un trabajo minucioso, responsable. Era muy atento: seguía el trabajo de las comisiones, no sólo en las que él participaba. Acompañaba a las autoridades del bloque, escuchaba a los diputados de las provincias”.
En el Consejo de la Magistratura -juró en noviembre de 2014- jugó un rol estratégico y dejó su huella. Su capacidad de trabajo le valió el reconocimiento de sus pares. Después de conocerse su nombramiento como secretario General de Presidencia, la presidenta del Consejo, Gabriela Vázquez, destacó el rol de De Pedro “en el impulso a la Comisión de Selección de Magistrados, que preside, y demostró un gran compromiso con el buen funcionamiento del Consejo y del Poder Judicial”. El ex presidente del Consejo, Alejandro Sánchez Freytes, también lo elogió, marcó la capacidad de trabajo que mostró en ese espacio, y agregó: “Creo es un enorme desafío que una persona tan joven ocupe ese lugar”.
Una fuente que trabajó hace unos años con él contó a Infojus Noticias: “Más allá de que ahora ocupa un cargo súper ejecutivo, hace mucho que está detrás de la gestión. Es un obsesivo del trabajo, exigente y bravo. A las siete de la mañana te llama para preguntarte si terminaste lo que te pidió a las siete de la tarde del día anterior”. Pragmático, sabe dar órdenes con buen tono. Y si las cosas no salen como esperaba, no levanta la voz: “te llama a un costado, te habla bien y te clava una mirada que te perfora”.
Sin protocolo, con salame mercedino
Nunca le gustaron los protocolos. Y lo dejó claro en el Vaticano, con la comitiva que acompañó a la Presidenta en una de las visitas al Papa Francisco. Wado preparó su jugada. Uno a uno fueron pasando todos para estrecharle la mano al Papa. Cristina, al lado de Francisco, los iba presentando. A su turno, Wado se acercó y saludó sonriente.
–Le traigo saludos del monseñor Jorge Bruno y de Agustín Radrizzani- dijo.
–¿Sólo saludos me traés?- se rió el Papa.
Entonces Wado le ofrendó un salamín traído de su Mercedes natal. Hubo carcajadas. Cristina acompañó la escena, sorprendida por la ocurrencia de uno de sus hombres de confianza.
“Uno de los mejores de nuestra generación”
El jueves, cuando en el Salón Blanco de la Casa Rosada la Presidenta le tomó juramento como Secretario General, decenas de manos levantaron sus celulares para grabarlo. Wado es uno uno de los integrantes del Ejecutivo más jóvenes de la historia y su llegada a ese lugar está cargada de peso simbólico. "Es una alegría muy grande que ocupe ese espacio, porque estuvo apropiado, fue recuperado, se acercó a HIJOS, formó parte del espacio universitario Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y después de la creación de La Cámpora", dijo a Infojus Noticias su compañero de militancia Carlos Charly Pisoni, Subsecretario de Promoción de Derechos Humanos de la Nación. "Wado es uno de los mejores reflejos de nuestra generación. Es como si estuviéramos un poco todos nosotros ahí. Nos emocionamos mucho”, agregó.
"Es la síntesis de la memoria, la lucha y el futuro, que como muchos jóvenes militantes hacen del porvenir un camino de militancia y derechos recuperados", comentó el diputado Héctor Recalde a un periodista de la agencia Télam.
Wado, con los dedos en V, sonreía con sus ojos de galán de cine. Sonrió y saludó a sus compañeros durante toda la ceremonia. Nadie sabe qué rincón del pasado o del futuro pasó por su mente. El fervor que se vivió en el Salón Blanco de la Casa Rosada coronó un día histórico en su incipiente carrera política.