En el homenaje al diputado y defensor de presos políticos, el director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami, destacó su rol como militante político. Su hijo, Ramiro Ortega Gómez, puso de relieve “la batalla cultural” que se dio en los últimos años.
“El que quiera encontrar un peronista cercano a la izquierda lo va a encontrar en él, también si buscan un peronista defensor de los sindicatos o un peronista que luchó por el retorno de Perón y el gobierno de Cámpora, y también si buscan un peronista que se anticipó a señalar algunas desviaciones del proceso que comenzó en 1973. Rodolfo Ortega Peña vivía con tal pasión que se adelantaba al resto y tenía muchas facetas”, dijo Eduardo Jozami al definir al diputado que fue asesinado el 31 de julio de 1974 y cuya muerte “anticipó lo que se venía”. Así, en el cierre del homenaje realizado en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, el periodista y abogado buscó abarcar la complejidad de ese hijo de una familia acomodada que eligió ser laboralista en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), defensor de presos políticos, historiador y editor de libros.
El homenaje, que organizó su hijo Ramiro Ortega Gómez, comenzó con la lectura de un poema de escribió Vicente Zito Lema para el tercer aniversario del asesinato. Homenaje a Rodolfo Ortega Peña, in memoriam a los caídos, fue publicado en España mientras el poeta estaba exiliado. “No tiene final un poema para el amigo asesinado/ Tampoco tiene final esta lucha que nos envuelve y desgarra”, leyó Damián Guiñazú. Estaba prevista la participación de Zito Lema, poeta, abogado y docente, pero se demoró en un viaje y no llegó a tiempo.
González Gartland fue compañero de militancia de Ortega Peña y activo miembro de la Gremial de Abogados.
Ortega Peña, asesinado el 31 de julio de 1974 a los 38 años, fue uno de los fundadores de la Asociación Gremial de Abogados, escribió una docena de libros históricos y editó -siempre junto de Eduardo Luis Duhalde- la revista Militancia peronista para la liberación. En marzo de 1974 había asumido como diputado por el Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi) y juró en su banca con la consigna "la sangre derramada no será negociada".
En la Sala Nicolás Casullo del Centro Cultural Haroldo Conti, en el predio donde funcionó la Esma, volvieron a encontrarse viejos compañeros de militancia como el abogado Carlos González Gartland –quien participó de la Gremial de Abogados- y Eduardo Tavani; el padre Luis Farinello, que se sumó desde el cristianismo al proceso político del setenta; y Marcelo Duhalde, hermano del fallecido secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde. También participaron militantes del movimiento de derechos humanos; el secretario ejecutivo del Consejo Federal de Derechos Humanos, Agustín Di Toffino, y envió un saludo el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda.
El padre Farinello se acercó al proceso político de los setenta desde el cristianismo.
“En cuarenta años nos pasaron cuarenta años. Yo tenía ocho cuando lo mataron. Jugaba, andaba en bicicleta. Pero hemos vencido a la muerte, hemos vencido al dolor y peleamos por constituirnos, por tener una generación de traspaso, que son nuestros hijos. Y en estos últimos diez años podemos mirar a nuestros hijos a los ojos y decirles que no hay impunidad”, sostuvo Ortega Gómez.
Agregó: “Este espacio cultural, que ganamos a pesar de los avances y retrocesos, no nos lo saca nadie. Al cumplirse el treinta aniversario de la muerte de mi padre, un presidente de la Nación por primera vez envió un salido y una corona de flores. Ahí comencé a pensar que esa batalla cultural era posible. Por eso elegimos este centro cultural para homenajear a Ortega Peña porque los homenajes valen la pena para ponerlos en el presente”, enfatizó.
Jozami, director del centro cultural, destacó que Ortega Peña fue uno de los que planteó la necesidad de utilizar el Derecho “como una herramienta de la lucha popular” cuando los jóvenes abogados comenzaban a desencantarse con esa profesión. “Fue uno de los que nos hizo comprender que para la transformación de la sociedad el Derecho podía cumplir un rol fundamental. Gracias a eso empezamos a ver que había algún lugar para los abogados”, afirmó.
“La muerte de Rodolfo, dolorosa y sentida como pocas, fue al anuncio de lo que vendría después. Se sabía que Ortega Peña era uno de los condenados, no sólo porque había sido amenazado, sino porque bastaba ver cómo se destacaba en la denuncia de las políticas de Isabel Perón. Pero cuarenta años después podemos recordar a Rodolfo de otra manera porque podemos avanzar en el camino que Rodolfo nos dejó como legado”, finalizó.