En 1979, el ex secretario de Hacienda fue a la ESMA y estuvo en una sala de torturas donde fue llevado Orlando Ruiz, que estaba secuestrado y hoy permanece desaparecido. Los fiscales de la causa en la que se investigan los crímenes de ese centro clandestino de detención, lo señalaron como a "un eslabón más de la cadena represiva" en la que "cada uno cumplió su rol".
El ex Secretario de Hacienda de la dictadura, Juan Ernesto Alemann, visitó la ESMA en pleno terrorismo de Estado. Él mismo lo admitió cuando declaró en el juicio. Dijo que el 7 de noviembre de 1979 sufrió un atentado. Que había salido de su vivienda “a fin que el chofer lo llevara a comprar habanos” y que lo atacaron. Que después, con “motivo del atentado”, fue invitado al centro clandestino para ver las armas “con las que le habían disparado”, porque le dijeron que “habían capturado al grupo”.
En los alegatos del tercer juicio oral por los crímenes cometidos en la ESMA, la fiscalía –en un tramo de la exposición que durará dos meses- continuó con el detalle probatorio de cómo operó una "empresa criminal conjunta" en la que "todos cumplieron su rol". Y señaló a Alemann como un “eslabón más de la cadena represiva”, alguien que “formó parte del aparato terrorista” y lo acusó de atormentar a un secuestrado: Orlando Antonio Ruiz, que aún continúa desaparecido. Los alegatos continuarán el 13 de agosto, con la parte de "vuelos de la muerte", donde están acusados Enrique de Saint George, Julio Alberto Poch y Gonzalo Torres de Tolosa.
Para la fiscalía, Alemann “tuvo responsabilidad en el financiamiento de los grupos de tareas” y “estos vínculos le permitieron llegar hasta la víctima a quien habían sindicado como autora de un atentado contra él”. Por estos hechos lo imputó por haber ido a la ESMA “en calidad de Secretario de Hacienda de la Nación” para encontrarse con un detenido. Lo que buscaba era que Ruiz diera información del atentado “aparentemente perpetrado por un comando Montonero”. El “encuentro forzado” ocurrió en una sala de torturas conocida como “Huevera”. A Ruiz lo llevaron encapuchado, esposado y engrillado.
El alegato puso el eje en una cuestión clave: el rol del Ministerio de Economía –que estaba integrado por Secretarías, como la de Hacienda- en el engranaje represivo. “Desde el poder económico se ha colaborado activamente con solventar la dictadura militar, cuando se puso en juego al Estado con todos sus recursos. El golpe de estado tuvo su aporte civil decisivo que sumó cuadros técnicos y un programa económico acorde con los ideales instaurados por los dictadores”, enfatizó la fiscal.
Alemann, precisó, entró con absoluta impunidad a la ESMA por ser un alto funcionario de la dictadura. Su llegada fue planificada. El relato dos sobrevivientes –Víctor Basterra y Carlos Lordkipanidse-, que lo vieron entrar el día en que Ruiz fue llevado a la sala de torturas, fue clave para acreditar la prueba. Lordkipandise escuchó el sonido de los grilletes que tenía Orlando Ruiz. El encuentro duró media hora. En palabras del testigo, “(Alemann) era el jefe, todos los demás represores le rendían honores”. A los ojos de los prisioneros ilegales, la figura de Alemann estuvo ligada a los estamentos más altos del poder.
Alemann, un hombre alto, corpulento, de piel blanca, estaba vestido de traje gris y zapatos negros, y fue acompañado por una comitiva de diez personas. Después del encuentro, los testigos no volvieron a ver a Orlando Ruiz en la ESMA. “Los testimonios no hacen más que afirmar que Alemann no sólo fue a la ESMA sino que fue puesto ante Orlando Ruiz, a quien acusaban de haber causado su atentado, y a quien le pedían explicaciones sobre lo ocurrido”, concluyó la fiscalía, quien acreditó la “violencia psíquica” ejercida contra la víctima.
Un lobo con piel de cordero
Además de funcionario de la dictadura e ideólogo del neoliberalismo, Juan Ernesto Alemann fue periodista, empresario y doctor en economía. Fue propietario del diario Argentinisches Tageblatt y presidente de la empresa Serve América, entre otras actividades. El 17 de marzo de 1974, en una nota editorial del diario, recomendaba aplicar a los miembros de la guerrilla y a sus "colaboradores" la metodología nazi de desapariciones reglamentada en los decretos de Hitler firmados por Keitel y conocidos como "noche y niebla". Su hermano, Roberto Alemann, fue Ministro de Economía durante la Dictadura militar, desde el 22 de diciembre de 1981 al 2 de julio de 1982.
La fiscalía comprobó que nunca mostró arrepentimiento. Justificó, siempre, los hechos de la dictadura. Y de forma brutal.
Al referirse a la apropiación de niños, dijo: “Hubo 200 y pico de casos de mujeres que tuvieron hijos en cautiverio y después las liquidaron. De esos, unos 200 los entregaron a los jueces y quedaron menos de 30 casos que se distribuyeron entre familias de militares. Eran chicos que sobraban, porque esos guerrilleros constituían parejas y mientras peleaban tenían hijos. Era una irresponsabilidad. Pero no hubo robo de chicos. Hay que tener estómago para hacerse cargo del hijo de un guerillero”.
-¿Las cosas pudieron hacerse de otra manera? –le preguntó un periodista.
Alemann respondió:
-Yo hubiera hecho otra cosa. Hubiera declarado el estado de guerra interno y hubiera fusilado a todo guerrillero que se encontraba con armas. Así se hizo en Chile.
JM/SH