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Cuando en la madrugada del 8 de enero de 1978 los militares fueron a buscar a Miguel a su casa de Berazategui, encontraron una inmensa bandera argentina desplegada sobre una silla.  “Le preguntaron por qué la tenía- cuenta su hermana Elvira- y él contestó ‘porque soy argentino’. Era la bandera que llevaba a todas partes, y justo volvía de correr una carrera en Brasil.”

Miguel Benancio Sánchez nació en Tucumán el 6 de noviembre de 1952. Trabajador de la industria azucarera, su padre falleció cuando él tenía 10 años. “Cuando murió mi papá, -dice Elvira- Miguel tenía diez años; entonces tuvo que dejar la escuela para ayudar en la casa”. Al poco tiempo se mudó con su madre y algunos de sus nueve hermanos a Villa España, en Berazategui.

Buenos Aires significó una nueva vida para él: por sus propios medios completó sus estudios secundarios, mientras hacía algunas changas como pintor y jugaba en las divisiones inferiores de Gimnasia y Esgrima de La Plata. A los 20 años, con sus amigos del barrio, militaba en la Unidad Básica y en la Juventud Trabajadora Peronista.

Por esa época entró como ordenanza al Banco Provincia, y tuvo que dejar el fútbol. Pero “se dio cuenta de que sus piernas eran muy veloces”, recuerda Elvira, y decidió entrenar para correr. Primero lo hizo en el club Atlético Independiente y luego en el Muni de Avellaneda.

El 31 de diciembre de 1977 Miguel cumplió su sueño: participar en la carrera de San Silvestre que se hacía cada año San Pablo. En Brasil lo entrevistaron los diarios y no se cansó de denunciar la represión que sufrían los argentinos con la dictadura. La Gazeta de San Pablo publicó un poema suyo: “Para vos, atleta”, que se hizo célebre y años más tarde se estamparía en las remeras de los corredores de una carrera bautizada con su nombre. También la AFA le puso su nombre a la Copa del Torneo de fútbol “Nietos Recuperados” que se juega este año.