El padrastro de Lucas Cabello negó que el joven estuviera armado cuando un efectivo de la Policía Metropolitana lo baleó. Sigue internado en terapia intensiva en el Hospital Argerich. Desde la fuerza de seguridad porteña dicen que hubo un "enfrentamiento".
“¿Lucas estaba armado?”, preguntó uno de los periodistas esta mañana. “Sí, con dos sandwiches de milanesa que había ido a comprar para su familia”, contestó Rubén, el padrastro del joven de 20 años internado desde ayer en el área de terapia intensiva del Hospital Argerich. Fue llevado allí después de que un efectivo de la Policía de la Metropolitana le disparara tres veces. Sobrevivió pero no puede mover los brazos ni las piernas. Los vecinos de su cuadra, en el barrio porteño de La Boca, y la familia lo repiten una y otra vez: Lucas Cabello no estaba armado. No hubo un tiroteo, insisten, y a metros de Martin Rodríguez al 500, donde cayó Lucas herido de bala, hay dos patrulleros de la Metropolitana custodiando el lugar.
Belén vive al lado de la casa de Lucas, a pocas cuadras de la cancha de Boca, en una construcción que depende del Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires (IVC). Tiene 19 años y se crió con él. Ayer a las 15:30, lo vio llegar sin remera y con el torso completamente descubierto. Había ido a la esquina a comprar comida para su novia y su nena de dos años. “Su hija vio todo”, se lamenta la chica.
“El policía que le disparó entró corriendo al primer piso y empezó a llamar a sus compañeros por el handy. Nos pidieron que nos tiremos al piso. No pudimos ver nada. La hermana de Lucas le rogó al policía que llamara a una ambulancia y no lo hizo. Le cerró la puerta en la cara”, contó a Infojus Noticias esta mañana. El agente que lo hirió estaba en consigna custodiando a una vecina de Lucas por una causa de amenazas.
La médula
Fueron los propios vecinos los que lo subieron a un auto y lo llevaron al Argerich. “Escuché los tiros y vine. Ahí lo vi a mi amigo tirado. Me da mucha bronca. La policía se gana el pan trabajando sentados en un auto y molestan a los pibes que andamos en la calle. Hay muchos testigos porque fue a plena luz del día. Estábamos todos los vecinos”, dijo Víctor que vive a la vuelta de la casa de Lucas.
Esta mañana la familia del joven se reunió con su abogada Gabriela Carpineti, que se presentará hoy como querellante ante el Juzgado de Instrucción 35, a cargo del juez Osvaldo Rappa. Los padres de Lucas, su novia y otros testigos también contarán lo que vieron a los especialistas de la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin). “La policía venía hostigando a los chicos que viven en el lugar”, contó Carpineti.
“Es un caso de gatillo fácil. Lucas está peleando por su vida. Le destrozaron la médula”, dijo el padrastro a Infojus Noticias cuando salió de su casa directo a la sede judicial.“Lucas está igual. Yo no puedo más. Lo único que quiero es que mejore”, dijo a esta agencia Camila, la pareja de Lucas y madre de su hija. Ella lo acompaña en el Argerich.
El arma
En una improvisada rueda de prensa en la localidad de Avellaneda, la vicejefa de gobierno porteño María Eugenia Vidal aseguró que el agente de seguridad intervino en un episodio que "en origen es un caso de violencia de género".
"Se le había dado un botón antipánico a la pareja de esta persona y se agregó una consigna policial, para otorgarle protección a la mujer", contó Vidal a los medios presentes. Camila, la pareja de Lucas, contrastó esta versión y también negó haber denunciado a su novio. Y aseguró a Infojus Noticias que el botón antipánico estaba en manos de una vecina por otro caso con el Lucas no tenía ninguna relación.
"Ella salió de su casa gritando, con el dato de que había denunciado que su pareja la había amenazado de muerte, y el agente le dio a él la voz de alto, pero (el muchacho) no atendió el pedido y ahí se generó la reacción de la policía", dijo la vicegobernadora. Y remarcó: "Es importante aclarar que esto no se dio porque el policía estaba ahí de casualidad, sino por un caso de violencia doméstica: había una denuncia, la mujer tenía un botón antipánico y el policía estaba protegiéndola".
En la misma línea que Vidal, los voceros de la Policía Metropolitana y fuentes ligadas al Ministerio de Seguridad porteño agregaron que “el policía fue amenazado con un arma por este chico”. Señalaron, además, que “el policía está demorado, a la espera de que le tome declaración el juez”. La causa la “está investigando la Policía Federal y hay una auditoría externa del Ministerio para determinar, mientras tanto es pasado a disponibilidad”, agregaron.
“El brazo ejecutor de Macri”
Un grupo de organizaciones sociales sacó un comunicado en el que señalan que Lucas es “una nueva víctima de la Policía Metropolitana a cargo de la gestión macrista”. En el escrito denuncian: “El feroz accionar de la fuerza de seguridad porteña demostró una vez más ser el brazo ejecutor de Macri para resolver las problemáticas sociales en la Ciudad”.
“Resulta inadmisible que estos hechos sigan aconteciendo en nuestra Ciudad a más de treinta años de recuperada la democracia y denunciamos que la actual política de ‘seguridad’ no ha cambiado desde que comenzó ‘limpiando’ de pobres las calles en manos de la patota institucionalizada de la UCEP y que continuó con el bautismo de fuego de la policía Metropolitana reprimiendo a trabajadores de la salud, pacientes y periodistas en el hospital Borda. A poco de cumplirse ocho años de la gestión del ingeniero Macri, la violencia continúa siendo marca registrada de las políticas de Estado en materia de seguridad ciudadana”, se lee en el comunicado firmado, entre otras agrupaciones, por la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional UTE/CTERA, Movimiento Evita, Frente Popular Darío Santillán, Peronismo 26 de Julio, Corriente Nacional Martín Fierro, Los Pibes, Agrupación Vecinos de La Boca.
Y concluyen: “Expresamos nuestro más enérgico repudio por el accionar de la Metropolitana, exigimos una pronta respuesta de la Justicia e instamos al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires a que cumpla con sus funciones en materia de políticas sociales”.
Ni un pibe menos
Ayer, mientras la familia de Lucas se concentraba en el hospital, los vecinos de La Boca salieron a las calles a reclamar Justicia. Cortaron la intersección de Almirante Brown y Villafañe con carteles que decían “Metropolitana asesina”. No es la primera vez que la violencia institucional hace pie en el barrio. En Vespucio al 300 los vecinos pintaron un mural con las caras de las víctimas: todos varones. “Ni un pibe menos” escribieron arriba de los rostros inmortalizados en la pintada colorida.
“La Metropolitana tiene mucha bronca a la juventud”, dijo a esta agencia Roxana Cainzos. La mujer conoce de cerca la violencia de la policía porteña. Su hijo, Nehuén Rodríguez, murió tras ser atropellado por un patrullero de la Policía Metropolitana en la esquina de Brandsen y Ramón Carrillo, en el barrio de La Boca, el 15 de diciembre del año pasado. Tenía 18 años. “Ahora se está haciendo una nueva pericia”, contó.
Aquel día Huracán goleó a Atlético de Tucumán por 4 a 1 en Mendoza. La victoria significó la vuelta a primera división. Después de la medianoche Nehuén, hincha del Globo, salió de su casa en La Boca hacia lo de un amigo para festejar el ascenso. Cuando lo atropellaron, manejaba su moto Golera GLA 110 por la calle Brandsen a baja velocidad y llevaba puesto su casco. La camioneta Ford Ranger de la Policía Metropolitana que impactó a la moto de Nehuén era conducida por el oficial Daniel Germán Castagnasso y el subinspector José Daniel Soria Barba iba como acompañante. Ambos coincidieron en que el patrullero iba con luces y sirenas. También quisieron instalar otra versión: dijeron que el chico no llevaba casco. Los testigos los contradijeron.
El caso de Nehuén y el de Lucas no son historias aisladas. Entre 2011 y 2014 se registraron 20 muertes violentas en manos de la Policía Metropolitana. Uno de los pocos casos que llegó a juicio oral fue la muerte de Bruno Pappa, en 2011. En mayo de este año el Tribunal Oral en lo Criminal N° 22 condenó a perpetua a Enzo Álvarez, el agente de la Policía Metropolitana acusado de dispararle al joven en la cara. Bruno tenía 26 años e iba a ser padre.
MFA/PW/RA