La Legislatura porteña aprobó en comisión un proyecto presentado por el legislador Oscar Moscariello para rezonificar la dos manzanas de Casa Amarilla y permitir su venta a Boca Juniors, el club del cual es vicepresidente. Las tierras deberían destinarse a funciones sociales pero ahora, de aprobarse la iniciativa, podrían terminar vendidas al club xeneize.
Los pedidos de varios vecinos para utilizar el predio para construir viviendas sociales no alcanzaron. Tampoco los reclamos de distintas agrupaciones de hinchas de Boca Juniors que no quieren que la cancha de su club cambie de lugar. La decisión en el macrismo estaba tomada desde que el legislador Oscar Moscariello presentó un proyecto para rezonificar las dos manzanas de Casa Amarilla y esta tarde comenzó a firmarse el dictamen favorable en la comisión de Planeamiento de la Legislatura porteña. La iniciativa es parte, aunque no lo explicita, de una estrategia que prevé vender esos terrenos a Boca Juniors y dejar de lado, definitivamente, el destino de ese predio: debía utilizarse como espacio público, educativo o de salud para los vecinos del barrio de La Boca.
Pero el macrismo no estará sólo en ese cambio de destino para las manzanas que por ahora son utilizadas por los vecinos para organizar campeonatos de futbol, pasear perros o tomar mate. El legislador Javier Gentilini (Proyecto Sur – UNEN), uno de diputados que presenció hoy las exposiciones en la comisión de Planeamiento, firmó en disidencia y dijo –a los vecinos que le señalan los perjuicios que traería las rezonificación al barrio- que podría acompañar el proyecto de Moscariello, quien no fue al debate de esta tarde a defender su propuesta titulada “Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors”.
Exactamente lo contrario hizo la diputada Gabriela Alegre, quien anticipó que el Frente para la Victoria presentará un dictamen pidieron al archivo del proyecto. Lo mismo dijo Pablo Bergel (Verde Alameda). Ese fue el pedido que repitieron una y otra vez los vecinos y socios de Boca que hablaron durante la hora y media que duró la reunión de la comisión de Planeamiento, que preside la legisladora macrista Karina Spalla, quien abrió la reunión diciendo que había una lista de veintisiete oradores pero luego no permitió que opinaran todos los anotados por “una cuestión de tiempo”.
"En un barrio donde son desalojadas familias enteras diariamente y donde se mueren pibes como Gonzalo Reinoso, la semana pasada, es ilegítimo e inmoral pensar en un proyecto que siga regalando tierras a grupos económicos", dijo Gabriela Eroles, trabajadora social e integrante del Grupo de Vivienda y Hábitat de La Boca, al reclamar una “política habitacional que contemple a los vecinos”.
A un costado, el presidente de la Asociación Civil Casa Amarilla, Diego Basualdo, seguía las exposiciones con atención. Es militante del PRO y encabeza la ONG que distribuyó las viviendas que construyó el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), que depende del Gobierno porteño, según detalló una investigación de Sur Capitalino.
A las críticas de Eroles, que se centraron en la falta de viviendas sociales en La Boca, se sumaron las de Martin Campos, de la agrupación de hinchas "Juntos por Boca", y de Matías Scinica, de "Boca es pueblo". "La plataforma electoral de Moscariello decia que iba a construir un club-shopping. Y eso no es lo que queremos ni los vecinos ni los hinchas", enfatizó Scinica y completó: "En sus manos está evitar una ola de movilizaciones porque no lo vamos a permitir".
La misma advertencia hizo Natalia Quinto, del Movimiento Para Todos Todo. “Es un proyecto que va en contra del barrio y el barrio no lo va a aceptar”. La frase pareció pivotear con las críticas que se iban intercalando sobre la falta de vínculo entre los legisladores porteños con el barrio de La Boca, en el borde sur de la Ciudad de Buenos Aires, a quince minutos de colectivo de la Legislatura porteña.
Esa fue la misma crítica que le hicieron otros vecinos de otros barrios, como la Villa 1 11 14 o el barrio Cildañez. “Queremos que vengan algún día al barrio. Pueden venir a tomar un mate o comer un asado. Nosotros no mordemos, de verdad les digo”, dijo una chica que estaba reclamando el tratamiento de un proyecto que atañe a su barrio y que fue aplaudida al final de su exposición.
Los cuestionamientos a la falta de vínculo social del club con el barrio de La Boca también lo señaló Pablo Abbatángelo, que hablo como vecino, socio y ex dirigente de Boca Juniors. "En 1992, el club recibió terrenos que le dio la ciudad y, como contraprestación, debía abrir esa zona para que los chicos del barrio hicieran actividades deportivas y recreativas pero eso nunca ocurrió", indicó Abattángelo.
Poco después se cortó la luz en todo el Palacio legislativo. Los vecinos, que llenaron la sala, vincularon eso con el tema que se estaba tratando. Hubo silbidos y abucheos y las exposiciones continuaron a voz en cuello. Eso no hizo más que generar mayor tensión y algunos legisladores, sentados en la mesa principal, chistaban a los vecinos o les hacían gestos de que se cayaran.
Sobre el final de las exposiciones, la presidenta de la comisión intentó calmar los ánimos. “Nosotros escuchamos las opiniones y muchas veces cambiamos las nuestras pero no es bueno que nos digan que esto se va a poner más feo”, dijo Spalla pero la frase sólo recibió reclamos porque –gritaron desde el fondo del salón- “escuchan las opiniones pero no cambian nada”.
Afuera, los socios de Boca, hinchas reunidos en varias agrupaciones, cantaban y agitaban banderas. “A ver, a ver los dirigentes, si pueden oír, nosotros con la Bombonera, Matar o morir”, cantaban mientras los diputados macristas empezaban a firmar el dictamen a favor de la rezonificación de Casa Amarilla.