La iniciativa fue votada por 217 diputados. Hubo una sola abstención. Pasará a formar parte del patrimonio del Congreso de la Nación y será administrado por una comisión creada para ese fin. Volverá a funcionar una confitería, un museo y un centro cultural.
La Cámara de Diputados convirtió en ley por unanimidad el proyecto que declara de utilidad pública y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural, el emblemático edificio donde funcionó la Confitería del Molino, ubicado en la esquina de las avenidas porteñas Rivadavia y Callao, frente al Congreso Nacional. La iniciativa fue votada por 217 diputados y se registró una sola abstención luego de los discursos de todos los legisladores en favor de la expropiación de este edificio art noveau que pasará a depender del Congreso y donde volverá a funcionar una confitería y un centro cultural. El proyecto, impulsado años atrás por el ex senador Samuel Cabanchik, busca recuperar el tradicional café porteño y tenía media sanción del Senado desde 2012.
Con este proyecto, la confitería, inaugurada en 1917 y cerrada definitivamente en 1997, pasará a formar parte del patrimonio del Congreso de la Nación y será administrado por una comisión creada para ese fin. En el edificio funcionará un museo dedicado a la historia del inmueble, un centro cultural, un anexo para actividades legislativas y una confitería concesionada a un privado.
La nueva norma establece que el Poder Ejecutivo adquirirá el inmueble al precio fijado por el Tribunal de Tasaciones de la Nación, para luego transferirlo sin cargo al Congreso Nacional, tras lo cual su administración quedará a cargo de una comisión bicameral.
El proyecto fue reivindicado por el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez -cedió la conducción del cuerpo para exponer desde una banca-, y legisladores de todas las fuerzas políticas.
"El Molino es el sueño colectivo de una generación que vio su propia ruina" por lo que este proyecto que busca su recuperación "tiene que ver con una Argentina que se pone de pie mirando hacia el futuro", celebró Domínguez.
El diputado Juan Cabandié reivindicó la expropiación y destacó el hecho de que se "haya valorado" este edificio que "no es sólo de aquellos que vivimos en la ciudad de Buenos Aires". Y la diputada kirchnerista María del Carmen Bianchi recordó que la confitería funcionó como un anexo del Congreso nacional y lamentó "el deterioro que sufrió en la década de los 90".
"Con esta expropiación estamos impidiendo que se tire abajo nuestra memoria", dijo la diputada oficialista Mara Brawer, para quien no es casualidad que bajo este Gobierno y esta gestión de la Cámara de Diputados se busque recuperar la confitería del Molino".
Monumento histórico nacional
El radical Fabián Rogel anunció el respaldo "pleno de la UCR" a la expropiación y recordó que desde ese lugar se produjo la "única defensa contra el golpe a Hipólito Yrigoyen" en 1930. "Es un reconocimiento a la importancia que tuvo la Confitería del Molino, un espacio donde en la incipiente democracia era escenario de los partidos políticos", celebró el massista Dario Guistozzi.
Martín Marcos, titular de la Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea de la UBA, fue uno de los principales defensores de la recuperación del edificio, "representante más fiel del estilo vanguardista del siglo 19".
La cúpula de la confitería "es extremadamente valiosa desde el punto de vista estilístico y hoy está llena de palomas, murciélagos y ratas. Arquitectos de todo el mundo no pueden creer que teniendo un edificio de semejante valor patrimonial se lo deje deteriorar de este modo", había denunciado durante una clase pública en la puerta del lugar.
El proyecto arquitectónico fue obra de Francisco Gianotti, que la ideó con una cúpula y aguja de 65 metros de altura, una marquesina metálica y refinados vitraux italianos, un estilo que transforma al edificio en una joya mundial.
El Molino acompañó desde 1917 la vida intelectual, política y social de la Argentina. Personalidades como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón pasaron por sus elegantes mesas.
Desde 1997, año de su cierre, el edificio fue declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso Nacional, área de protección histórica por el gobierno porteño y edificio catalogado de alto valor patrimonial.
"Pero tantos cuidados lo terminaron ahogando ya que finalizó atrapado en una telaraña judicial que discurre por pleitos por quiebra y por la disputa de la sucesión de su dueño original Cayetano Brenna", explicó Marcos.