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Qué bueno que tuviera que visitar el estudio de Diego Sandstede para retirar un libro. Qué bueno cuando una sorpresa es buena y se te mueven las tripas.

El PH reciclado está precioso. Mucha luz, silencio, ventanales antiguos, pinotea. Así, disfrutando de ese espacio cálido y el mate, aparece ante mí una misteriosa foto, poderosa e inquietante. Imposible no interrumpir cualquier diálogo y preguntar: ¿Y esto que es?

Coincide que ahora el estudio está ocupado por un grupo de voluntarios amantes de la fotografía que, como un equipo de forenses de guantes blancos, trabajan entre lupas, trinchetas y scanners; clasifican, rotulan, reproducen, intentando rescatar los restos de los archivos fotográficos analógicos (período 1998-2006) de la revista Veintitrés, que fueron tirados a la basura. Aquí algunas de las fotos rescatadas. 

En la muestra anual de A.R.G.R.A. –hay tiempo hasta el domingo para visitarla- hay una sala dedicada a esos ocho años de imágenes. Es conmovedor descubrir a Mercedes Sosa, Diego, a los Charly (el bueno y el malo), Norma Aleandro, De la Rúa, Cristina, Néstor, retratados por grandes fotógrafos, ahora intervenidos por los hongos del olvido, que comieron las gelatinas de los films y lograron tapar en parte los rostros y paisajes de esos años, resinificándolas en forma inimaginada.

Vuelvo a la foto que llamó mi atención. La respuesta de Diego fue: "Tomá te la regalo, es de Pablito".

Pablo Zuccheri murió un día del amigo de 1999. Tenía 29. Después de viajar dos años por Sudamérica había regresado y víviamos muy cerca. Pablo trabajaba en la revista Veintitrés. Murió un día antes de viajar a al festival de Woodstock de ese año. 

El Mago le decían de niño, cuando jugaba en La Plata Rugby Club y hacía pases mágicos sin mirar a sus compañeros. Así era el Mago, sorprendente, luminoso en su vida.

Nos unió la fotografía trabajando en la corresponsalía de La Plata del diario La Nación en los tempranos 90. Él, ya era todo un reportero. Full ambient, movidismo, locura y compromiso. Apenas me conoció, me bautizó "Hormiga Negra". Como el pájaro que no puede estar encerrado, necesitaba su libertad para sacar la magia. Y así lo hacía. Tengo mil anécdotas con él. Va una: en 1998 los Redondos tocaban en Racing. Fuimos juntos a cubrir el recital. Nos pidieron fotos de la gente. Nos metimos en la tribuna. En un momento me rodearon diez, doce tipos, algunos con cuchillos. Antes que pudieran robarme los equipos, Pablo intervino, se plantó, y desactivo el intento de robo.

Hoy nos encontramos con su magia una vez más. Aunque los años pasen sigue dándonos sus golpes de luz. Estas fotos son de octubre del ‘98. Pablo viajó a cubrir el tercer encuentro nacional de HIJOS en Tucumán. Gobernada nada menos que por Antonio Domingo Bussi. Cuenta Raquel Robles, quien participó del escrache con el que culminó el encuentro, que la ciudad estaba sitiada. Con fuerzas policiales de tres colores. Las de Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Una ostentación de poder desmedida, cinco mil efectivos, con perros y carros hidrantes. Dice Raquel que al ingreso a la provincia un cartel les daba la bienvenida: "Tucumán. Cuna de la Independencia. Tumba de la Subversión".

Los compañeros, que eran unos mil, para evitar la confrontación frente a la gobernación terminaron en el Parque que había sido rebautizado por el flamante gobernador Bussi y sacaron el cartel del Parque Operativo Independencia y dejaron uno nuevo: Parque de la Memoria.

Quince años después, las fotos del escrache a Bussi tomadas por Pablo Zucheri, intervenidas por los hongos y la humedad, tienen la potencia de la memoria que se resiste al olvido.