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Infojus Noticias

24-12-2014|14:05|Chicha Mariani Nacionales
Una nueva Navidad de Chicha sin su nieta

“Esta batalla que está librando el Papa me tiene entusiasmada”

Lo dijo a Infojus Noticias Chicha Mariani. Se refiere a la promesa que recibió de Francisco, que se comprometió a buscar en los archivos del Vaticano rastros del robo de su nieta, Clara Anahí, a la que busca desde hace 37 años. El Papa ya le mandó un rosario y una bendición. “Seguiré caminando por los juzgados, haciendo ruido con mi bastón de ciega", contó.

  • Fotos: Gabriela B. Hernández.
Por: Laureano Barrera

María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, conoce de sobra ilusiones vanas. Pero en el recorrido firme de su vida, de búsqueda incesante de su nieta Clara Anahí Mariani, no puede evitar volverlas a sentir. Y su primera gran desilusión tal vez tiene que ver con la fe. “La Iglesia, en las horas más desesperadas, me dio uno de los golpes más grandes”, cuenta Chicha desde su casa, donde la entrevistó Infojus Noticias. Pero hace pocos días, recibió un rosario y una bendición del Papa Francisco. Y el compromiso de buscar entre las enormes bibliotecas y los archivos antiquísimos, donde permanecen las memorias de épocas oscuras de la Iglesia argentina en la política, a ver si hay rastros del robo de su nieta, Clara Anahí. “Esta batalla que está librando el Papa me tiene entusiasmada, está barriendo, limpiando”, dice Chicha entusiasmada, y después se sosiega. Han sido ya demasiadas desilusiones.

“Conocí al obispo de Chascomús, Carlos Malfa, en la casa de Norberto Liwski, cuando cumplió 60 o 50 años, y puso una carpa en una lomadita del lugar donde tiene su casa, y ahí nos pasamos horas hablando, cuando yo no sabía que era obispo. Tiene eso que pocas personas tienen, una fuerza interior potentísima, que le sale por todos poros, me impresionó mucho. Después de ese día nos hablamos por teléfono y un día vino acá, hace 4 años. Yo tengo un respeto que me viene de mi condición de hija de polaco por la iglesia y lo religioso, algo más allá de la voluntad. Yo pienso de un obispo tiene que recibirlo con cierta atención. Cuando vino acababan de traer la búsqueda de Clara Anahí, con cajas, objetos, todo eso. La casa estaba llena y prácticamente no se podía entrar y llegó monseñor Malfa. En medio de caja y cajones, haciendo milagros, pasamos al living y ahí, arrinconados, charlamos de todo. Yo estaba avergonzada. No todos los religiosos me inspiran respeto, pero este señor sí. Después lo perdí de vista por un tiempo”, contó Chicha.

-¿Y cuándo lo volvió a ver?

-Hace pocos días me llamó, que estaba en La Plata y me traía un regalo. Yo tenía un montón de cosas ese día. Vino dos menos cuarto, justo cuando acababa de volver la muestra de Clara Anahí de la Escuela de Periodismo. Otra vez la casa llena. Así que estuvimos charlando, y me trajo un rosario de los que tiene el Papa y una bendición papal. Es como un diploma con un título e ilustraciones, es algo muy fuerte para mí, que viene en un estuche y lo he mandado a enmarcar. Esta bendición tiene algo inédito: me han puesto el nombre completo y también el apodo, Chicha. Me dijo Malfa que es la primera vez en la historia del Vaticano que se hace una bendición papal con un apodo.

-¿Qué fue a hacer Malfa al Vaticano?

-A él lo nombraron secretario general del Episcopado, o algo así. Fue, y cuando vio al Papa, le pidió por el caso de Clara Anahí. Estaba empezando a contarle el caso, y un cardenal que estaba junto a Francisco le dijo ‘claro, se trata de Clara Anahí’. Resulta que ya habían ido cinco o seis personas, sin que yo les dijera una palabra, a pedirle por mi nieta. El último había sido un obispo de Brasil, del que no recuerdo el nombre, con quien a su vez habían intercedido los ex integrantes del organismo del obispado de San Pablo, Clamor, que tanto ayudó y protegió a los exiliados latinoamericanos durante sus respectivas dictaduras, incluida la argentina y nosotras, las Abuelas. Allí se comprometió Francisco a ayudarme y me mandó estos obsequios.

-Ustedes tuvieron ayuda del exterior más que de la iglesia de aquí, durante los años de la dictadura.

-Sí, los jesuitas de Canadá nos ayudaron muchísimo mientras yo estuve en Abuelas. El cardenal Arns, con el pastor Jaime Rights, de Brasil, fueron para nosotros uno de los grandes apoyos. El ejemplo más claro que yo vi de ecumenismo en esos años aciagos. Yo ya no esperaba ninguna ayuda de la Iglesia, la que maltrató tanto en horas tan difíciles de mi vida. Pero quiero aclarar que hubo religiosos en la Argentina que sí fueron un sostén en el pasado, por ejemplo Jaime de Nevares, de Neuquén, que estuvo siempre cerca, o Monseñor Novak, de Quilmes.

La fe de Chicha

Chicha proviene de una familia católica. Su padre, que había nacido en Polonia, tenía una familia practicante y un santo lejano en Cracovia al que le rezaba. “Mi padre no practicaba por una experiencia de la infancia que nunca contó, pero nos dejó la libertad a mi hermano y a mí para que tomáramos el camino que quisiéramos”, recuerda. A los cuatro años, decidió que quería ser monja. Y mantuvo esa vocación hasta los trece. “Todos los días, para ir al colegio nacional de San Rafael, tenía que cruzar la plaza central, y estaba la catedral enfrente. Y todos los días entraba un rato para estar conmigo misma. Ya me interesaba el arte, pero pensaba que podía ser una escultora y volver a hacer las estatuas de los santos que eran tan feas. Un día estaba la iglesia cerrada, me extrañó. Pasé al día siguiente y estaba cerrada. Pregunté y me enteré que había habido un escandalete y que la habían clausurado. Nunca supe cuál, pero no volví a comulgar hasta el día en que me casé. El cura me preguntó por qué hacía tanto tiempo que no lo hacía, yo le explique, y me mandó a rezar tres Padres Nuestros. Esa fue la primera comunión que tomé”.

Ese fue el primer desencanto de muchos que tuvo que atravesar con emisarios de la Iglesia.

“Mi hijo, aunque yo no se la inculqué, nació con la religión adentro. Un día, a los siete años, volvió de la casa de mi madre y me dijo muy orgulloso que había que rezarle a Dios. Me preguntó si podía mostrame y le dije que sí, cómo no. Se puso derechito y empezó: ‘Padre nuestro, que estás en los techos’. Perdí toda la seriedad. Unos años más tarde, a los 14, fue a un paseo religioso en Bariloche y supimos que a escondidas había leído tramos de la Biblia, porque un cura en ese viaje se enteró y se asombró de que hubiera leído la biblia y lo invitó a caminar por los bosques. Él le dijo que su padre no quería –a Pepe no le gustaba demasiado- pero finalmente comulgó frente a un lago, donde había una cruz de arrayán. Cuando volvió nos lo contó, y me impactó. Lo aceptamos, por supuesto”, recordó Chicha.

Después pasaron veintitantos años, “Posky” ya era un militante clandestino, ya habían matado a Diana y se habían llevado a Clara Anahi. “Estábamos caminando en un campo donde nos encontrábamos en secreto porque yo tenía terror de que nos encerraran y él cayera por mi culpa. Y le pregunté si creía en Dios. Se paró, me miró y me dijo: ‘Pero mamá, ¿cómo crees que puedo creer en Dios?’. Y yo me acordé de aquél muchacho de la cruz de arrayán. Y de ese. Fue la penúltima vez que lo vi antes que lo mataran”.

-Se entiende perfectamente por qué su relación con la Iglesia ha sido tan irregular, de acercamiento por momentos y rechazo por otros.

-Sí, pero nunca fui una católica militante. Cuando yo entraba a la Iglesia, me parecía que en cualquier lugar podía estar Dios, menos en la Iglesia. Cuando mi hijo se casó con Diana, que era agnóstica yo no intervine, pero de repente me dijeron que se iba a bautizar Diana y se preparó con monseñor José María Montes y monseñor Juan Carlos Ruta y la bautizaron. Estuvimos presentes la mamá de Diana, mi madre, mii hijo y la abuela de Diana, Silvia Dawson. No sé en qué momento del bautismo que fue muy especial escuché a la abuela de Diana diciendo un padre nuestro en Ingles en voz alta. Es el recuerdo más fuerte de ese momento. Se casaron en la iglesia con un rito muy especial y profundo.

En el ’77, Montes me recibió en el subsuelo de la Catedral de La Plata y me dijo que me iba a conseguir la nena. Que me la iba a entregar. Se acordaba de Diana y de Posky. Una semana después fui a buscar la respuesta y me dijo, muy ofendido, que yo le había mentido y que tenía que dejar de buscar a la nena, que estaba en una buena familia y que era mejor que se criara con ellos. Yo me puse a llorar y le imploré ‘¡pero es mi nieta, cómo la voy a dejar con otras manos!’. Se levantó de golpe, se cruzó la sotana, levantó el brazo dirigiéndolo a la puerta y me dijo: ‘A usted le falta fe’. Después de muchos años, cuando ya se había retirado, por una persona en común pedí ir a verlo a su retiro, para ver si se había sensibilizado. Me dijo que no me preocupara, que venía a casa. Me dijo que no se acordaba de nada, hasta que le mostré una foto de Diana y me dijo que sí, que como se iba a olvidar de ella. ‘Entonces no me mienta’, le dije. ‘No le estoy mintiendo, no me acuerdo de nada de eso’. ‘¿Y los diez mandamientos dónde están?’, le dije. ‘Si lo sabía me lo olvidé’, me contestó. Entonces lo acompañé a la puerta y nunca más lo vi. Por eso el día que asumió el Papa, me preguntaron qué opinaba y yo dije todo lo que pensaba.

-¿Y qué piensa ahora?

-La lavada de cabeza a la curia argentina por parte del Vaticano. La misma designación del obispo Malfa como secretario del episcopado, me pareció muy criteriosa. Y bueno, yo a esta altura ya no me hago ilusiones, pero ojalá pudiera realizarse esa limpieza de la Iglesia. La religión es necesaria para poder sobrellevar la vida, ¿no?

-Es una Navidad más que pasa buscando a Clara Anahí ¿Qué simbolizan estas fechas para usted?

-Son 91 años los que tengo, muy vividos, muy sufridos, muy pensados. Y ya no espero prácticamente nada. Sólo a mi nieta. Y para eso estoy trabajando desde hace 38 años sin descanso. Si la encuentro, será por el fruto de mi trabajo y el de la gente que me ayuda. Y si no la encuentro, no me iré de la Tierra. Va a ser como alguna vez le dije a los jueces: seguiré caminando por los juzgados, haciendo ruido con mi bastón de ciega, para que sigan buscando justicia y no demorando las cosas. Y también caminaré por el Vaticano con mi bastón.

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