La Corte Suprema acaba de desestimar una denuncia de una escritora contra los autores de la película Felicitas, que narra la historia de la una viuda rica del 1800. La escritora decía que varias de las escenas estaban basadas en su trabajo. La justicia no le dio la razón.
Felicitas fue una viuda rica de 26 años, heredera de una familia acomodada de la Buenos Aires del 1800. Una historia de amor trágico la convirtió en mito: hay quienes dicen que su fantasma se pasea por la iglesia que su familia construyó para homenajearla. El templo se llama Santa Felicitas y cada 30 de enero, el día en el que la asesinaron, los fieles le dejan pañuelos blancos atados a la reja.
En los pasillos de tribunales también se habló de ella. Hasta ahora, porque la Corte Suprema acaba de rechazar una demanda por derechos de autor y plagio contra la película “Felicitas” de 2009. La autora de una novela histórica sobre el personaje, Ana Maria Correa, se había presentado en la justicia civil porque, según ella, la película estaba basada en un guión que usaba situaciones y escenas que ella escribió en su trabajo. La causa llegó hasta el máximo tribunal, que declaró “inadmisible” el último intento de la escritora y confirmó una sentencia de la Cámara Civil que rechazó su planteo.
Nueve líneas bastaron para que el reclamo por un presunto plagio y derechos de autor sea finalmente rechazado. Los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Higthon y Juan Maqueda firmaron la sentencia que, basándose en un artículo que les permite no argumentar, declaró inadmisible la presentación.
La historia
En junio de 2009 se estrenó la película Felicitas, dirigida por Teresa Costantini y protagonizada por Sabrina Garciarena y Gonzalo Heredia. Un film de época que intentaba dar cuenta de la vida de Felicitas Guerrero, una mujer de clase acomodada de fines del siglo XIX en la Argentina. La joven es obligada por su padre a casarse con Martín de Álzaga, por aquellos años uno de los hombres más ricos del Río de la Plata. Las idas y vueltas y un final trágico la convitieron en uno de los mitos de Buenos Aires.
En la película hay escenas de carnaval, aparece el club de “El Progeso” y la protagonista se relaciona con varios personajes secundarios, entre ellos la “nana mulata” llamada Alba. Varios de estos puntos hicieron ruido en Ana María Correa, una escritora e historiadora que en 1996 comenzó a investigar la historia de Felicitas Guerrero. Su trabajo derivó en lo que ella misma denomina una novela histórica titulada “Felicitas Guerrero. La mujer más hermosa de la República” con una primera edición en 1998.
Después del estreno de la película, Correa presentó un amparo en la justicia nacional porque consideraba que en el film había un plagio a su libro y que eso violaba los derechos de autor. La película fue producida por “Buenos Aires Producciones S.A.” con un presupuesto de unos 9 millones de pesos. Según explicó en el expediente Correa, desde la empresa la llamaron “para averiguar si había vendido los derechos de autora y para contratarla como asesora histórica” en 2003. Después de un par de reuniones y sin acuerdo “la productora le informó que la novela no se haría” como film.
Un juez le dio la razón
El caso llegó a la Justicia Civil y en diciembre de 2013 el juez de primera instancia Luis Dupou le dio la razón a la escritora y condenó a la productora a pagarle 30 mil pesos de indemnización. Para el juez, la productora había utilizado “pasajes y personajes que no eran hechos históricos ni de su autoría sino que eran ficciones creadas por la accionante en su libro y que lo hizo sin la debida autorización”.
Las pruebas en las que se basó el magistrado incluyeron un informe de la Academia Nacional de la Historia donde daban cuenta de la existencia real de varios de los personajes y otros no, pero concluyen en que tanto en el libro como en la película hay un personaje, la nana mulata, que “aparentemente, han sido creados dentro de la ficción por la novelista Ana María Cabrera”. Lo que para el juez “habla del plagio de ciertas partes o datos que el libro de la actora contenía”.
A ello se suma lo dicho previo al estreno de la película, por la propia directora del film -Teresa Constantini- que declaró al diario Clarín que “la primera historia completa de Felicitas Guerrero es el libro escrito por Ana María Cabrera”. Después de la sentencia, el fallo fue apelado por la Productora y por la propia escritora que consideraba poca la indemnización pautada.
Al final, no hay plagio
Desde la productora sostuvieron que “Felicitas” es un personaje histórico y su vida, “un hecho histórico público” y que la novela de Correa es “una novela histórica que contiene una compilación de esa historia”. Y, aunque reconoce la existencia de un personaje como la nana mulata (llamada Alba en la película y Edelmira en el libro), niega “que ese personaje sea absoluta creación de la actora”.
Los jueces de la sala B de la Cámara Civil analizaron lo dictaminado por Academia Nacional de la Historia y el caso particular de la nana en relación a la posibilidad del plagio. “La historiadora tucumana Jovita Novillo da cuenta que en el censo de 1812 existía un 14, 8% de la población conformada de negros, zambos y mulatos”, explicaron los camaristas que avalaron la posibilidad real de que “Felicitas” haya tenido en ese tiempo una nana negra.
“Las actividades domésticas en las casas de la “elite” eran habitualmente realizadas por esclavos” a lo que se suma el recuerdo de “los bufones mulatos del brigadier general Don Juan Manuel de Rosas, Eusebio de la Santa Federación y el negro Biguá”, explicaron los jueces civiles en la sentencia ahora confirmada por la Corte Suprema. Por eso la nana negra, “más que una creación intelectual digna de protección era una realidad social porcentualmente factible en los tiempos que corrían”.
Así, los jueces civiles Claudio Ramos Feijóo, Omar Díaz Solimine y Mauricio Mizrahi sostuvieron que Correa “no ha probado la existencia de plagio de ninguno de los elementos a que hizo referencia” porque “nada tienen que ver la una con la otra ni en el argumento ni en el rol de los actores”. Esto fue confirmado por la Corte Suprema y ahora será la escritora la que deba pagar los costos de todo el proceso judicial que suman alrededor de 50 mil pesos.
GA/SH