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Frente a Estela de Carlotto hubo 43 sillas vacías por los estudiantes desaparecidos en México. La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, mientras recibía el doctorado honoris causa que le entregó la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), dedicó el mérito a los jóvenes de Ayotzinapa: “El compromiso es seguir abriendo caminos. Armas no hay. Hay fuerza, corazón y lucha”.

Para el Consejo Superior que entregó los honores, Abuelas de Plaza de Mayo es "un faro para nuestra sociedad, al centralizar denuncias y testimonios sobre los hechos de la dictadura, y un ejemplo de lucha a nivel internacional, demostrando que es posible encauzar la búsqueda mediante las vías institucionales y en diálogo con la democracia". Y Estela, en su rol de presidenta de la asociación, “expresa los ideales de perseverancia y de amor que quieren que la institución transmita a la sociedad”.

La rectora Ana Jaramillo estaba orgullosa de entregarle a Estela la distinción en la semana que se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos: “Hay valores que se enseñan mejor con los ejemplos de vida que con los libros. Y Estela nos enseñó a luchar con amor y persistencia por la democracia”. También estuvo el intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, que le entregó a la presidenta de Abuelas el diploma de ciudadana ilustre de la ciudad.

Cuando a Estela se le cayó el bastón, antes de empezar a hablar, dijo que se cae porque no lo quiere, “pero lo uso porque no me verán arrodillada”. En la primera fila estaba sentado su hijo Remo Carlotto, diputado nacional. El público llenó la sala de aplausos. “Cuando quisieron deshacer mi familia nos unieron más. Laura vivió apurada y cuando le dije que se fuera al exterior para salvar su vida, me dijo que no porque la vida que quería estaba acá. Y que seguramente miles tendrían que morir por esos ideales, pero que su muerte no sería en vano. Y estoy segura que no lo fue”, dijo Estela.

El texto de considerandos que se leyeron para premiar a Estela decía que "a pesar de recibir los restos de su hija luego de que esta fuera asesinada en agosto de 1978, de sufrir -tanto ella como su familia- las amenazas del terrorismo de Estado, de tener a su nieto desaparecido y al resto de sus hijos perseguidos, y de cuidar a su marido enfermo a causa de las torturas recibidas durante su detención, Estela no bajó los brazos. Y como miembro de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo inició un camino de búsqueda exhaustiva de la identidad de su nieto y de todos los nietos apropiados ilegalmente por la dictadura cívico militar".

Este año Estela se reencontró con su nieto Ignacio Guido –hijo de Laura- después de 36 años de búsqueda. Un video hecho por Megafón, el canal de la UNLa, lo recordó. Antes de ser rodeada de personas que querían saludarla y sacarse una foto con ella, Estela dijo que sentía que su lucha era algo lógico: “Todas las mujeres tenemos una leona dentro. A mí me hubiera gustado hace 40 años llegar a esta edad gozando de mis nietos y disfrutar de una vida tranquila. Pero cuando a una le tocan a un hijo la leona sale y se vuelve fiera. Hice lo que sentí lógico. Y ahora creo que hay que seguir para defender la democracia que tantas vidas nos costó”.

Por qué queremos tanto a Estela

Los pasillos de la UNLa tienen un techo transparente que llena de luz natural los salones. Algunos estudiantes vieron por primera vez en persona a la abuela de Plaza de Mayo. Unos charlaban afuera del aula magna y las agrupaciones de militancia política estudiantil ponían sus banderas en las paredes. Algunos le dijeron a Infojus Noticias por qué quieren tanto a Estela.

Alesandro es estudiante de Ciencia Política de la UNLa y antes estudió Gestión Ambiental. Está orgulloso de ser militante de la agrupación Simón Bolívar. "Vinimos a apoyarla porque es la abuela de todos, como dijo Néstor. Para toda una generación de militantes es un ejemplo de lucha y creo que muchos estamos militando por su ejemplo de vida. En los noventas las abuelas y las madres eran de las pocas que se animaban a hablar. Y que la universidad donde uno se forma distinga a personas como Estela es un orgullo".

El secretario general de la Asociación de Trabajadores de la UNLa, Diego Barone, se acercó con sus compañeros para apoyar la distinción. La remera que llevaban puesta tenía, sobre las Islas Malvinas, el pañuelo símbolo de las Madres y Abuelas: "Estela es un símbolo de los derechos humanos, para nosotros es un emblema del amor, de ese combate que no tiene que ver con el odio ni la venganza. Creemos que su pensamiento va muy bien con lo que nosotros queremos como proyecto de país".

Eva cursa el primer año de Ciencia Política en la UNLa. Llegó al aula magna porque cree "necesario dar un espacio a la memoria y la lucha, porque entregarle un honoris causa es plantear por qué lado van los objetivos de la Universidad". Si bien todavía no cursó la materia dedicada especialmente a Derechos Humamos,  dijo que todas las materias de alguna forma están atravesadas por ese eje: "El seminario en DDHH es una materia para todas las carreras, no solo para las humanitarias".