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A fines del año que viene va a cumplir setenta años. Se recibió de abogada apenas cumplió los 24 años, y ejerce la docencia hace otros treinta. María Angélica Gelli fue una de las abogadas que el Grupo Clarín llevó a las audiencias públicas ante la Corte Suprema. Se especializó en Sociología Jurídica en la UBA, pero desarrolló su carrera y su trabajo sobre la base del análisis constitucional.

Ante los jueces se mostró segura, y ensayó una defensa del multimedios a partir del derecho a la libertad de expresión. Al igual que Alejandro Carrió, no fue protagonista, y entre ambos aportaron más presencia y renombre que argumentos concretos. Su saco oscuro y su blusa blanca acentuaron su presencia sobria y formalista, características que también acompañan a su carrera académica y doctrinaria.

La expresión de Gelli es la misma, se exprese ante los jueces de la Corte o ante Julio Blanck y Eduardo van der Kooy, en el programa de TN "Código Político". Es imaginable que la tesitura de sus expresiones se reproduce en las aulas de la Facultad de Derecho de la UBA, y de la Universidad de San Andrés, las casas de estudio en las que es docente en la actualidad. Fue también docente de la maestría en Periodismo que San Andrés dicta en conjunto con Clarín.

En el programa de Blanck y Van der Kooy, al cierre de las audiencias, sostuvo que la megaempresa comandada por Héctor Magnetto no incurre en una posición dominante o hegemónica, sino que tan sólo “compite”. Y agregó, risueña pero intentando que no sonara a ironía: “Lo que pasa es que compite con mucha suerte, tiene mucha audiencia”.

A fines de 2003, el entonces presidente Néstor Kirchner impulsó el juicio político de varios jueces de la Corte que se hizo célebre por la “mayoría automática”. Julio Nazareno y Augusto Belluscio renunciaron antes de ser destituidos, al igual que Adolfo Vázquez y Guillermo López. Eduardo Moliné O’Connor y Antonio Boggiano enfrentaron el proceso ante el Senado y perdieron sus cargos. Gelli fue la abogada defensora de Boggiano en el proceso que culminó, además, con la inhabilitación para ejercer cargos públicos al ex magistrado.

El único precedente de depuración de la Corte mediante el juicio político había sido entre 1946 y 1947, cuando Juan Domingo Perón impulsó la renovación de los magistrados y destituyó a varios a través del Congreso. Gelli estudió ese episodio de la historia argentina  y realizó una investigación que le sirvió de base para su tesis doctoral. En agosto de 2005, junto a Marcelo Sancinetti, el otro abogado de Boggiano, publicó un libro sobre la defensa del ex magistrado menemista, y utilizó el caso para teorizar sobre las garantías del Poder Judicial frente al poder político.

En 2004 fue designada árbitro de la República Argentina en el Tribunal Arbitral del MERCOSUR, y que hasta junio de 2010 presidió el Instituto de Estudios Legislativos de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA), espacio corporativo que comandó la resistencia de los abogados a las reformas judiciales de este año.

En la sesión de la Cámara alta que en junio de 2005 terminó por destituir al ex ministro del máximo tribunal, Gelli reprochó el concepto de la mayoría automática, y expresó: “Si admitimos la existencia de una mayoría automática quizá debamos admitir, de la misma manera, la existencia de una minoría automática. No lo estoy afirmando, de ninguna manera. Digo que de darse uno u otro caso sería igualmente grave para el sistema de la república democrática, porque tan malo —si es que a esto se refiere la Acusación— sería una Corte que hiciera seguidismo del poder político, como una Corte que se opusiera al poder político”.

Para ese entonces, Gelli ya había publicado siete libros como coautora, y acumulaba gran parte de la experiencia que arroja su currículum actual, de 87 páginas –de las cuales 57 se pierden en artículos divulgados en distintas publicaciones jurídicas y participaciones en seminarios o congresos en el país y en el extranjero-.

Antes de defender a Boggiano, había sonado como una de las posibles mujeres que se incorporaría a la Corte a propuesta de Néstor Kirchner, pero la penalista Carmen Argibay y la civilista Elena Highton de Nolasco le ganaron la pulseada.