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Infojus Noticias

27-5-2014|17:55|Debate Nacionales
¿Vandalismo o arte urbano?

Grafitis y Justicia: una relación conflictiva

¿Cuál es la línea que divide al arte urbano del vandalismo? El debate surgió luego de que el Ministerio de Interior y Transporte denunció a un joven grafitero que pintó un tren del Sarmiento. Qué penas contempla el Código Penal. Qué pasa en otros países del mundo.

  • Télam.
Por: Matías Máximo

El Gobierno denunció penalmente a un joven por vandalismo después de que dañara una de las nuevas formaciones del ferrocarril Sarmiento. Lo dijo el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, que también informó que demandarán a sus padres por daños y perjuicios. La Justicia prevé penas y demanda reparaciones en los casos en los que se dañe el espacio público ¿Cuál es la línea que divide al arte urbano del vandalismo?

Dentro del artículo 184 del Código Penal se establece la pena de tres meses a cuatro años de prisión para aquel que dañe bienes de uso público, signos conmemorativos, monumentos, estatuas, cuadros u otros objetos de arte colocados en edificios o lugares públicos, entre muchas otras cosas.

“La cuestión del vandalismo tiene que ver con el daño. Hay distinciones: una cosa es pintar y, otra cosa, es producir un daño irreparable. En el caso de los jóvenes que pintaron los nuevos trenes se produjo un daño sobre la pintura pero eso no inhabilita el funcionamiento de los trenes, aunque de todas maneras ofende porque las formaciones son nuevas”, dijo a Infojus Noticias Paula Giglio, investigadora de los grafitis en la Argentina desde una perspectiva sociológica.

Un ejemplo de vandalismo que llegó a juicio fue cuando Cecilia Pando cubrió con pintura los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo. El juez Guillermo Morosi condenó a Pando a cinco meses de prisión en suspenso ya que consideró que tuvo una "forma especialmente intolerable e innecesaria de expresarse", al tiempo que descartó que haya sido víctima de “persecución ideológica” por parte de los organismos de derechos humanos.

Para Giglio, el caso de los grafiteros de los nuevos vagones puede significar una pérdida económica al Estado, pero esa sería una consecuencia y no un fin: “Cuando se quema o se rompe alguna parte como un vidrio se hace un daño de otro carácter. Acá no hay una intención de dañar la propiedad ajena como por ejemplo aquel que le tira una piedra a un tren. La intención del chico que va a pintar su firma es claramente otra: quiere dejar una huella y transgredir un límite establecido”.

El domingo la Prefectura Naval dio la voz de alto a dos jóvenes que se comportaban de manera extraña y uno de ellos alcanzó a escapar, pero el otro fue detenido cuando huía en taxi. Los prefectos lo requisaron y encontraron que llevaba una bolsa con aerosoles. Al inspeccionar las formaciones, constataron que había tres grafitis. “No le veo intencionalidad política”, dijo Randazzo cuando le preguntaron si los jóvenes podían haber sido enviados por alguien.El ministro presentó el jueves pasado 81 coches nuevos de los 225 que serán el total. La Presidenta encabezó el acto, que se realizó en los depósitos del puerto. 

"Hay una causa penal iniciada y ordené una denuncia por daños y perjuicios contra los padres" del acusado, explicó Randazzo y fijo que el Estado "hizo un esfuerzo muy grande" para comprar nuevas formaciones para la línea Sarmiento. Cuando el vandalismo es restituible y se acompaña por la figura de daños, la pena puede incluir el resarcimiento de la pérdida. En este caso, la pintura del vagón.

Multas y sentencias

Sinalefa es el seudónimo de una madre española famosa por analizar el comportamiento grafitero en su familia. En su blog “Cómo ser madre de un grafitero” cuenta la historia de cuando tuvo que pagar una multa de dos mil euros por la pintada que su hijo menor hizo en un tren, además de penarlo con 70 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad. “A pintar ilegalmente le llaman ir de ‘misión’. Conlleva multas elevadas e incluso hubieron bastantes sentencias en las que se ha condenado a penas de cárcel por ello”, relata Sinalefa.

Ross James Good, un grafitero de Auckland, fue acusado de haber pintado 857 veces su firma por los muros de su ciudad. Este mes comenzó su juicio y podría acabar en la cárcel. La costumbre de poner las firmas por todas partes se llama “Taggear”.

El grafitero londinense Banksy es una figura de culto del arte clandestino. Aunque su identidad es un misterio los propietarios de las paredes donde estampa sus obras incluso llegaron a arrancar las molduras para venderlas. En febrero, una de sus obras fue rematada en Miami por 575 mil dólares.

En Mar del Plata intentaron combatir al vandalismo con la regulación de la venta de aerosol, pero el proyecto no avanzó. La propuesta pretendía regular los grafitis en la vía pública creando un mecanismo para autorizarlos y a la par correría un régimen de sanciones para quienes incumplieran las normas. El Concejo Deliberante, al suspender la decisión, creó un concurso de arte para fomentar las expresiones artísticas.

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