Hervé Falciani fue empleado del sistema informático del HSBC hasta el 2008. Cuando se conoció que había filtrado información sobre 130 mil cuentas del Banco, lo echaron. En Suiza lo acusan de espionaje financiero y violación de secretos, pero España y Francia se niegan a extraditarlo. Por las listas que él filtró, Estados Unidos y España recuperaron millones de dólares y euros del fraude fiscal.
Hay un nombre que los 4040 argentinos con cuentas en Suiza no se van a poder sacar de la cabeza: Hervé Falciani. Es el ingeniero en sistemas que abrió la grieta más grande de la historia financiera en el secreto bancario de Suiza, uno de los mayores paraísos fiscales del mundo. Lo acusan por cuatro delitos vinculados al “espionaje financiero y violación de secretos”, pero en España y en Francia se niegan a extraditarlo. Mediante un convenio fiscal entre Argentina y los galos, la AFIP obtuvo los datos de los argentinos que integran “la lista Falciani”.
Nació en Mónaco, pero tiene ciudadanía italiana y francesa. Tiene 43 años, una hija y está casado. Trabajó casi diez años en el banco HSBC. Cobraba unos diez mil euros por mes. Empezó a trabajar en Mónaco en el 2000, y seis años después lo trasladaron a Ginebra. "El núcleo del banco son los desarrolladores”, dijo en una entrevista al portal español eldiario.es, a mediados del año pasado. Falciani era analista técnico del departamento de proyectos estratégicos y estaba a cargo del sistema informático del banco. Lo echaron en 2008 cuando el banco supo de las filtraciones.
La legislación suiza había cambiado y había que modificar los sistemas informáticos con los que se gestionan las bases de datos del banco. Le encargaron esa tarea a Falciani, pero con la misión de facilitar el fraude fiscal. “Algunas personas querían que se cambiara el sistema del banco para que fuera más seguro. Otros quisieron aprovechar este tiempo de transición para evitarlo”, explicó. Para él “era inaceptable”. Aseguró que sólo quería colaborar con la justicia, y a partir de su filtración se conocieron 130 mil cuentas en el HSBC en las que descansan miles de millones de dólares y euros del fraude fiscal. Para abrir una de esas cuentas, hay que depositar al menos 1,62 millones de euros.
El informático reveló que el entramado montado por los bancos en los paraísos o guaridas fiscales se basa en redes de agentes que “son muy eficaces y dejan pocas huellas”. El grado de fidelidad de los agentes hacia la banca que los emplea es altísimo. Sólo con su intermediación miles de contribuyentes logran fugar dinero de sus países mediante testaferros, empresas pantalla y fideicomisos fraudulentos, para esconderlos en las cuentas y cajas de seguridad de Suiza y otros paraísos fiscales.
Según el banco y las autoridades suizas, robó la información para venderla. Él dice que intentó alertar a las autoridades suizas, pero que nunca le dieron respuesta. Viajó al Líbano en 2008, y el HSBC denunció que buscaba compradores de las bases de datos. En diciembre de ese año lo interrogaron en Suiza, y decidió salir del país. Dijo que intentó alertar a las autoridades suizas del mecanismo del fraude bancario, pero que no le dieron respuesta. Recaló en Francia y entregó la información a las autoridades fiscales.
Estaba allí cuando su caso tomó estado público y empezaron a compararlo con Edward Snowden, el informático de la CIA y la NSA de Estados Unidos que filtró información sobre las redes de espionaje masivo del país del norte. En una entrevista al diario francés Le Figaro en 2009, explicó que el mecanismo bancario es anormal por naturaleza. “¿Quién aceptaría tomar una avión que no es fiable? Esto iba en detrimento tanto de los clientes como de los Estados”, afirmó.
Su lema: acabar con la corrupción
Concedió cientos de entrevistas a medios de comunicación de todo el mundo, pero siempre se mueve con cautela. Sabe que está vigilado. Siempre negó haber pedido dinero por los datos, y explicó que sólo bajo esa imputación, la justicia puede imputarle los delitos de espionaje corporativo. En 2012 viajó a España preparado para ir a la cárcel. Lo detuvieron en el aeropuerto de Barcelona, después de bajar del avión. Suiza había pedido su captura internacional, y él lo sabía.
“Elegí España sabiendo que iría a la cárcel y que Suiza pediría mi extradición”, dijo al diario El País en abril del año pasado. Aseguró que autoridades de Estados Unidos le habían recomendado que fuera a España, porque en Francia corría riesgo de muerte. Y explicó que en el país ibérico “la prisión era un lugar seguro”. La justicia del país ibérico lo procesó, pero terminó rechazando el pedido de extradición de Suiza y concediéndole la libertad hace un año y medio.
Ahora colabora con el fisco español y es fuente de consulta del gobierno en temas de corrupción. El año pasado pudo volver a Francia y declaró ante el parlamento. Allí buscan encontrar la forma de recuperar el dinero que fugaron casi 9 mil franceses a los escondrijos de Suiza. Encabezó la lista española del Partido X para disputar una banca en el Parlamento Europeo en las elecciones de mayo, pero sacó apenas un tercio de los casi 300 mil votos que necesitaba para obtener el cargo. ¿Su lema? Acabar con la corrupción.
Los millones que España y EE.UU. recuperaron con la “lista Falciani”
Con la información de la “lista Falciani”, que España y Estados Unidos obtuvieron mediante convenios con Francia similares al argentino, el país ibérico recuperó más de 250 millones de dólares de los evasores -200 fueron pagados por el presidente del Banco Santander-. Estados Unidos, que también acusó al HSBC de montar un mecanismo de lavado de dinero del narcotráfico, cerró el caso después de acordar con el banco el pago de 1900 millones de dólares. Argentina ahora busca desentramar el sistema financiero que permitió que 4 mil argentinos evadieran casi 62 mil millones de pesos.
“Si se corta una cabeza, habrá otra detrás”, afirmó Falciani al diario El País. Y dijo que “hay que ir al origen del sistema”. Advirtió que lo que sucede entre los Estados y la banca internacional “es una guerra económica” por la evasión y el control financiero. La suya es una batalla judicial. Suiza mantiene los cargos por espionaje financiero, violación del secreto bancario, violación del secreto comercial y apropiación de datos relativos a clientes.