Nicolás Encinas estaba de civil y disparó su arma personal en la madrugada del martes 24 cuando Ángel Duarte, de 40 años, participaba de un corte de calle en la intersección de Avenida Directorio y Quirno para reclamar por la falta de electricidad. Duarte murió horas después y el policía está detenido.
Los cortes de luz en Capital Federal y el Gran Buenos Aires no dan tregua. En los barrios hay hastío, tensión y bronca: las empresas de electricidad no solucionan el problema mientras crece la ola de calor. En Flores, por ejemplo, un edificio no tiene luz hace once días. En ese mismo barrio, a las dos de la madrugada del martes 24, pareciera haberse filmado una escena de “Navidad sangrienta”: un cabo de la Policía Federal disparó a sangre fría a un vecino que, junto a otros, cortaba la calle en la intersección de Avenida Directorio y Quirno. Protestaban por los cortes de luz. El policía, identificado como Nicolás Encinas, estaba de civil y usó su arma personal contra Ángel Duarte, que murió horas después. Quedó detenido. En las próximas horas, según fuentes judiciales, sería indagado por la jueza de instrucción 28, María Rita Acosta, quien está a cargo de la investigación. El homicida ya dio su testimonio en la comisaría donde está demorado. Lo imputarían en las próximas horas por homicidio calificado.
Duarte tenía 40 años y era remisero. Según contaron sus vecinos, vivía en un hotel, cerca de donde sucedió el piquete. Allí alquilaba una habitación después de separarse de su mujer. Su victimario era su vecino, aunque no se conocían. Encinas tuvo una noche de furia: quiso pasar con su auto particular –un Renault Clio gris- cuando fue frenado por los manifestantes. Entonces sacó su pistola -una Glock 9 milímetros- y disparó un par de tiros que dieron en Duarte como podrían haber dado en cualquier otro vecino. Luego escapó, pero a los diez minutos regresó a la zona. Había estacionado su auto con absoluta impunidad en una calle cercana al piquete y, advertido por los vecinos, fue detenido por policías de la comisaría 38. El jefe de la Federal, comisario general Román Di Santo, lo pasó a disponibilidad hasta que la Justicia determine su responsabilidad en el episodio. El asesino es cabo de la División Tránsito de dicha fuerza.
Los vecinos de Flores no podían creerlo. Tan sólo dos horas antes del asesinato de Duarte habían salido a la calle, hartos de los cortes de luz de la empresa Edesur. Duarte jamás hubiera imaginado que, por hacer sonar una cacerola, encontraría la muerte en la víspera de nochebuena. Sus vecinos estaban conmovidos: no sólo por haber visto en vivo y en directo su caída, sino porque los disparos pasaron a escasos centímetros de sus cuerpos. De inmediato, llamaron a una ambulancia.
Duarte peleó por su vida en el Hospital Piñero, donde fue operado dos veces, pero falleció poco tiempo después. Tenía dos proyectiles en el abdomen que le perforaron varios órganos. Su crimen fue un caso de gatillo fácil. Encinas declaró que Duarte se le fue encima para robarle y que disparó en defensa propia. Luego incurrió en otra mentira para justificar su acto criminal: dijo que Duarte intentó frenar su auto a patadas. Entonces, sacó el arma “con la intención de asustarlo y se me disparó por accidente”, según confesó en la comisaría 38. Sobre dichas declaraciones, la jueza María Rita Acosta está ampliando la indagatoria.