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Jackelin decide poner fin a una relación sentimental que ha sostenido por más de veinte  años. No está dispuesta a sufrir ni un minuto más esa tortura. Necesita tener con Alfredo una última y definitiva conversación. Ella había su amante durante todo ese tiempo. Alfredo se casó, tuvo hijos y Jackelin estuvo a su lado, como una sombra, como una cosa, siempre al alcance de la mano. “Jackelin tiene un límite” es una obra de teatro unipersonal que problematiza el rol de la mujer en una sociedad que le asigna un estereotipo de vida que no está dispuesta a soportar.

“Creo que la vinculación no se reduce a lo femenino, claro que el espectáculo tiene femineidad por todos lados, hay una dramaturga, una actriz, una maquilladora, una escenógrafa, una música, una vestuarista, pero esa identificación va más allá de eso. Y todo el lado femenino de los hombres del equipo. Hay algunas cualidades humanas que son de todos, sin distinción, ¿quién no tuvo una relación difícil de cortar, o una madre-padre que nos coarta el crecimiento, o una amistad posesiva que nos aislaba?”, dijo a Infojus Noticias Gerardo Cardozo, director de la obra.

Jackelin estuvo ahí cuando Alfredo se divorció de su primera esposa, la madre de sus hijos. Luego, permaneció a su lado cuando se divorció de su segunda mujer y también lo hizo cuando puso fin a su tercer matrimonio. Ella, estuvo allí, en silencio, como si fuera invisible siendo incapaz de darle un corte a esa perversa relación.

"Yo que te di los mejores años de mi vida"

¿Dónde queda nuestra identidad cuando desaparecemos frente al otro? "Yo que te di los mejores años de mi vida" dice Jackelin, que siente haber desaparecido totalmente, con una actitud pasiva y de aceptación frente a una relación enfermiza.

“No partimos de un texto pre establecido sino de ideas que funcionaron como disparadores en los ensayos en lo que se llama dramaturgia del actor: es decir que el proceso de texto apareció luego de que la actriz trabajase, explorase, desarrollase esas ideas en secuencias de acciones más simples al comienzo y más avanzado el trabajo esas mismas escenas fueron teniendo mayor complejidad. Este modo de trabajo es mucho más laborioso en tiempo y dedicación pero a la vez más enriquecedor a la hora de montarla, ya que nos permite una re elaboración del texto en un periodo posterior a la escritura del mismo. Esas licencias fueron nutritivas y también complejas de abordar en un principio donde poca claridad había y teníamos todo por hacer, fue una sensación vertiginosa”, dijo Cardozo.

En la obra que se presenta los sábados a las 23.59 en el teatro porteño “No Avestruz” (Humboldt 1857), aparece una sola persona en escena pero el equipo que hay detrás es grande: Ariana Caruso y Sergio Lobo hacen la dramaturgia, Juan Ignacio Coda, la asistencia de dirección, Alisa Kaufman la música, Victor Alberto Calomeni la fotografía, Agustina Caruso el maquillaje, Antonella Caruso la escenografía y Yanina Viegas Mendonca el vestuario.

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