El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 9 reanudó hoy el juicio contra Jorge Mangeri por el crimen de Ángeles Rawson. La mujer del portero, Diana Saettone, contó lo que hizo ella y su marido desde el lunes 10 hasta el sábado 16, cuando el hombre quedó detenido. "Eran días en los que no podía dormir por la angustia y la tristeza", se disculpó. También declaró el padrastro de Ángeles, Sergio Opatowski.
El juicio por el crimen de la adolescente Ángeles Rawson se reanudó hoy con las declaraciones de la esposa del imputado Jorge Mangeri, Diana Saettone y la del padrastro, Sergio Opatowski, como las más sobresalientes de la jornada. Con una pequeña cartera negra y remera gris con lunares, Saettone se acercó a declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal 9 de Capital Federal. "Nos enteramos por televisión de la muerte de Mumi (como le decían a Ángeles). Fue horrible. Nos pusimos muy mal. Yo la quería muchísimo", dijo con la voz entrecortada. A tres metros la escuchaban los papás de Ángeles, Marìa Elena “Jimena” Aduriz y Franklin Rawson. Estaban sentados uno al lado del otro y la mamá como en las tres audiencias anteriores, vestida con saco y pantalón de vestir de color negro y con su rosario marrón.
Saettone relató las amenazas que su marido le dijo que sufrió de parte de la Policía Federal. "Lo vi quemado, con ampollas en la panza y espalda, estaba todo golpeado", agregó de forma vehemente. El imputado, vestido con una remera de color gris, la miró en todo momento y se le cayeron algunas lágrimas cuando la escuchaba.
“Jorge me dijo que querían se hiciera cargo de la muerte de Mumi. `Te juro, flaca, que yo no fui`, me dijo. Yo lloraba mucho en ese momento. Los respeto mucho a los papás de Mumi -contó Saettone-. Pero yo también quiero la verdad”, les dijo a los jueces.
La mujer de Mangeri recordó el momento en que la fiscal Paula Asaro le comunicó que iba a quedar detenido: "Hay cosas que lo comprometen, pero no te puedo decir porque hay secreto de sumario", repitió Saettone en palabras de la funcionaria pública.
“Un policía me pidió la llave de mi casa y yo se la di. No sé para qué, tampoco pregunté. También me preguntaron si mi auto era eléctrico y escuché que intentaron prenderlo”, relató.
Saettone hablaba rápido y más de una vez los jueces le pidieron que fuera más despacio. "Hay momentos en que las horas se me pierden. Eran días en los que no podía dormir por la angustia y la tristeza", se disculpó. Recordó que cuando Ángeles y su hermano Juan Cruz eran pequeños iban a jugar a su departamento con sus sobrinos. Antes de terminar, sacó de su cartera la receta que una médica le había dado a su marido y en la que le indicaba comprar tres medicamentos.
La segunda testigo fue la abuela materna de Ángeles, María Inés Delia Castelli, que contó cómo se enteró de la desaparición de Ángeles. “En medio de todo el dolor, yo agradecí que apareciera el cuerpo, porque lo peor que podía pasar era no saber más nada de ella”, dijo con voz quebrada. Los padres de Ángeles la escuchaban abrazados. Jimena, su hija, lloraba. El clima se volvió más emotivo en la sala cuando Castelli leyó una carta que le había escrito su nieta dos meses antes de morir:
"Una persona de mucho carácter, divertida y compinche"
Al mediodía fue el turno del hermano de Ángeles, Juan Cruz Rawson, que al momento de los hechos tenía 18 años. "No recuerdo con seguridad el momento en que vi por última vez a mi hermana", se lamentó ante el tribunal. Durante su declaración contó que el viernes 14 de junio de 2013, en la fiscalía se encontró a "Jorge" y que lo abrazó de forma sentida, pero que no sintió el mismo sentimiento de parte del portero. Cuando la querella le preguntó por qué lo llamaba "Jorge" y no "Mangeri", el joven respondió que después de hablarlo con su psicóloga se dio cuenta que "pesaba más los años de amistad que el saber de su responsabilidad en la muerte de Mumi" y que también “porque es una forma de recordarle lo que confiábamos en él”.
El abogado querellante Pablo Lanusse le preguntó cómo era Ángeles y Juan Cruz por primera vez en su declaración empezó a relajarse y la describió como "una persona de mucho carácter, divertida y compinche conmigo", dijo con una sonrisa.
Después de un receso, el TOC retomó la audiencia a las 14.45 con la declaración de Sergio Opatowski, padrastro de Ángeles, quien era para la Justicia uno de los sospechosos al principio de la causa. Contó con detalle las actividades que realizó el lunes 10 de junio: desayunó con Ángeles, tomó un café en el Florida Garden, cobró la pensión en el Banco Macro del microcentro, visitó a su madre y almorzó con ella. Después volvió a su casa y estuvo con su hijo Axel y con su mujer. A las nueve y media de la noche advirtieron que Ángeles no había regresado de la Cultural Inglesa. Al día siguiente a la noche y con el hallazgo del cuerpo, Mangeri le dijo "qué feo esto", según declaró el padrastro. Además, agregó que el portero tenía un raspón en el cuello. A unos metros Saettone lo miraba y escuchaba atenta su relato.
Durante la audiencia, el testigo se reconoció en las filmaciones del banco que le exhibió el tribunal. Habló del peritaje con luminol a su auto en un galpón de la Policía Federal. También se refirió al encuentro con el imputado en la Fiscalía. "Estaba temeroso, triste. Mangeri hizo un comentario como si lo hubieran forzado para que vaya a declarar".
Sobre la relación que tenía la familia con el imputado, Opatowski respondió: "Era una relación normal de portería, bien”. También dijo que Ángeles era una chica responsable y muy buena compañera. Como lo hicieron en audiencias anteriores, muchos amigos de la vìctima se acercaron hoy a los tribunales para acompañar a sus padres.
Poco antes de las cuatro de la tarde, declaró la actual mujer de Rawson, María Cristina Schiavone, que contó que ella le hizo una carga al teléfono celular a media mañana del lunes 10. "Ella siempre me agradecía con un mensajito de texto y ese día no lo hizo", le dijo a los jueces y sobre el final de sus palabras rompió en llanto. "Era una nena encantadora, muy responsable, llena de proyectos", agregó sobre Ángeles. Cuando terminó su declaración se acomodó entre el público, al lado de su marido.
En menos de una hora declararon otros tres testigos. Primero pasó al estrado Cecilia Brook, tía de Ángeles, contó que apenas se enteraron de la desaparición acompañó a la familia Brook fue quien anotició a Jimena de la aparición del cuerpo. Después continuó María Luz Piñero Campbell, empleadora de Dominga Torres, mucama de la familia de Ángeles. La definió como muy trabajadora y cariñosa con sus hijas. Otra testigo, Johana Nair Marcotte, amiga de Ángeles, contó que supo que el teléfono de la joven estuvo prendido al menos media hora en la noche del lunes. La fiscalía le mostró un informe de Movistar con los números que llamaron a Ángeles después de su desaparición, pero no reconoció ninguno. "Teníamos buena relación, nos veíamos una vez por semana y a las dos nos gustaba disfrazarnos de personajes", dijo.
El juicio comenzó el 18 de febrero, el acusado Mangeri amplió su indagatoria y dijo que era inocente. Volvió a denunciar que fue "apretado" y “quemado” por la Policía Federal para que se autoincriminara en la causa. En la última audiencia se realizó una inspección ocular en el edificio que compartía tanto la víctima como el acusado. Además, declararon los padres de Ángeles, que reconstruyeron los últimos momentos de su hija con vida.