Claudio Sosa, fue el primer policía en llegar al lugar donde Ernesto Cririno estaba tendido, tras la golpiza. Declaró que no le había podido contar lo que había pesado. Sin embargo en la etapa de instrucción había dicho que el hombre le alcanzó a decir: "me cagaron a palos, me rompieron todo".
Con la presencia de Mauro Martín, Maximiliano Mazzaro y Gustavo Petrinelli en la sala, se realizó la tercera jornada del juicio. Los barras de Boca Junior están acusados de matar a golpes a Ernesto Cirino en el barrio de Mataderos, porque su perro había orinado en la vereda de Petrinelli. Hoy declaró uno de los policías que llegó primero al lugar. Dijo que recibió amenazas telefónicas y que golpearon a su mujer apenas se conoció la noticia, en 2011.
Claudio Sosa, está retirado de la Federal. Fue uno de los policías que, en agosto de 2011, llegó al lugar cuando Cirino ya estaba tirado en la vereda. Contó a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 24 de la Capital, que mientras estaba de turno esa noche en la comisaría 42, le informaron por el comando radioeléctrico lo que había pasado. “Cuando llegué encontré con una persona caída en la calle que sangraba detrás de la oreja”, contó. Y agregó que “dos vecinos nos dijeron que conocían a quienes le hicieron eso”.
Después relató que el hombre “estaba muy mareado, vomitaba y desvariaba” pero no pudo decirle lo que había pasado. En la etapa de instrucción Sosa había dicho que Cirino le había alcanzado a decir: “me cagaron a palos, me rompieron todo".
Las preguntas de las defensas atinaron a seguir en esa línea. Sosa no recordaba si hubo testigos mujeres, aunque sí que “nadie le había acercado nada”. Lo dijo en referencia a un papelito que tenía la patente del auto que una de las testigos le dio a los policías aquella noche.
Las amenazas
“Sufrí amenazas telefónicas, golpearon a mi señora y por un tiempo tuve custodia de Gendarmería”, contó el policía a los jueces Daniel Llanos, María Cecilia Maiza y Marcelo Alvero. Después se quejó: “no tuve ningún apoyo de la institución". Y agregó: “me dejaron a la deriva con cinco chicos y una esposa”. Las amenazas a Sosa empezaron después de que el caso salió en televisión: “Considero que la causa de mi retiro fue este tema, me retiraron obligatoriamente”, dijo.
Desde el banquillo de los acusados, lo escuchaban Petrinelli, -que varias veces se limpió las lágrimas con un pañuelo, Martin y Mazzaro, el más tranquilo de los tres.
Hoy también el Tribunal escuchó las declaraciones de otros dos testigos "de concepto", aportados por la defensa de los imputados. Eran amigos de Petrinelli, que también conocían a Martín. Dijeron que Petrinelli es una “buena persona”."Es un hombre servicial”, dijeron de Martín.
Mañana segurán las audiencias testimoniales. Se espera que declaren las médicas que atendieron a Cirino aquel día, y el médico que hizo la autopsia. El miércoles será el turno de tres testigos de otra causa que tiene Martín en la justicia por desobediencia, y de un nuevo testigo aportado hoy por la fiscalía, Leandro Saldi.
El crimen
En la noche del 29 de agosto de 2011, Ernesto Cirino iba con su perro en el barrio de Mataderos, en la esquina de las calles Pieres y Caaguazú. El perro defecó en la vereda de la casa de Petrinelli. Ambos comenzaron a discutir, pero Petrielli en un momento llamó a su cuñado por teléfono, el barra brava Mauro Martín. A los pocos minutos, Martín, Mazzaro y Wehbe llegaron a bordo de un Volswagen Bora. “¿Para esto me hiciste venir?”, le recriminó Martín a su cuñado. Después, golpearon a Cirino. Dos días después murió.