Mirta Masid se convirtió en una de las testigos clave. Ella estuvo en pareja con uno de los miembros de la organización parapolicial y escuchó los relatos que hacían cuando se emborrachaban. Una de ellas fue sobre el secuestro y asesinato de la decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica, María del Carmen Maggi.
Mirta Masid, ex pareja de un integrante de Concentración Nacional Universitaria (CNU), aseguró que algunos miembros de la CNU hablaban sobre sus crímenes cuando se emborrachaban. Así se enteró sobre los asesinatos de la decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica, María del Carmen Maggi, y del dirigente de la Juventud Peronista (JP) Enrique “Pacho Elizagaray. “Se reían de cómo perseguían a Pacho Elizagaray por los techos”, dijo ante el Tribunal Oral Federal 1, que juzga los crímenes cometidos por esa organización en Mar del Plata.
En 1975, Masid estaba en pareja con Carlos González y ayer testimonió ante el tribunal que juzga a los acusados de una serie de crímenes cometidos –diez civiles y un militar retirado- antes del golpe de Estado de 1976. Allí ratificó el testimonio que había dado durante la instrucción de la causa por asociación ilícita y ocho homicidios. “Lo que yo estoy diciendo es la verdad y toda la verdad”, sostuvo Masid.
A Carlos Hugo González lo conoció en noviembre de 1974 en una confitería marplatense, donde acudían tanto militantes y adherentes de izquierda y de derecha. Ella entonces se identificaba –según dijo- con las ideas de izquierda, y quien luego sería su pareja, con la derecha.
Masid señaló que “los hechos delictivos del grupo empezaron a partir de la muerte de Ernesto Piantoni”, quien era el líder de la organización de ultraderecha, y quien –sostuvo- “los mantenía a raya”. Tras la muerte, el cambio también se vio en sus apariencias: “Carlos tenía el pelo largo, usaba jeans, y se cortaron el pelo, se dejaron el bigote y usaban traje”.
El 5 x 1
EL 20 de marzo de 1975, un grupo de Montoneros mató a Piantoni. Al día siguiente, los miembros de la CNU mataron a 5 personas: Bernardo Goldenmberg, Jorge Videla y sus hijos Jorge y Guillermo; y “Pacho” Elizagaray, hijo del senador provincial del Frejuli, Carlos Elizagaray.
“Se sabía que eran ellos”, dijo Masid y precisó que a quienes recordaba porque iban más frecuentemente a su casa eran Eduardo Salvador Ullúa, José Luis Piatti, Mario Durquet, y Piero Asaro. Ella también visitaba la casa de Roberto Coronel porque era amiga de su mujer, María Silvia, hasta que un problema familiar las distanció.
La testigo, quien declaró a través del sistema de videoconferencia desde un juzgado en Mendoza, rememoró que la noche de la muerte de Piantoni, había ido “un montón de gente” a su casa. A algunos no los conocía, e identificó a Patricio Fernández Rivero, a quien señaló como jefe de la CNU nacional.
Esa madrugada –relató- volvieron con una botella de cinco litros de wiski Chivas que “estaba en la casa de alguna de las víctimas”. Además, llevaron un Winco con discos de autores que entonces escuchaban los jóvenes. “Ahí me entero que uno de los muertos era el chico Videla, de 16 años”, dijo y agregó: “Se reían de cómo perseguían a Pacho Elizagaray por los techos”.
La universidad
González –su ex pareja- trabajaba en el área de seguridad de la Universidad, “pero no iba nunca”, como otros integrantes de CNU, cuyos nombres no pudo precisar. “Las autoridades de la Universidad (entonces el rector era Josué Catuogno, el secretario general Eduardo Cincotta y el coordinador docente Gustavo Demarchi) eran amigos de ellos, y conseguimos trabajo de esa manera”, contó Masid, quien también ingresó como administrativa. La diferencia era que “las mujeres trabajábamos y cumplíamos horario, y los hombres no”.
“Mario Durquet, Ullúa, Marcelo Arenaza estaban ahí (en la Universidad), se encerraban en la oficina de Jorge Aguilera y se reían”, señaló, aunque no supo cuál estaba nombrado y cuál no.
Por otro lado, dijo que en su casa también se guardaban armas en una baulera y que un día que encontró a su hijo de 7 años con una granada en la mano, exigió que las saquen de allí. Por dichos de su entonces pareja, supo que las habían llevado primero a la casa de Coronel y que ante un planteo de su mujer, luego habrían sido llevadas a la vivienda de José Luis Granel, dos de los abogados imputados.
La adolescencia
Masid lo conocía a Daniel Gasparri –una de las víctimas del juicio, asesinado a balazos junto a su colega Jorge Stoppani- de la secundaria. Lo cruzó, junto a su pareja, en una Iglesia donde se casaba el hermano de José Luis Piatti, otro miembro de CNU. “Ese va a ser boleta”, le dijo González. Ella no le dio importancia porque era usual en esa época, según dijo, ese tipo de amenazas.
No mucho tiempo después, una madrugada de fines de abril de 1975, González la despertó tirándole un reloj arriba de la cama. “Es de Daniel Gasparri, cayó esta noche”, le dijo. Masid rompió en llanto. “Estás llorando por el enemigo”, le reprochó él. Enseguida recordó a su compañero de la secundaria como un joven callado, sencillo y solidario. “Sentí que estaba matando mi adolescencia”, sostuvo en el juicio. Al reloj lo usó muchos años, luego lo tuvo guardado, hasta que decidió arrojarlo al mar.
Del secuestro –que terminó en asesinato- de María del Carmen Maggi se enteró por los diarios. Y mencionó que allí aparecía el identikit de su entonces pareja y también recordó haber visto el de Eduardo Salvador Ullúa, que entonces trabajaba en la Justicia Federal con el ex fiscal Demarchi y otro empleado a quien también identificó como miembro de CNU, Juan Jacinto Rolón. Masid se enteró que a Coca la mataron y enterraron en un sitio y que luego trasladaron el cadáver a Mar Chiquita.
A su vez, la testigo mencionó que cuando el grupo se emborrachaba, daba a conocer algunos detalles de los crímenes. Contó que Durquet decía que la había matado a Maggi, que ella “los había perdonado como Jesucristo”, y que Piero Asaro en un momento había vomitado y que se reían de eso. “Que Asaro diga en qué momento, pero vomitar, vomitó”, aseveró la testigo y dijo que “ellos mismos se autodenominaban como CNU o Triple A”.
Los roles
Por otro lado, señaló que había divisiones en los roles de la organización. Estaban “los intelectuales”, donde ubicó a Juan Pedro “Piero” Asaro y Raúl Arturo Viglizzo; “los operativos”, donde incluyó a Durquet, Piatti, González, Ullúa, Raúl Rogelio Moleón, los hermanos Juan Carlos y Alberto Gómez, Fernando Alberto Otero y al “Negro Juan”; y “los profesionales”, a quienes identificó como Roberto Coronel, Eduardo Cincotta, Demarchi, Mairal, Granel, y “un chico que ahora hace jubilaciones”.
“Las bases eran las que hacían el trabajo sucio. Entiendo que todos en algún momento para cubrirse tenían que participar de algún hecho”, sostuvo y afirmó: “A Demarchi lo nombraban continuamente como integrante de la organización”.
Al dar cuenta de la relación de CNU con fuerzas de seguridad y fuerzas armadas, Masid indicó que “robaban autos para la policía” y que se encontraban en el GADA con un Comodoro, cuyo apellido no recordó.
Demarchi
Luego, al ser consultada por el rol de Demarchi como fiscal federal señaló que “sabía lo que estaba pasando, seguro”. “Estaba en contacto con ellos, los que actuaban y los que no. Todos sabíamos, las mujeres de ellos también. Cómo un fiscal que tiene como empleados a dos CNU no va a saber lo que está pasando”, interrogó.
La declaración de la testigo en primera instancia había sido objetada por algunas defensas, incluso se dijo que su testimonio podría haber sido direccionado. Pero la mujer, ante la pregunta del presidente del Tribunal, Víctor Bianco, fue clara: “Lo que yo estoy diciendo es la verdad y toda la verdad. Yo digo lo que sé”.