Para los fiscales Patricio Evers y Luis Comparatore, el ataque de los policías contra los manifestantes fue “pretendidamente mortal”. En la audiencia de hoy, tres ex policías -de un total de 16 que están imputados- escucharon la acusación.
-¡Disparen carajo! ¡No sean cagones! -arengaba el jefe de seguridad del banco HSBC, el militar retirado Jorge Varando. El 20 de diciembre de 2001, Varando dirigió la patota que disparó más de 50 balazos desde la sede de la institución financiera.
Una de esas balas le destrozó la cabeza a Gustavo Benedetto. Unas horas antes, el joven que trabajaba como repositor en uno de los supermercados saqueados durante esas jornadas, había pasado a engrosar la estadística de desocupados. Enojado, fue a la Plaza de Mayo y se sumó a los que pedían que se fueran todos. A las 16:30 horas del 20 de diciembre, la orden de Varando lo encontró en Avenida de Mayo al 600. Benedetto estaba en la línea de tiro.
Esta viernes por la mañana, en la segunda audiencia del juicio por la represión que ordenó el gobierno de Fernando de la Rúa, Varando no estuvo entre los imputados que llegaron a debate oral. En la instrucción los fiscales no encontraron elementos suficientes para reconstruir los hechos. Es que ese día, en el banco también estaba el subcomisario Omar Bellante y se encargó de juntas las balas dispersas en el suelo y de destruir las pruebas. En la sala SUM de Comodoro Py, los secretarios del Tribunal Oral Federal 6, leyeron la acusación. En el escrito los fiscales Patricio Evers y Luis Comparatore hablaron de “pelotón de fusilamiento” e imputaron a Bellante por encubrimiento agravado.
En la audiencia de hoy tres ex policías (de un total de 16 que están imputados) escucharon la acusación. Desde las 9 un grupo de cinco ex policías vestidos con trajes oscuros y zapatos lustrados aguardaban la llegada de sus compañeros de suerte, de sus abogados y del tribunal en la sala AMIA. Pero el juez José Martínez Sobrino, había dispuesto el traslado del debate a la sala SUM, también en la planta baja, pero más pequeña. “Si salimos absueltos tampoco podemos volver porque nos dieron el (retiro) obligatorio”, dijo uno y detalló sobre el momento en el que lo apartaron de la Policía Federal por las balas que dispararon ese diciembre trágico.
Con el ingreso de los 5 imputados y parte de la querella que también había esperado la llegada del tribunal en la sala AMIA, comenzó el debate. Con los 17 imputados (entre los que se encuentra el ex secretario de Seguridad durante el gobierno de la Alianza, Enrique Mathov), sus abogados, los querellantes y los funcionarios del TOF 6, no quedó lugar para los familiares, que siguieron la audiencia ubicados detrás, a través de un vidrio. Después, la jornada transcurrió según lo previsto. Salvó por la interrupción que ocasionó el abogado Virgilio Loiácono, que asiste al ex jefe de la Policía Federal, Rubén Santos.
Loiácono llegó tarde, recorrió la sala y se plantó en las primeras filas para que le hicieran lugar al lado de su defendido. En este juicio Santos deberá responder porque durante la instrucción los fiscales Patricio Evers y Luis Comparatore, consideraron lo suficientemente probado que “impartió órdenes y directivas indebidas dirigidas a los diferentes oficiales superiores (de la federal)” que derivaron en los homicidios de Gustavo Benedetto, Marcelo Riva, Diego Lamagna y Carlos Almirón, en las inmediaciones de la Plaza de Mayo y el Congreso. Y la de Alberto Márquez en las cercanías del Obelisco.
La interrupción no ocasionó inconvenientes. Antes que Bellante, el ex principal de la seccional 4° Víctor Belloni escuchó el relato que lo ubica en la escena de la represión por intento de homicidio. La tarde del 20 de diciembre, cerca de las cuatro, Belloni empuño su escopeta contra los manifestantes que estaban en las inmediaciones de las avenidas de Mayo y 9 de Julio, en el centro porteño. Los disparos los recibieron Marcelo Dorado y el motoquero Sergio Rubén Sánchez. A Dorado una bala de plomo calibre 12.70 le alcanzó el tórax, cerca del pulmón, y otras le pegaron sobre el muslo y el cuello. A Sánchez, un disparó en la cabeza lo desmayó. Para los fiscales Patricio Evers y Luis Comparatore el ataque fue “pretendidamente mortal”.
Después le tocó el turno a los ex policías Carlos Loforte y Jorge Toma. Escucharon algo que ya sabían: en las imágenes aportadas por los canales de televisión se los ve arremetiendo contra los manifestantes. Los golpeaban hasta cansarse, aun cuando estuvieran en el piso e indefensos. Los fiscales Evers y Comparatore pidieron que se los impute por vejaciones.
Durante el cuarto intermedio, los ex policías se reunieron en los pasillos frente a la sala. Algunos no se conocían entre sí y Loforte se presentó. El ex secretario de Seguridad, Enrique Mathov, el único político que llega imputado a este juicio, no habló con los ex uniformados. De traje gris claro, permaneció todo el tiempo en la sala. Apenas intercambió algunas palabras con Santos y su abogado Virgilio Loiácono (compañero de Mathov durante la presidencia de De la Rúa, en la que ocupó el cargo de secretario Legal y Técnico).
Esta fue la segunda jornada de un juicio que puede durar más de 10 meses. Durante ese tiempo, los jueces del Tribunal Oral Federal n°6 escucharán a casi 600 testigos. Y también está previsto que durante las audiencias se dé a conocer el mapa y la cronología de los hechos que reconstruyeron los profesionales del Grupo de Física Forense del Centro Atómico Bariloche (GFF), que organizaron y analizaron cientos de videos y fotografías de aquella jornada trágica.
En la próxima audiencia, luego de la lectura de las acusaciones, los jueces darán lugar a las partes –querellantes y defensores- para que hagan los planteos que consideren relevantes antes de dar la palabra a los imputados.