En el juicio oral por los crímenes cometidos en la ESMA, comenzaron a declarar los testigos por los vuelos de la muerte. Hoy fue el turno de un piloto holandés que compartió una comida en Indonesia con Poch, donde les contó que a los “terroristas” los tiraban al río. Y después el argentino agregó: "Tendríamos que haberlos matado a todos".
Cuando en una cena de trabajo, en 2003, el piloto holandés Tim Eisso Weert escuchó a su colega, el argentino Julio Poch, decir que a los “terroristas había que haberlos matarlos”, se levantó de la mesa, pero su jefe aéreo lo obligó a sentarse otra vez. Weert no quiso ser cómplice de los crímenes de lesa humanidad y denunció los dichos de Poch ante sus superiores. En 2011, lo hizo ante el juez federal de instrucción Sergio Torres y hoy declaró ante el Tribunal Oral Federal 5 de Comodoro Py, que juzga los delitos que ocurrieron en la ESMA durante la última dictadura cívico militar. Poch, de 62 años, presenció la audiencia.
Por videoconferencia desde Holanda, Weert le contó a los jueces argentinos que conoció a Poch en 1988, cuando entró a trabajar como piloto en la compañía Transavia, una empresa aérea franco-holandesa.También dijo que compartieron un vuelo, él como instructor y Poch como copiloto, en 1990. Dijo que lo consideraba“como una persona muy respetuosa y tranquila”.
El 2 de diciembre de 2003, junto a otros pilotos compartieron una cena en la ciudad indonesa de Bali. La comida fue en la playa y estaba también la esposa de Poch, Grethe. El testigo contó que durante la cena las conversaciones – en inglés- eran sobre temas sin demasiada importancia. “En un momento, se hizo un comentario del suegro de nuestro príncipe heredero (Jorge Zorreguieta, padre de la entonces princesa Máxima)”, dijo Weert. Se hablaba de la dictadura militar. “Los holandeses dijimos que Zorreguieta tendría que haber sabido de los desaparecidos, porque él había sido funcionario de Agricultura. A lo que Poch respondió que él no sabía nada. Julio dijo que en una guerra hay gente que muere. No supe qué decir y me quedé mirando mi plato”.
La conversación siguió. Poch dijo que a los “terroristas” los tiraban al río. “Dijo que los montoneros eran terroristas, y que no se merecían menos que eso”. Weert le preguntó por qué no devolvieron los cuerpos a los familiares. Poch le respondió que las madres tendrían que haber sabido que sus hijos eran “terroristas” y que no tendrían que haberlos dejado salir de noche. “Poch hizo un comentario muy fuerte que escuchó toda la mesa: 'Tendríamos que haberlos matado a todos'. Eso causó un gran impacto e hice mi último comentario: ´Fue muy inhumanno ejecutar a personas así”. Poch agregó que estaban drogados. Se refería a la aplicación de pentotal, una droga que adormecía a los secuestrados.
En ese momento cambió la postura corporal del señor Poch, se puso nervioso. Weert le echó en cara: “Qué pena me da que tuvieras que haber hecho esas cosas”. Poch reaccionó muy enojado y nervioso. “Su reacción me confirmó la idea que tuve, de que había participado”. Después de ese episodio, Weert denunció los dichos de Poch ante su jefe.
En 2011, declaró ante el juez de instrucción Sergio Torres y le dibujó un croquis con la ubicación de los comensales de esa cena.Ese mismo año, Weert recibió mensajes de texto con insultos y amenazas. Y también contó que el hijo de Poch, Andy, se subió a su auto y habló una hora sobre la acusación contra su padre, y le pidió que la modificara.
Poch seguía la declaración de Weert desde la primera fila de la defensa, al lado de su abogado particular Gerardo Ibáñez. El imputado que suele ir siempre, Ricardo Miguel Cavallo, pidió permiso para no ir estos días al juicio, y entre el público había una veintena de estudiantes secundarios. En el palco superior de la sala, un familiar saludó a Poch, y lo abrazó cuando terminó la audiencia.
Poch y su camino judicial
Por las denuncias de Weert y otros compañeros holandeses, en 2008, lajusticia argentina solicitó a Holanda el arresto y extradición de Poch. Recién en 2010, Poch fue extraditado y ante el juez Torres negó toda relación con los vuelos de la muerte. Alegó que sus ex compañeros de trabajo habían intencionalmente malinterpretado sus palabras.
En mayo de 2010, Torres lo procesó y le dictó prisión preventiva; le imputó el delito de “privación ilegítima de la libertad”. Cinco meses después, la Cámara Federal revocó su procesamiento y le ordenó al juez que dicte una nueva resolución, señalando que del pronunciamiento revocado “no surge mínimamente acreditada la vinculación del imputado integrando el Grupo de Tareas” represivas que operó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)”. En diciembre de ese año, Poch fue excarcelado, pero volvió a prisión meses después cuando Torres volvió a procesarlo.
Problemas de traducción
La pantalla de la sala de audiencias se dividió en seis. Tanto en Holanda, como en Comodoro Py y en los penales federales en los que están detenidos los imputados se podía seguir la transmisión. En una de las pantallas estaba el tribunal argentino; en otra el testigo; en otras tres los funcionarios holandeses, una jueza, una traductora fiscal y un abogado defensor. Las últimas dos estaban en blanco. La traducción español-holandesa fue una interpretación consecutiva, en lugar de simultánea. Esto provocó que se duplicara el tiempo de declaración. Esto también significó que la traducción no fuera literal. Y también sumó confusión la declaración del testigo en inglés, cuando recordó frases textuales dichas en la cena con Poch, en noviembre de 2003.
Durante la audiencia, al menos dos veces la magistrada holandesa corrigió a la traductora y le dijo que había omitido decir una parte. El abogado defensor Gerardo Ibáñez también aportó a la confusión cuando le preguntó al testigo por la conjunción de los verbos en singular y en plural que había usado. Para cubrir la audiencia, vinieron al país representantes de cuatro canales holandeses. Después de varias idas y venidas con el Tribunal, no pudieron filmar lo que más querían: las declaraciones de los holandeses.