Éste fin de semana se celebra el Día de la Familia. Emocionada por la iniciativa de su hija Mora, que con 5 años consiguió que una sala del jardín llevara el nombre de su abuela, Lucía García Itzigsohn recuerda a su madre, Matilde, desaparecida en la última dictadura militar.
El 14 de octubre de 1976 Gustavo García Cappannini viajó de Bernal a La Plata a visitar a su madre. Al regreso- no se sabe si lo bajaron del micro o si lo esperaban al llegar- una patota militar lo secuestró y nunca más lo vieron. Era un artista plástico, militante montonero, dedicado a realizar documentaciones falsas para la organización.
En su casa de Bernal esperaban sin respuesta su esposa Matilde “Tili” Itzigsohn de 27 años, y sus hijas, Lucía (2) y María Inés que todavía no había cumplido los 4 meses de vida. El plan de seguridad, que consistía en abandonar el hogar después de algunas horas de incomunicación, funcionó a la perfección: la casa fue allanada y baleada; ellas ya no estaban allí. Se habían mudado a un departamento en capital que una familia amiga le cedió a Matilde.
“Siempre pienso en esos últimos meses en el que mi vieja estuvo sola con nosotras dos”, dice Lucía García Itzigsohn, una de las fundadoras de la agrupación HIJOS en La Plata, “compañero desaparecido, ella clandestina, laburando como secretaria en un consultorio médico… hay que tener unos ovarios blindados para sostener todo eso” dice Lucía, conmovida.
Durante ese período, su mamá escribió unas notas contando las vivencias y las expectativas por reencontrarse con su amor. En esa libreta, Matilde les pide a sus hijas que se alimenten en honor a su padre que probablemente estaría pasando hambre. Con Gustavo García Cappannini secuestrado, a Matilde le ofrecieron exiliarse con las nenas en Israel pero ella eligió quedarse para buscar a su marido.
“Nunca me enojé con mis padres por lo sucedido” dice Lucía en alusión a esta posibilidad truncada de exilio, “ante una oportunidad asegurada de sobrevivir mis viejos eligieron quedarse, no morirse, que es muy distinto”. El 16 de marzo de 1977 Matilde Itzigsohn fue secuestrada y desaparecida. Antes de salir a lo que la familia supone que fue una cita para obtener información, dejó a sus hijas en lo de su madre: “Ella estaba conectada con una persona que le decía que veía a mi papá. Cada tanto se encontraba con esa persona, un ex compañero del astillero” dice Lucía García Itzigsohn, testigo en la megacausa ESMA tras comprobarse que sus padres estuvieron allí en cautiverio.
Matilde “Tili” Itzigsohn era militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y trabajó como programadora de IBM en el Astilleros Río Santiago hasta el 24 de marzo de 1976. Se ausentó a trabajar desde ese día consciente de su condición de gremialista, militante y judía en un lugar administrado por la Marina. En el archivo de la Comisión por la Memoria hay folletos escritos a mano con nombres de trabajadores perseguidos entre los que aparece el suyo. De hecho, es la única mujer desaparecida de Astilleros.
En el marco de su trabajo ella había promovido intensamente la idea de que se creara una guardería para los hijos de los trabajadores. El año pasado, 38 años más tarde, se inauguró el jardín de los Astilleros Río Santiago y pronto llevará el nombre de Matilde Itzigsohn: “Está todo dado para que pronto lleve el nombre de mi madre” dice Lucía “por lo pronto mi hija se me adelantó y un salón de su jardín - el N° 906 - fue rebautizado con el nombre de su abuela” agrega refiriéndose a la iniciativa a través de la cual Mora, de 5 años, logró homenajear a su abuela de esa manera y mantenerla viva en el recuerdo a través de una placa conmemorativa que se descubrió el día de ayer, en un acto en el jardín.
Reconstruir la historia
Con el secuestro de Matilde, Lucía quedó al cuidado de su abuela paterna en La Plata, y María Inés con su abuela materna en Buenos Aires. Las consuegras se visitaban para fomentar el lazo entre las hermanas: “En una de esas visitas me prendí de una pierna de mi hermana” dice Lucía, “y no hubo forma de separarnos. Desde ese día pasamos a vivir juntas en lo de mi abuela paterna” agrega.
En ese hogar se hablaba poco del tema. La situación era traumática, las nenas eran chicas y apenas se conocían algunas cosas sueltas. Con una compañera de la escuela, Verónica Sánchez Viamonte (hija del desaparecido Santiago el “Chueco” Sánchez Viamonte, rugbier reconocido en la historia de La Plata Rugby) Lucía intercambiaba información y entre las dos iban armando la historia. Tenían 5 años, la misma edad que hoy tiene Mora, su hija: “un día una compañera de la escuela nos dijo que unos señores malos habían metido presos a nuestros papás” evoca Lucía con el vocabulario propio de aquella edad.
También recuerda con claridad aquel día en que en la escuela, con su amiga Vero, después de leer Hansel y Gretel salieron al recreo gritando “somos huérfanas”. “Sentíamos alivio de haber encontrado una palabra que definiera nuestra situación” afirma.
“Mirá si eso será profundo, que cuando arranqué el secundario en el año 88 en el Colegio Nacional y conté mi historia no me creían” dice Lucía García Itzigsohn ahora docente en la Facultad de Periodismo de la UNLP y de la UNAJ “No creían que ser hijo de desaparecidos pudiera pasarle a alguien normal que compartiera aula con ellos” agrega.
Cosa de familia
En el camino de la militancia, a Lucía le cuesta disociar cuánto hay de historia familiar y cuánto de decisión propia: “es difícil saberlo”, dice ella, “desde chica tengo mucha inquietud política. Viajé a Brasil, hice cosas con movimiento sin tierras, fui a Cuba”, y al moverse el pelo se le ven unos aritos de alpaca con la silueta de la patria grande.
En el secundario militó en el centro de estudiantes del colegio, y a los 18 años se puso en contacto con las Madres de Plaza de Mayo con quien colaboró durante varios años. A los 20 sería una de las fundadoras de HIJOS delegación La Plata y desde que fue madre- cuando tuvo a León hace 11 años- es una defensora acérrima de los derechos de la mujer: “ me doy cuenta de que siempre fui feminista” adelanta Lucía “ sólo que lo descubrí desde que empecé a militar con las mujeres”. En la actualidad tiene una columna en Radio Nacional sobre cuestiones de género.
Matilde también era una adelantada en éstas temáticas: militó desde los 14 años, viajó sola durante un año entero cuando tenía 20, era independiente y tuvo muchas parejas antes de casarse con Gustavo García Cappannini. “mi vieja no era una mujer normal para la época”.
Lucía reflexiona con madurez en relación a sus padres. Luego de haber superado en edad los años que tenía su mamá cuando fue secuestrada (27), se conmueve por la intensidad con la que vivieron su juventud. “Ahora a los 40 años todo lo que me entero de ellos me da ternura” dice Lucía “eran chicos todavía, pero grandes”, y se le hace un nudo en la garganta: “Grandes de verdad”.