En el recinto de la Cámara de Diputados, los legisladores tuvieron que ingeniárselas para entrar. Los diversos bloques acompañaron el discurso con bromas, gestos teatrales, cánticos, quejas y celebraciones, según los colores de sus banderas.
Diputados y senadores hoy entraron al Congreso por un acceso exclusivo, sobre avenida Rivadavia 1850. Atravesaron un pasillo resguardado por vallas, bordearon molinetes y recién después de sortear varios controles, accedieron al recinto. Había muchas postas de seguridad en los accesos al Palacio. Los invitados entraron por el mismo ingreso que los militantes, a metros de la entrada de legisladores.
En otra entrada, a la vuelta, por la calle Combate de los Pozos, la circulación de los periodistas era mucho menos fluida. Cientos de fotógrafos, cronistas y camarógrafos querían entrar al edificio y conseguir los mejores ángulos desde donde ver entrar a la Presidenta. La posibilidad de pasar a diferentes sectores dependía del color de la acreditación. Los más inquietos desbordaron al personal abocado a la seguridad y la logística, que debía contenerlos en cada pasillo.
Los palcos en el recinto estaban repletos. En el Salón de los Pasos Perdidos no entraba un alfiler, y los camarógrafos se peleaban por encontrar un pequeño espacio para captar a la presidenta cuando atravesara ese pasillo. Varios diputados de la oposición buscaban a las cámaras y los periodistas en un pasillo que bordea el salón. El radical Oscar Aguad se tomó más de media hora para dar notas en la previa. Durante el discurso presidencial, volvió a aparecer por ahí. Casi no estuvo en su banca, después de rechazar con gestos airados las primeras palabras de la presidenta.
Sobre los escritorios de sus bancas, dos libros azules esperaban a los legisladores s: el nuevo Código Civil y Comercial, que entrará en vigencia en agosto, y el informe de gestión 2014, elaborado por el Ejecutivo Nacional. Por los altoparlantes, la locutora de la transmisión oficial anunciaba el discurso de Cristina Fernández de Kirchner. Mientras la Presidenta iba camino al Congreso y antes de que el auto oficial estacionara en la explanada, la locutora repasó las acciones del gobierno durante los últimos años y habló de la "recuperación de la dignidad de los argentinos". Algunos legisladores no ocultaban su fastidio, y miraban las pantallas desde las bancas, con los brazos cruzados.
Los que dejaron su banca
Aunque el recinto alberga habitualmente a los diputados, hoy todos los legisladores nacionales tuvieron que ingeniárselas para entrar. Nito Artaza, por ejemplo, se sentó en una silla en pleno pasillo, en la zona donde el radicalismo tiene su base. A pocos metros de Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz, Julio Cobos, Gerardo Morales y la banca de Aguad, que estuvo vacía la mayor parte del tiempo. Cada tanto Artaza la observaba, quizá pensando que se la podrían haber ofrecido. Otro legislador que pasó poco tiempo en el recinto fue Fernando "Pino" Solanas. Salió un par de veces y a la tercera ya no regresó.
De cara a a la Presidenta, trece legisladores del Frente para la Victoria (FpV) se acomodaron en sillas agregadas especialmente. Tuvieron que contraer los hombros y arrimarse para poder entrar.
Cuando los legisladores se pusieron azules
Las pantallas que suelen mostrar el resultado de las votaciones hoy replicaron la transmisión oficial del acto. Minutos antes de la llegada de la presidenta al recinto, todos los legisladores se pusieron azules. Así se veían bajo la luz de cinco reflectores ubicados debajo de la segunda galería. Tiñeron todo del color de la bandera. Desde los palcos del tercer piso, los militantes que coparon el edificio cantaban dos “himnos”: "Somos de la gloriosa juventud peronista" y "Vengo bancando este proyecto".
Varios de los palcos de la segunda galería estaban repletos de funcionarios. Y uno estaba reservado para las Madres de Plaza de Mayo, acompañadas por el secretario de Justicia, Julián Álvarez. A pocos metros, Estela de Carlotto y las Abuelas compartían otro con Martín Fresneda, secretario de Derechos Humanos. A lo largo del discurso, los ánimos se fueron encendiendo y muchos de los que estaban sentados se movieron al ritmo de los cánticos militantes. Lo mismo pasó más tarde en las bancadas.
Desde que la presidenta atravesó la puerta del Congreso, no hubo un solo instante de silencio. El bloque del Frente para la Victoria ya no esperaba sentado. Todos sus integrantes cantaban de pie y arengaban a los demás. A poco de comenzar el discurso, Ignacio de Mendiguren gruñía y gesticulaba con dramatismo, hablando con Felipe Solá. El ex gobernador le seguía la corriente, pero no le ofrecía respuestas ni el mismo entusiasmo. Aguad hacía lo mismo, recostado sobre su sillón y girando sobre él en semicírculos.
-Esto es un desastre- le decía a los que lo rodeaban.
Durante el discurso, el senador PRO Diego Santilli se tapaba la boca y se asomaba a los costados para bromear con otros legisladores. A veces alguno esbozaba una sonrisa, aprobando su ocurrencia. Cuando Aguad dejó el recinto, saludó a Tonelli y a Santilli, dos alfiles del macrismo. El "Colorado" le devolvió el saludo con una palmada, pero sin levantarse del asiento.
Una sombra angosta se extendía por encima de las dos primeras filas de bancadas. Tres diputados radicales levantaron la cabeza y pudieron ver una grúa de televisión varios metros arriba. Aprovecharon la excusa para hacer algunos gestos teatrales de desaprobación, pero unos segundos después ya se habían olvidado.
Mientras la presidenta hablaba, los legisladores escuchaban atentos hasta que surgían los aplausos y canciones.
-Dicen que esto termina a las seis- aventuró un hombre que trabaja en Diputados. -Me estás cargando- respondió un periodista.
-Y, mirá la pila de papeles que tiene ahí- decía el hombre, señalando el Informe de gestión 2014, que se sumaba a la pila de hojas con cifras y propuestas que la presidenta pensaba enumerar.
Los hits que acompañaron el discurso
Las canciones de la militancia fueron variando según los tópicos del discurso. Cuando la presidenta habló del desendeudamiento, los militantes contestaron con "¡Patria sí, colonia no!". Cuando habló de su compañero, acompañaron con un "Néstor vive en el pueblo". Y cuando se habló de derechos humanos, la reacción fue un furioso "¡No nos han vencido!".