La Justicia investiga si su sanguinaria muerte, ocurrida mientras veraneaba en Mar del Plata, fue un ajuste o un homicidio en ocasión de robo. "Acá no tenemos asesinos que degüellen de esta manera”, dijo la fiscal.
La muerte de Ramiro Leandro Fini (45) fue agitada y vertiginosa, como su vida. Empresario de camiones, alguna vez procesado por la ley, amigo íntimo de Mauro Martín (exjefe de La Doce), bebió de las mieles de la barra de Boca hasta que el mandamás cayó en desgracia. Después de una noche romántica en una suite lujosa del hotel Costa Galana, mientras se instalaba en su casa de veraneo del barrio Alfar para descansar unos días en Mar del Plata, dos hombres entraron a cara descubierta a la vivienda. A plena luz del día, lo degollaron con saña. Se llevaron veinte mil pesos y joyas de su mujer, única testigo del ataque. “Por ahora es un homicidio en ocasión de robo”, dijo la fiscal Andrea Gómez a Infojus Noticias. “Al resto de las hipótesis las estoy investigando”, agregó.
El domingo a la noche Ramiro Fini y su mujer estacionaron el BMW negro frente a Playa Grande, entraron al hotel Costa Galana y subieron a la suite, por la que pagaron 2600 pesos en efectivo. A la mañana siguiente desayunaron y partieron hacia su casa, en la zona sur de las playas de Mar del Plata. Llevaban en el asiento trasero un maletín con 20.000 pesos -no eran dólares, como se dijo- que ahora buscan los sabuesos: los asesinos se llevaron el dinero. La mujer de Fini explicó ante la fiscal que estaba destinado a pagar refacciones en la casa y los honorarios del jardinero. Cobraba 300 pesos mensuales pero le adeudaban un año entero.
“No era un palacete, tampoco un rancho”, graficó una fuente judicial. Fini y su mujer habían llegado un rato antes y estaban ventilando la vivienda cuando entraron dos tipos. Actuaron a cara descubierta. Ella creyó haber visto que uno de los dos tenía un arma de fuego, pero el homicidio fue perpetrado con armas blancas. Uno de los hombres la encerró en la habitación. Era de tez morocha y usaba lentes espejados: no parecía el estereotipo de un barra. Le robaron dos cadenas de oro y algunos anillos. Todo lo que escuchó la mujer en los veinte minutos que permaneció ahí fueron los gritos de su marido.
Recién se animó a salir de la habitación cuando los ruidos se apagaron. Entonces vio a su esposo en el palier contiguo, la sangre dibujando una aureola. El protocolo preliminar de la autopsia determinó que tenía cinco puñaladas: dos en el tórax que eran vitales –provocadas cuando estaba vivo-, una en el cuerpo, y dos mortales en el cuello. La única certeza de la investigación hasta el momento es que al homicidio le siguió un robo. Por la saña de las cuchilladas, la fiscal abona la posibilidad del ajuste de cuentas. “En mis veinticinco años de experiencia como fiscal nunca vi semejantes cortes en el cuello. Hasta tal punto, que cuando los forenses movieron el cuerpo creí que la cabeza se caía”, dijo Gómez para ilustrar la profundidad de los tajos. “Era un tipo joven, de buen físico, y no había heridas defensivas. Eso puede significar que cuando le propinaron las puñaladas alguien lo tenía maniatado”, explicó. “Lo que sí me extraña es por qué, si la tenían, no lo ultimaron por arma de fuego”, agregó. Eso también puede ser un indicio de quiénes fueron los que ejecutaron el crimen: bajo los códigos de la mafia, el degollamiento es un mensaje contundente hacia el entorno. La prueba de que alguien creció demasiado en la estructura de mandos.
Ramiro Fini tenía seis hijos con la misma mujere integraba la barra de Boca. Era el amigo y confidente de Mauro Martín, a quien le pagaba –según la declaración de su esposa- el costo del abogado y la seguridad en la cárcel. “Lo había pasado a ver por Devoto antes de irse a Mar del Plata. Desde hace un año, cuando cayó preso, no iba a la cancha”, contó Gómez. Mauro Martín, su antiguo lugarteniente Maxi Mazzaro, y otro barra están presos por el crimen de Ernesto Cirino, asesinado a golpes después de que su perro orinara la vereda del cuñado de Martín.
Entre sus diversas ocupaciones, Fini manejaba una flotilla de camiones. Tenía un buen pasar económico: el BMW negro, la casa en Mar del Plata, el pago al contado del Costa Galana, una casa en un barrio cerrado de Tigre a la que se había mudado el año pasado. En 2004 lo habían investigado por asociación ilícita –por la flota de camiones- en la Unidad Fiscal N° 7 de San Martin. Su mujer dice que fue sobreseído. La prensa hoy publicó que Fini vivía amenazado pero le restaba importancia. “Su esposa lo negó, o al menos no lo sabía”, dijo la fiscal.
El asesinato por encargo es una pista firme, pero no la única. “Acá el baile son los intereses encontrados por la temporada estival que comienza en Mar del Plata. Para las autoridades, siempre es más barato darlo como un ajuste de cuentas que como un hecho de criminalidad ordinario”, dijo. Pero advirtió: “en Mar del Plata no tenemos asesinos que degüellen de esta manera”.