Testimonios de sobrevivientes señalan una casaquinta en Del Viso y otra en la zona de Pacheco. Los dos lugares no pudieron ser localizados por la Justicia. Se les suma la casa que usaba el jefe de la Armada, que sí se sabe que se usó como CCD. Y la isla El Silencio, donde se trasladó a detenidos en 1979, ante la visita de la CIDH.
El circuito represivo de la Marina utilizó casas operativas para trasladar a sus víctimas de manera alternativa. Relacionadas directamente con la ESMA hubo al menos tres casasquintas, además de la isla El Silencio, utilizada durante la visita de la CIDH, en 1979. Fueron usadas mayormente para los supuestos “procesos de recuperación” que llevaron adelante los marinos con algunos detenidos. Estos lugares están siendo investigados por la Justicia en la causa ESMA III a cargo del Tribunal Oral Federal N°5.
Más de una decena de testimonios de sobrevivientes señalan una casaquinta en la localidad de Del Viso, en el partido de Pilar. También hay testimonios de una casaquinta en la zona de Pacheco. Ambos lugares todavía no pudieron ser localizados por la Justicia.
“Las casaquintas las usaban en muchos casos para lo que los militares llamaban proceso de recuperación. Por ejemplo, los familiares iban y se encontraban con las víctimas”, dijo a Infojus Noticias la fiscal Mercedes Soiza Reilly. Los abogados defensores se agarran de las quintas para decir que las mujeres tomaban sol, como si esos lugares no hubieran sido la continuidad de la ESMA, donde también se torturaba. Eran también centros clandestinos y es importante su ubicación para poder incorporarlos a la causa”, sostuvo la fiscal.
La sobreviviente de la ESMA Ana María Martí declaró que a principios del ’79 el represor de la ESMA y ex prefecto Héctor Antonio Febrés la llevó a una quinta en Del Viso. Allí se reunió con sus hijos. Martí declaró que después se enteró que esa casa pertenecía al padre del teniente Antonio Pernías, también represor del centro clandestino.
Las sobrevivientes Sara Solarz de Osatinsky, Susana Ramus y Ricardo Coquet también declararon ante la Justicia de esta casa.Además, la ex detenida desaparecida Ruth Marcus, que dijo en el juicio por los crímenes en la ESMA: “Nos llevaron a una quinta en Del Viso a pasar un domingo de amigos, con pileta”. Otro sobreviviente, Ángel Laurenzano, aportó a la Justicia el apodo de un chofer:Manzanita. Dijo que era un "pibe que era un buen chofer, era el que nos llevaba a la quinta de Del Viso”.
De la casa de Pacheco, el sobreviviente Carlos Lordkipanidse le dijo a Infojus Noticias que “había un tanque de agua muy alto, que estaba sobre una plataforma y sobre columnas”. Lordkipanidse estuvo secuestrado allí en el ‘79. Recordó también la existencia de una pileta de natación con forma irregular. En 1980, allí estuvo secuestrada Silvia Beatriz Dameri, que estaba embarazada y a punto de parir. Ella estuvo en esa casa junto a sus dos hijos: una nena y un varón. En la ESMA, Dameri dio a luz y su hija, a la que llamó Laura, fue apropiada por el represor Antonio Azic. A los otros hijos los repartieron y pudieron recuperar su identidad en 1989 el varón, Marcelo, y en 2000 la mujer, María de las Victorias. En 2008, Laura recuperó su identidad. Dameri y su marido están desaparecidos.
La tercera casaquinta pertenecía al comandante de la Armada. Estaba ubicada en Thames y Panamericana, en Villa Adelina. Algunos la conocían como la “casa SIN”, porque era usada por el Servicio de Inteligencia Naval. Otros, como la “casa del Coara”, en referencia a las siglas que definían “comandante de la Armada”. Muchos jefes de la Marina lo usaron de manera recreativa. Emilio Eduardo Massera solía pasar algunos fines de semana en ese lugar, que contaba con un extenso parque, pileta climatizada, un campo de golf y un impecable chalet de estilo racionalista que había sido diseñada y construida en 1970 por Mario Roberto Álvarez, uno de los más influyentes maestros de la arquitectura en la Argentina.
Se cree que el SIN la usó como parte del circuito desaparecedor entre junio y septiembre de 1977 y que no pasó un gran número de detenidos-desaparecidos. Era el paso previo al ingreso a la ESMA. El inmueble se demolió en 1983, con el regreso de la democracia.
Pilar Calveiro estuvo detenida allí entre el 12 de septiembre y el 17 de octubre de 1977. La investigadora y ex detenida recordó en una entrevista: “Es cierto que el SIN se movía dentro de la ESMA. Es cierto que allí tenía sus propios espacios para torturar primero y ‘trasladar’ después a sus víctimas. Pero también es cierto que entre el SIN y la ESMA existían rivalidades y competencias que no les permitían compartir siempre la información o por lo menos no de inmediato. Así que la casa de Thames y Panamericana fue la primera escala de muchos secuestrados del SIN, posteriormente enviados a la ESMA.”
Calveiro agregó que llevaban a las víctimas cuando eran recién detenidas. O cuando formaban parte de alguna operación que se intentaba mantener bajo reserva. “Diferentes cuartos de la casa, e incluso los baños, se utilizaron para encerrar a los prisioneros, custodiados por una docena de oficiales y suboficiales. Unos pocos sobrevivimos; los más sólo pueden reclamar memoria y justicia a través de nosotros porque ya no están: fueron asesinados por personal naval después de toda clase de padecimientos, dentro y fuera de esa casa, la casa de Thames y Panamericana”, agregó la investigadora.
Otra detenida que pasó por la “casa SIN” fue Lila Pastoriza. En su declaración en el juicios a las Juntas, la periodista dijo que “en la época de mi secuestro, los prisioneros del SIN eran llevados para su interrogatorio y tortura a una casa del grupo, asignada a tales fines”.
La isla El Silencio fue vendida en 1979 por la Iglesia a la Armada, con documentación falsa. El lugar está ubicado en un nudo de canales, sobre el Chañá-Mini y a unos 900 metros del cruce con el Paraná-Mini. Los represores montaron allí un centro clandestino que sirvió para esconder a los prisioneros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que inspeccionó la ESMA, entre el 6 y el 20 de septiembre de 1979.
El predio fue allanado por primera vez en julio y los fiscales Guillermo Friele y Soiza Reilly pidieron que se incorpore a la causa. Todavía persisten las dos construcciones que había: una casa grande y otra más chica, donde convivían represores y víctimas.
A partir del allanamiento en la isla, la Justicia trabaja en las declaraciones de los testigos sobre las casas operativas de la ESMA. “Llevaban a los prisioneros de manera alternativa a las casaquintas”, dijo a Infojus Noticias Pablo Yadarola, secretario del juzgado federal de Sergio Torres, que tiene la instrucción de la causa. “Ahora estamos focalizados sobre la existencia de las casaquintas operativas y su lugar geográfico”, dijo Yadarola.