Los hermanos Ale, señalados por Susana Trimarco como los líderes de la banda que secuestró a su hija, están siendo investigados por lavado de dinero. Son19 los procesados que figuran en el expediente judicial, imputados por asociación ilícita. Las escuchas que comprobaron que "La Chancha Ale" seguía manejando la organización desde la clínica donde estaba detenido.
La causa por lavado de dinero en la que son investigados Rubén “La Chancha” Ale y su hermano Adolfo “el Mono”-los cabecillas del clan tucumano al que Susana Trimarco vinculó con el secuestro de su hija, Marita Verón-sumó esta semana varias novedades. A los trece procesados en diciembre de 2013 se agregaron otros seis y la imputación por el delito de asociación ilícita. Y, por una serie de escuchas telefónicas, se comprobó que “La Chancha” siguió manejando los negocios ilícitos desde el sanatorio donde cumplía prisión preventiva, desde el 23 de diciembre de 2013, lo que determinó su traslado al penal federal de Ezeiza, en Buenos Aires.
Basada en el expediente en el que diez personas fueron condenadas por secuestrar y obligar a Marita a prostituirse, en esta causa la justicia federal busca dar con la pata económica de la red de trata y tráfico de drogas que operó, por lo menos desde 2002, trasladando mujeres entre Tucumán y La Rioja, para explotarlas sexualmente. “Con interconexiones además en Córdoba, el conurbano, Olavarría, La Pampa, Misiones y los prostíbulos conocidos como Las Casitas en Río Gallegos”, señalaron a Infojus Noticias fuentes que siguen el caso.
Con las pruebas colectadas por el fiscal federal de Tucumán, Carlos Brito, y Carlos Gonella, el titular de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), en diciembre de 2013, un día antes de navidad, el juez federal Fernando Poviña dispuso los primeros trece procesamientos y ordenó la detención de “La Chancha”; su exmujer, María Jesús Rivero, y otros imputados. Poviña consideró que tenía pruebas suficientes para sospechar que el clan se habría valido de la remisería Cinco Estrellas, de las sociedades “Points Limits SRL”, “Transportadora Leonel SRL” y “Gerenciadora Deportiva del NOA”, para el “lavado de activos de origen ilícito”.
Rápido de reflejos, Rubén “La Chancha” Ale hizo saber a través de Alejandro Biagosch, su abogado, que estaba internado en el Sanatorio Modelo, en San Miguel de Tucumán. Adujo problemas cardíacos, obesidad mórbida y mal de Parkinson, entre otras complicaciones y quedó preventivamente detenido allí, hasta septiembre de este año, cuando lo trasladaron al hospital Avellaneda, en la misma ciudad. Aun estando internado y con custodia, según la investigación federal, manejó los negocios ilícitos y sus hombres por teléfono o recibiéndolos como visita. Por esto, Poviña dispuso su traslado al Hospital Penitenciario Central I, de Ezeiza.
Biagosch confirmó a Infojus Noticias, que intentará otra vez revertir la situación de su defendido. “Presenté un hábeas corpus correctivo” cuestionando el “agravamiento de las condiciones de detención” por las “enfermedades crónicas que lo afectan”, dijo el abogado. Y explicó que espera una resolución al respecto para el próximo lunes, esta vez del otro juzgado federal tucumano, a cargo de Raúl Bejas, por cuestiones formales de la investigación.
Las fugas y la complicidad policial
El mismo día que “la Chancha” quedó internado y detenido en el sanatorio Modelo, su exmujer –María Jesús Rivero-fue trasladada al penal para mujeres en Güemes, en Salta, acusada por los mismos delitos. En los inicios de la investigación su indagatoria fue una de las más extensas. Durante siete horas, negó los cargos contra ella, pero reconoció que Rubén Ale puso bienes a nombre de terceros, y que ella se los reclamó para sí y para el hijo que tuvieron hace 20 años.
Sobre sus bienes no explicó cómo siendo titular de inmuebles que “suman una valuación superior a los $ 2.000.000”, “habiendo vendido en 2012 otro inmueble valuado fiscalmente por aproximadamente $ 140.000” y siendo dueña de 15 automotores, hasta diciembre de 2009 apareció como deudora “irrecuperable” en el sistema financiero. Su pareja de entonces, Oscar Roberto Dilascio, si se puede decir, corrió mejor suerte: señalado como testaferro del clan, continúa prófugo hasta hoy, como Víctor Alberto Suárez, otro presta nombre.
La fuga de estos integrantes de la banda, se explicó ahora en la causa gracias al testimonio de una testigo de identidad reservada, clave para esta segunda etapa de la instrucción. Sus dichos, le permitieron el juez ordenar seguimiento de las comunicaciones telefónicas, descubrir las operaciones de “la Chancha” desde el hospital e identificar a seis nuevos integrantes del clan delictivo. Entre ellos a Hernán Horacio “Memo” Lazarte, un policía de la División de Transporte de Tucumán que habría actuado como “campana” para el clan.
El 26 de junio de este año, Marcelo Manca (uno de los últimos seis procesados con prisión preventiva) marcó el teléfono de Lazarte.
—“Una camioneta gris, Berlingo gris me ha seguido hasta la casa” —, le dijo. Pasados unos minutos de cavilaciones, Lazarte consultó con unos colegas, y le confirmó que los que lo vigilaban no eran “milicos” (de Tucumán); pero como no lo notó tranquilo le sugirió estar atento.
—Si la ves de vuelta anótale la chapa patente y decime yo la saco por aquí para ver de dónde—, apuntó el policía. En breve, Lazarte se comunicó con la confirmación: la camioneta era de la Policía Aeroportuaria.
En los procesamientos, al describir la situación del policía, Poviña remarcó el “vínculo personal y telefónico” del clan Ale con integrantes “de la Policía de la Provincia de Tucumán y de la Gendarmería Nacional Argentina, quienes al procurarles su colaboración e información, obstruyeron el debido accionar policial y judicial”. Y entre las consecuencias mencionan las citadas fugas, y la información con la que contó “la Chancha” al momento de su internación.
El juez citó a la testigo protegida: “Hay un gendarme que es concuñado de Fabián González, quien se encuentra casado con la hermana de Julia Piccone, esposa de Fabián González, y quien le anticipara los allanamientos que iban a realizarse y recuerda que (…) ya tenía conocimiento Rubén Ale y Fabián González, pero no quisieron avisarle a la Jesús Rivero y si le avisaron a Carlos Alberto Suárez”. Todos los nombrados en este párrafo, figuran entre los 19 procesados.
María Jesús Rivero.
“El Mono” Ale y los nuevos procesados
El hermano mayor del clan al que Susana Trimarco vinculó con el secuestro de su hija, “el Mono” Ale fue ahora señalado por el juez como el otro cabecilla de la banda. “Estaríamos ante un numeroso grupo de sujetos, con una organización estable y planes criminales diversificados, cuyo origen data al menos del año 2002 y que continuarían ejecutándose en la actualidad bajo el mando de los hermanos Rubén Eduardo y Adolfo Ángel Ale”, apuntó el magistrado y recordó que estarían dedicados a lavar dinero proveniente de la trata de personas y la presunta producción y comercialización de estupefacientes.
Ante la AFIP, el “Mono” declaró que se dedica al asesoramiento de empresas y el cultivo de caña de azúcar pero del análisis realizado por los fiscales surge que “las ventas no llegan a cubrir los costos más importantes de la firma” aunque sus deudas disminuyeron, durante la investigación. Integra con su mujer Andrea Acosta (también procesada) “Points Limits S.R.L.”, una empresa de juegos de azar con cinco locales habilitados en La Cocha, Alberdi, Aguilares, Concepción y la capital tucumana, que les habría servido de pantalla.
En los allanamientos, realizado en octubre de este año, en la casa que “el Mono” tienen en la capital tucumana y las fincas La Mista y La Encrucijada, en el departamento de Leales, en la misma provincia, los investigadores encontraron con un gran número de armas no declaradas -“una Block, con munición en recamara”, una “Winchester Proof Steel”, “una pistola Smith y Wesson”- y cientos de municiones. Y de los dichos de la testigo protegida, luego corroborados en las escuchas, se desprende que Carlos Ocampos “Ututo”, también procesado, se refiere al hermano mayor de los Ale como “jefe”. “Ututo” es señalado en la investigación, como encargado de “manejarle los aprietes al Mono Ale” por “temas vinculados a la droga, deudas de plata, autos, y también por los pókeres., donde le fían dinero a la gente para que jueguen y después cuando no puedan pagarles le van a cobrar a la fuerza”. Y, según los dichos de la testigo, que a él “el Mono” le habría encargado que “maten al Dr. Gonella” y por eso “Ututo” y Mariano “el tuerto” concurrieron al edificio de los Tribunales Federales de Tucumán, sabiendo que allí estaría Gonella”. Sobre las amenazas, no hay más datos en el procesamiento.