El sector de epidemiología del Hospital Militar de Campo de Mayo fue el lugar donde, entre 1976 y 1980, mantuvieron cautivas a ocho mujeres hasta el momento del parto. Eran ingresadas como NN y después de parir se les quitaba a su hijo para ser llevadas nuevamente a los centros clandestinos. Estas son sus historias.
“¿Recuerda cómo era físicamente?” La pregunta del abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Iud, se repitió con cada uno de los testigos del juicio oral y público por la apropiación de ocho menores en Campo de Mayo que aseguraron haber visto o atendido a mujeres embarazadas detenidas ahí. En el debate, que se realiza frente al Tribunal Oral en lo Federal N° 6, se juzga la apropiación de ocho menores. Desde los partos, sus mamás permanecen desaparecidas y cinco de ellos, también. Los otros tres recuperaron su identidad en los últimos seis años.
En este juicio, un desprendimiento del juicio por Plan Sistemático de Apropiación de Menores, hay cinco imputados. Dos militares, Reynaldo Bignone y Santiago Omar Riveros; dos médicos, Norberto Atilio Bianco y Eugenio Raúl Martín, y la obstetra, Luisa Yolanda Sala de Arroche de García. Durante los años de la dictadura, todos ellos detentaron distintos roles en la mayor guarnición militar del país, en la que el sector de “epidemiología” del Hospital Militar sirvió como el lugar para mantener a las mujeres cautivas hasta el momento del parto. En ese centro estuvieron Marta Álvarez, Liliana Isabel Acuña, Susana Strizler, Silvia Quintela Dalla Lasta, Miriam Ovando, Mónica Masri, Valeria Belaustegui y María Eva Duarte.
“Lamentablemente, ni usted ni yo vamos a saber el destino de sus hijos” le dijo el dictador Jorge Rafael Videla al médico Oscar Gutiérrez cuando este lo fue a ver para preguntarle por el paradero de su hijo Oscar y su nuera Liliana Isabel Acuña. Los dos eran militantes de la columna “oeste” de Montoneros y vivían en una casita de San Justo que les había regalado la familia de Oscar. Ahí fueron secuestrados el 26 de agosto de 1976 por el Ejército. Liliana Isabel tenía 24 años y estaba embarazada de cinco meses. Lo declaró su suegra Vilma Sessarego, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, ante la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP) al retorno de la democracia. La familia Gutiérrez supo que el embarazo había llegado a término y durante años creyeron que había nacido un varón. En febrero de este año supieron que era una mujer: Valeria. La joven creció convencida de que era hija biológica de un matrimonio conformado por un comisario de la policía bonaerense y una ama de casa. Hace dos años una prima le dijo que era adoptada y ella se acercó a Abuelas. El ADN comprobó su identidad. Su pelo negro azabache y su sonrisa amplia la asemejan a su mamá de un modo asombroso. Valeria no sabe exactamente dónde nació, pero sí que fue en algún lugar de la zona IV. Tampoco dónde están sus papás que, al igual que sus tíos maternos, permanecen desaparecidos.
Marta Álvarezy Francisco Hugo Mena tenían un hijo, Gastón, de seis años, cuando fueron secuestrados en abril de 1976. Ambos eran militantes de Montoneros. Cuando se la llevaron ella estaba embarazada de entre siete y nueve meses y durante su cautiverio en Campo de Mayo fue violada y torturada. Durante los vejámenes le dijeron, entre otras cosas: “así que ustedes quieren hacerle la revolución a don Videla”. El 6 de mayo los fusilaron en un predio de Ezeiza. Entre el día que la secuestraron y el que le reventaron el cráneo, Marta tuvo a su bebé. “No se sabe si un nene o una nena, pero sí que lo busca su hermano Gastón”, dijo la fiscal ad hoc, Nuria Piñol, durante los alegatos. Después de ser fusilados llevaron sus cuerpos al cementerio de Avellaneda. El de Francisco fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en 2009. Estaba en una fosa común, el de Marta se supone que también está ahí, pero aún no fue identificado.
Flaquísima y de rasgos angulosos, Susana Stritzlertenía 21 años cuando fue secuestrada en diciembre de 1976. Su extrema delgadez hacía aún más evidente la panza de ocho meses que tenía cuando se la llevaron de su casa en Boulogne. A bordo de un camión del Ejército la trasladaron hasta el centro clandestino de detención “El Campito”, ubicado en Campo de Mayo. A Carlos Castro, su pareja, padre del bebé y militante de Montoneros como ella, lo asesinaron en el operativo delante de Susana. En enero de 1977 Susana parió a un varón. Sólo se lo dejaron tener en brazos unos 10 o 15 minutos y se lo sacaron con la promesa de que se lo iban a entregar a sus papás. La situación fue atestiguada por Griselda Fernández, una sobreviviente del campo de exterminio. El bebé nunca fue entregado a los Strizler y continúa desparecido, al igual que Susana.
Un día caluroso de febrero de 2010 Francisco Madariaga Quintela supo quién era. Se lo dijo el psicólogo de Abuelas de Plaza de Mayo. También le contó que su papá era Abel, el secretario de la organización y que siempre lo había buscado. Francisco también supo que su mamá se llamaba Silvia Quintela Dalla Lasta, que era médica y estaba haciendo la residencia en el Hospital de Tigre cuando la secuestraron. Tenía 28 años, estaba embarazada de cuatro meses y junto a su compañero, también eran militantes de Montoneros. Estuvo detenida de forma ilegal durante seis meses en El Campito. Dio a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo, donde le hicieron una cesárea. A la semana la trasladaron. Silvia estuvo detenida en el área de Epidemiología y desde entonces permanece desaparecida. Su hijo fue entregado a un matrimonio conformado por un teniente del ejército que para inscribirlo recurrió a un certificado firmado por Arroche.
Junto a Francisco y Valeria Gutiérrez Acuña la tercera de los nietos recuperados por Abuelas cuyos casos son juzgados en este debate es Laura Catalina de Sanctis Ovando, la hija de Miriam Ovando y Raúl de Sanctis.
Miriam y Raúl eran rosarinos, pero fueron secuestrados en el norte del conurbano bonaerense, en la zona IV. Eran militares de Montoneros. No hay datos claros sobre cómo fueron secuestrados., tampoco sobre el lugar sobre su detención, pero sí que fueron torturados y que ella dio a luz en el Hospital Millitar de Campo de Mayo, donde tuvo una nena. Después la llevaron a un centro en Escobar donde escribió una carta a sus padres y hermanos en la que les pidió que cuidaran a Laura Catalina, pero la nena no les había sido entregada. Se las habían dado al militar Carlos del Señor Hidalgo Garzón, recientemente condenado a cadena perpetua por los hechos convertidos en La Cacha. Garzón tenía pleno conocimiento sobre quien era la menor. En 2008 cuando el esposo de Laura Cataliana le preguntó qué había pasado con Miriam, él le dijo que había “volado el paquete”, dando a entender que había sido arrojada en los vuelos de la muerte. Ella y René permanecen desaparecidos.
A los 21 años Mónica Masri dividía su tiempo entre militancia política en la Juventud Peronista, su trabajo en un laboratorio en Martínez, y la convivencia con Carlos Roggerone, su pareja. Él trabajaba en una tintorería industrial y militaba con ella en la JP. El 12 de abril de 1977 se los llevaron encapuchados de su departamento en el norte de la Capital Federal y fueron vistos por varios sobrevivientes en Campo de Mayo. Clara Jurado, la madre de Carlos, sabía que su nuera estaba embarazada de entre dos y tres meses. Ella y el padre de Mónica intentaron encontrarlos, pero no tuvieron suerte. A 37 años de su secuestro, Mónica y Carlos siguen desaparecidos, como él o la bebe que debió nacer entre octubre y noviembre de 1977.
La enfermera Ofelia Martínez reconoció a Valeria Belaustegui Herrera como una de las jóvenes detenidas que parió en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Tuvo un varón que nació en diciembre de 1977. Ella y su esposo, Ricardo Waisberg, militantes del PRT-ERP, habían sido secuestrados en mayo de ese año, en San Antonio de Padua. Con ellos se llevaron a Tania, la hija de 15 meses de ambos, a la que dejaron abandonada poco después y recuperada por sus abuelos. Valeria y Ricardo tenían 24 y 29 años y fueron vistos en “El Campito”. Después del parto a Valeria la habrían envuelto en una sábana y tirado viva al Río de la Plata. Era hija de la escritora, periodista y poeta, Matilde Herrera. La mujer, una activa militante contra la última dictadura militar y miembro de Abuelas de Plaza de Mayo, también perdió durante esos años a sus otros dos hijos, José y Martín, y sus dos nueras, Electra y Cristina, que también estaba embarazada. Todos permanecen desaparecidos.
Hasta el 9 de septiembre de 1977 María Eva Duartey Samuel Aranda tenían dos hijos juntos, una militancia en Montoneros que los apasionaba y un embarazo que los llenaba de ilusión. Ese día los secuestraron. A ella, que tenía 22 años, se la llevaron de su casa de Los Polvorines y a él de la fábrica en Munro donde trabajaba. Los trasladaron a Campo de Mayo donde, entre abril y mayo de 1978, María Eva habría tenido un varón. Los tres están desaparecidos.
El curso del juicio
El próximo miércoles el debate cerrará la etapa de alegatos con la exposición de los defensores de Bignone, Riveros, Bianco, y Sala de Arroche García. Luego vendrá la etapa de réplicas y dúplicas, últimas palabras y la condena.