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Se tomó con sus dos manos de la tarima, echó un poco el torso hacia atrás y sonrió. Pareció que tomaba tiempo para medir el peso de la pregunta que le acababan de hacer. “Ustedes habrán leído las opiniones de los ministros. Por suerte tenemos una composición donde cada uno tiene sus opiniones. El tema es poder conducir la diversidad hacia algunos consensos básicos”, djio el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, antes de terminar de responder sobre si consideraba que debía completarse inmediatamente la vacante que dejará Raúl Zaffaroni. Después citó la Constitución y la legislación vigente. Finalmente dijo que “la Corte, institucionalmente, no puede opinar sobre la necesidad o no de cubrir la vacante”. Esa frase cerró el almuerzo organizado en el Hotel Alvear por el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP), donde se reúne lo más selecto del empresariado que opera en la Argentina.

Fue la última de cinco preguntas seleccionadas por los organizadores. Las otras tenían peso pero ninguna como esa. Sobre todo después de que en los últimos días los ministros Carlos Fayt y Elena Higthon consideraron que la Corte Suprema debía funcionar con cinco integrantes.  “Primero hay que leer la Constitución y la ley. La ley establece que hay cinco miembros, por lo que hasta fin de año no hay ninguna cuestión que discutir. Cuando se produce una vacante, la Constitución dice que el Presidente puede nominar o no. Nosotros sobre eso no tenemos nada que decir porque es una decisión de otro poder del Estado. El Congreso puede aprobar o no una nominación porque es otro poder del Estado”, dijo Lorenzetti entre el principio y el final de su respuesta, que fue extensa.

“Dependerá mucho de los otros poderes del Estado  y de lo que la sociedad opine. Pero la Corte, institucionalmente, no puede opinar sobre la necesidad o no de cubrir una vacante. Cada uno debe cumplir con su deber. Nuestro deber es que si no cubren la vacante tenemos que trabajar igual porque tenemos que responder a la sociedad”,  completó.

En la mesa principal, donde Lorenzetti se sentó para almorzar,  lo observaba el presidente del CICyP y cabeza de la Corporación América, Eduardo Eurnekian, quien ofició de anfitrión. A su lado se encontraba casi todo el Grupo de los Seis: Carlos De la Vega (Cámara Argentina de Comercio), Héctor Méndez (Unión Industrial Agentina), Luis Etchevehere (Sociedad Rural), Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio) y Gustavo Weiss (Cámara Argentina de la Construcción). Sólo faltaba Jorge Brito, de la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (Adeba). Todos ellos aún debaten si corresponde avanzar con el pedido de insconstitucionalidad Ley de Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo (26.991), que reemplazó a la vieja Ley de Abastecimiento.

En las otras también se acomodaban los empresarios, o sus representantes, que tienen capacidad de moldear la economía local: Santiago Soldatti, Marcelo Figueiras (Laboratorios Richmond), José Ignacio De Mendiguren (que desde la UIA llegó al Congreso de la mano del massismo), entre otros. También, entre la veintena de mesas con unas diez personas cada una, estaban los ejecutivos de Pan American Energy, Bodegas del Fin del Mundo, Grimoldi, Berkley Seguros, Galeno, Banco Galicia o el Hotel Panamericano, que esponsorearon el evento con participaciones de entre 5 mil (categoría Plata) y 28 mil pesos (Doble Diamante).

Antes de la pregunta sobre la integración de la Corte Suprema, un tema que está en la cabeza de los empresarios, lo consultaron sobre la denuncia del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de que existía un "acuerdo tácito" entre miembros de la Corte Suprema y la oposición "para impedir la designación" el nombramiento de un nuevo ministro. “No tengo nada que decir. Es una opinión del jefe de Gabinete. Cada uno tiene derecho a opinar”, respondió Lorenzetti y evitó el enfrentamiento.

Esa frase cabalgaba sobre buena parte del discurso que había dado una hora antes frente a los empresarios. Les habló de la necesidad del consenso, de buscar el equilibrio y de “crear ámbitos de discusión que no dependan de incentivos electorales”. Todo eso fue destacado por varios empresarios.

Ninguno de ellos quería aparecer con nombre y apellido en ninguna crónica periodística. Mucho menos cuando festejaron una frase que leyeron entre líneas sobre las “fricciones” que se produce cuando la Corte toma decisiones.

“Nosotros cambiamos lo que venía de la Corte anterior que no tomaba los temas que interesan a la sociedad. Nosotros intervenimos en la agenda pública y eso genera fricciones pro no es malo. Son las que producen el progreso”, dijo Lorenzetti y detalló que “otras Cortes” también tuvieron fricciones como ocurrió en Egipto, Estados Unidos o Colombia. “Nada es gratuito, también se los acusó de querer ser presidente pero todo eso pasa”, agregó. Muchos sonrieron en entre las mesas.

Pero también les planteó la necesidad de ser altruistas y metió un punto que generó cierto grado de debate. “Cuando uno ve  qué hace la gente ve que se ocupan de cuestiones altruistas, fuera de su trabajo, en tiempo adicional. Unos luchan por las ballenas, otros van a los hospitales a asistir, otros meditan por salvar el planeta, otros luchan por los nietos desaparecidos, las madres que se ocupan del paco. Este es un perfume que hay que oler. Eso hay que promoverlo y todos ustedes pueden hacerlo  y tienen una gran responsabilidad”. La pelota quedó picando. No la recogió nadie.  

Sobre el final, Eurnekian habló del discurso de Lorenzetti. “Me quedó claro el mensaje de participación y de no dejarse manejar”, dijo desde el escenario.

-¿Y sobre la necesidad de ser altruistas?, preguntó Infojus Noticias, ya con el encuentro finalizado.

-Eso déjalo para Cristo. Yo hago altruismo con lo que hago.

"Hay que elegirlo"

Unas horas antes, el ministro de la Corte Carlos Fayt también se había mostrado favorable a que el máximo tribunal funcione “con cinco miembros”. Sobre el reemplazante de Zaffaroni, explicó: "No tenemos a quién, hay que elegirlo".

En la entrevista con Radio del Plata, también le preguntaron sobre las declaraciones de Zaffaroni, quién había dicho que "la idea de vitalicidad de los funcionarios es más adecuada a los sistemas monárquicos". “Es una opinión personal, yo no la comparto”, respondió Fayt.