El actual diputado por la UCR declaró sobre la denuncia que presentó cuando era encargado de Investigaciones de la Oficina Anticorrupción, en 2000. El juicio es por las refacciones que la ex Secretaria de Medio Ambiente hizo en la sede de esa área: las obras le costaron al Estado dos millones de pesos. Está acusada de administración fraudulenta.
Minutos después de su declaración en el sexto juicio contra la ex funcionaria María Julia Alsogaray, el actual diputado nacional de la UCR, Manuel Garrido, se quedó con ganas de contar algunas de las tantas anécdotas de su paso en la Oficina Anticorrupción (OA). “Esto es una berretada, la pared la hicieron con cualquier cosa”, imitó, mientras golpeaba una pared, al arquitecto que inspeccionó la Secretaría de Recursos Naturales en 2000. Alsogaray está acusada por administración fraudulenta durante su gestión de 1995 1998. Garrido, último testigo del juicio, declaró este mediodía ante el Tribunal Oral Federal 6 de Comodoro Py.
El debate comenzó pasadas las 10 de la mañana y la cumbia estallaba en la sala del subsuelo de los tribunales de Retiro. La música provenía de la calle: una veintena de militantes de izquierda reclamaban con banderas y carteles la libertad del referente de la agrupación Quebracho, Fernando Esteche, detenido hace un año por participar de un escrache contra el ex gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch.
Con una camisola color crema y flores grandes, María Julia se sentó en la tercera fila. Adelante suyo estaban los otros dos imputados: su ex mano derecha, Enrique Kaplan, y el ingeniero Santiago Bignoli, encargado junto a su padre Arturo de las refacciones del edificio de la calle San Martín al 400. Las obras le costaron al Estado dos millones de pesos/dólares. Bignoli padre, de 94 años, fue apartado del juicio por problemas de salud.
Garrido explicó el funcionamiento de la Oficina Anticorrupción mientras él era director del área de Investigaciones, en 2000. A principios de ese año, un artículo periodístico de Julio Nudler en Página/12 disparó la investigación en el organismo nacional.
El testigo, pedido por la fiscalía y las defensas de Bignoli y Kaplan, contó que la Auditoría General de la Nación (AGN) investigó algunos contratos ordenados por María Julia y que la OA avanzó examinó otros. De ese peritaje, se descubrieron sobreprecios del 344 por ciento en contratos adjudicados a dedo de la Secretaría. Respecto a la relación de los Bignoli con María Julia, Garrido afirmó: “Era manifiesto que tenían una relación personal”. Y marcó la coincidencia entre la sugerencia de los Bignoli y las empresas que obtuvieron las licitaciones a mediados de los ´90.
Debido a las insistencias de la fiscalía, Garrido aclaró que no fue él el que llevó adelante la investigación contra las irregularidades de las obras, sino el coordinador Marcelo Colombo. Mientras Garrido hablaba, algunos abogados leían mensajes en su teléfono celular, otra defensora comía galleta de arroz. En mitad de la audiencia, se escuchó el ruido de un helicóptero y durante segundos nadie habló: “Entre la música y el helicóptero, estamos complicados”, dijo alguien. El policía de siempre, encargado de la seguridad del debate, sonrió desde el final de la sala.
Los jueces Julio Panelo, María del Carmen Roqueta y José Martínez Sobrino anunciaron que el próximo jueves serán las últimas indagatorias de los imputados. Y a principios de febrero de 2015, los alegatos de la fiscalía, defensa y de la querella.
En un momento de su exposición, Garrido aprovechó para quejarse del retraso de la instrucción en la investigación. Al final del testimonio, la jueza Roqueta le pidió confirmar la nota periodística a la que había hecho referencia. El secretario del tribunal le acercó una carpeta de un amarillo gastado. Garrido empezó a hurgar en su maletín negro. “Estoy buscando mis anteojos, hace quince años no los necesitaba”, dijo. Después de su declaración, en el pasillo del subsuelo, Garrido dijo a Infojus Noticias: “Pasó mucho tiempo, es un absurdo”.
Por su labor actual como diputado, Garrido había pedido declarar por escrito. En principio, el TOF resolvió trasladarse hasta el Congreso para tomarle declaración, pero finalmente el testigo se acercó a los tribunales de Retiro. Cuando terminó de declarar, el diputado salió de la sala y miró su reloj. Tenía que irse rápido para llegar a una reunión de comisión en Diputados. María Julia, meintras, subía al primer piso mientras un empleado judicial con una camiseta de River Plate la seguía con la mirada. A lo lejos, todavía se escuchaba la cumbia de la protesta callejera.