Anoche se allanaron 32 departamentos de los llamados "privados" que funcionaban como prostíbulos. La mayoría se encontraban en el centro de la ciudad. Había un total de 40 mujeres. Investigan una red de trata. Hay seis detenidos.
En una casa antigua típica del centro porteño, a la que se accedía subiendo una escalera y pasando el visto bueno de una cámara de seguridad y un curioso detector de metales, cuatro mujeres -dos argentinas, una dominicana y otra paraguaya- eran víctimas de explotación sexual. El escenario se repetía en una treintena de lugares. Mientras la ciudad se preparaba para votar, el Programa Nacional de Rescate intervino en 32 allanamientos en distintos departamentos “privados” en la Ciudad de Buenos Aires, junto con el Área de Delitos y Sumarios de la Policía Metropolitana y la Prefectura Naval Argentina. La mayoría de los “privados” estaban concentrados en el microcentro porteño y la zona del Once/Abasto. En el operativo se encontraron 40 mujeres, de distintas nacionalidades, posibles víctimas de trata.
En la casona del centro, la música que ambientaba el lugar salía de parlantes de computadoras pegados, de manera rústica, a la pared. En las habitaciones, iluminadas con una luz azul turbia, la humedad parecía ser parte del decorado minimalista: cama, mesa de luz y un rollo de cocina. Ayer a la noche, cuando llegaron las profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, dependiente de la Secretaría de Justicia de la Nación, las mujeres dijeron que vivían ahí, pero, por ejemplo, sólo una tenía las llaves de la vivienda.
La dirección del lugar, a media cuadra de calle Corrientes y a la vuelta del shopping Abasto, era promocionada en volantes de oferta sexual, esos que algunos muchachos pegan en teléfonos públicos, paradas de colectivos y containers de basura. “Nivel VIP: 2 x 100”, anunciaban en los volantes unas letras rojas acompañadas de dibujos de gatitos.
Las fuerzas de seguridad detuvieron a seis personas, según informaron fuentes de la investigación a Infojus Noticias. Se sospecha que los detenidos eran miembros de la organización que investiga el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número 4, a cargo de Ariel Lijo, quien ordenó los allanamientos que empezaron a las 20 de ayer y terminaron en la madrugada de hoy. Al cierre de esta nota, la Justicia se preparaba para escuchar el relato de las posibes víctimas.
La Justicia investiga una posible conexión en los 32 lugares allanados. Los datos que se desprenden de distintas escuchas telefónicas sugieren que se trata de una organización que actuaba en distintos departamentos.
Todos los “privados” eran viviendas acondicionadas para la explotación sexual que convivían en lugares céntricos con negocios y viviendas familiares. En uno de los lugares allanados, un departamento en primer piso de la zona de Once, mientras la policía inspeccionaba, secuestraba documentación, abajo en un patio un grupo de vecinos comía un asado y discutía a viva voz su voto de hoy. Arriba, las cuatro mujeres rescatadas esperaban su traslado a un lugar seguro.
En los departamentos allanados, cada cuarto del lugar había sido convertido en habitación. En las cocinas no había ollas ni comida y las heladeras estaban casi vacías. La mayoría se encontraba en estado de extremo deterioro. En algunos, la suciedad era excesiva. Casi todos tenían cámaras de seguridad de excelente calidad que monitoreaban la entrada y daban el visto bueno para el ingreso de clientes por medio de un portero eléctrico.
En muchos había cuartos con casilleros como lockers. Las mujeres guardaban allí sus pertenencias: ropa interior, profilácticos, zapatos. Los “privados” funcionaban las 24 horas.
En la mayoría de los allanamientos, como primera respuesta ante la intervención, las mujeres declararon ser locatarias del lugar y ejercer libre y autónomamente la prostitución. Esta es una de las modalidades de las redes de trata para la explotación sexual. Los miembros de las organizaciones las obligan a pagar los alquileres y responsabilizarse de los lugares aunque no sea bajo su propia voluntad. Los proxenetas están preparados ante eventuales allanamientos y adoctrinan a las mujeres con respecto a lo que tienen que decir cuando son consultadas por los equipos profesionales y la Justicia.
Como en la mayoría de los prostíbulos o privados, a las mujeres se les retenía parte del valor de “los pases” -como se nombra en la jerga al acto de pagar para tener relaciones sexuales-. Y también se las obligaba a pagar las deudas que contraían por alojamiento y alimentación.
La investigación se activó en el mes de diciembre de 2012 a partir de una denuncia recibida en la Línea 145 del Programa Nacional de Rescate dirigido por Zaida Gatti. La que llamaba era una arrepentida. La mujer, que trabajaba como recepcionista en uno de estos departamentos privados, denunció la existencia de una organización que se dedicaría a la explotación sexual de mujeres, en su mayoría de nacionalidad extranjera, quienes eran reclutadas y engañadas en sus países de origen. También mencionó que la organización se dedicaba a la venta de drogas.
La denuncia anónima se judicializó, preservando la identidad de la denunciante, con la intervención de la Unidad Fiscal de Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (UFASE). A partir de allí, distintos juzgados de instrucción ordenaron allanamientos en algunas de las direcciones denunciadas, pero cada vez que intervenían el resultado era negativo. Encontraban, por ejemplo, una señora tomando el té. O cuando daban con alguna posible víctima de trata y ella decía que estaba bajo su propia voluntad, los jueces creían ese relato, a pesar de que las profesionales del Programa de Rescate reportaban que las víctimas estaban aleccionadas y que las contradicciones en sus discursos se correspondían con una situación de coacción. Las intervenciones anteriores habían sido frustradas hasta el megaoperativo de este fin de semana.
Todos los lugares estaban inmersos en la urbanidad de Buenos Aires. Rodeados de paradas de colectivos, taxis, shoppings, teatros y restaurantes. Mientras allanaban uno de los lugares del Abasto, a menos de dos cuadras, miles de jóvenes disfrutaban de un Festival de música que duró todo el día en Ciudad Cultural Konex. Pocos -o ninguno- habrán imaginado que a la vuelta de donde tocaba su banda predilecta había mujeres que estaban siendo víctimas de explotación sexual. Muchos-o todos- vieron en algún poste de luz o un viejo teléfono público, el volante ilustrado con gatitos que promocionaba el lugar.