Melina Romero estuvo desaparecida casi un mes. Ayer encontraron un cuerpo a la vera del arroyo José León Suárez, en el noroeste del Conurbano bonaerense. Por la noche la familia confirmó que se trataba de ella. El año pasado fueron Ángeles y Araceli, y dos años antes Candela. Todas con el mismo final: asesinadas y tiradas en bolsas negras. Los rituales machistas de la violencia tienen algo en común: escenarios, protagonistas e investigaciones deficientes y rastrillajes que no alcanzan.
Hay un cuerpo entre la basura. Otra vez es una nena. Lo tiraron dentro de una bolsa negra de consorcio. Es el de Melina Romero, la chica de 17 años desaparecida hace un mes. La familia reconoció el cadáver anoche en la Morgue Judicial de Lomas de Zamora. Los investigadores decidieron que eso no se hiciera en el lugar donde lo encontraron porque era una zona de muy difícil acceso: un pastizal muy embarrado. La noticia del cadáver de una mujer entre los desechos se repite con lamentable periodicidad: Candela, Ángeles, Araceli. Los rituales machistas de la violencia tienen algo en común: escenarios, protagonistas e investigaciones deficientes y rastrillajes que no alcanzan.
Melina, que se había ido a festejar su cumpleaños a un boliche de San Martín, no estaba en Camino del Buen Ayre y Eva Perón, en Tres de Febrero. Tampoco la encontraron en Avenida Márquez y 201. La denuncia de un vecino que llevó a los investigadores hasta El Talar de los Troncos, en Tigre, dio también resultado negativo. Ayer apareció su cuerpo, y ahora podría develar la incógnita de su desaparición.
La pista apareció donde nadie la buscó: a 100 metros del Camino del Buen Ayre, en el noreste del Gran Buenos Aires, sobre la orilla del arroyo José León Suárez, un desprendimiento del río Reconquista. Estaba a 13 kilómetros del boliche donde la vieron por última vez. Y a 10 kilómetros de donde la principal testigo dijo que fue arrojado en una doble bolsa negra, según aseguró el abogado de su familia.
No la encontraron buzos tácticos, ni perros adiestrados, ni bomberos de distintos distritos, ni tampoco policías. A Melina la vieron dentro de una bolsa “sospechosa” unas mujeres que pasaban por el lugar. La policía llegó después y dio con los restos. A Candela Sol Rodríguez, la nena de 11 años de Hurlingham, tampoco la encontraron quienes la buscaban: dos mujeres cartoneras vieron la bolsa en la que la tiraron. Había estado desaparecida durante nueve días.
Los sabuesos de la policía bonaerense decían que buscaban a Melina “de sol a sol” desde el 12 de septiembre, cuando comenzó el rastrillaje. Pero el sábado antes de las cinco de la tarde la base de operaciones de la búsqueda ya levantaba campamento. En todo este tiempo lo único que encontraron entre las aguas putrefactas fue una cadenita que ni siquiera era de la chica. Y una moto robada días atrás.
Dentro de poco se cumplirá un año del crimen de Araceli Ramos, la chica de 19 años que salió a una entrevista de trabajo y apareció dentro de un bolso tirada en el medio de un descampado. Estaba maniatada con alambres y envuelta en una bolsa de polietileno. Tardaron diez días en encontrarla. Las coincidencias se repiten y demuestran que los casos policiales en los que las nenas son protagonistas no son casos aislados.
La cobertura de Melina, que presentó todos los síntomas de la estigmatización sexista, tuvo durante un mes la atención de país. A los medios les costó entender que Melina era una víctima. Hicieron de ella un identikit policial: la dejaron desnuda frente a su ausencia. Lo mismo había pasado con Ángeles Rawson el año pasado. En los dos casos las cámaras de seguridad fueron clave para la investigación y llegaron rápido a la televisión que las repitió en cadena nacional.
Pistas sueltas
La investigación es un rosario de cabos sueltos y preguntas que nadie puede responder. ¿Quiénes la asesinaron? ¿Dónde pasó sus últimas horas de vida? Hay una verdad: a Melina la mataron en la intimidad. Los crímenes de mujeres son, en su mayoría, en la privacidad. Sus cuerpos emergen en la escena pública para decir algo.
“Si al abrigo del espacio doméstico el hombre abusa de las mujeres que se encuentran bajo su dependencia es porque puede hacerlo. Es decir: porque ya forman parte del territorio que controla, el agresor que se apropia del cuerpo femenino en un espacio abierto, público, lo hace para mostrar que puede”, dice Rita Segato cuando analiza los crímenes de las mujeres de Ciudad Juárez, en México.
“No quiero que haya más Melinas”, dijo Rubén, el papá de la chica cuando se enteró que encontraron un cuerpo que podría ser el de su hija. El año pasado hubo 19 “Melinas” en todo el país: chicas de entre 13 y 18 años asesinadas en manos de verdugos varones. El caso de la adolescente de Ciudad Jardín se sumará al listado de femicidios de 2014.
Melina vivía en una casa gris sin terminar rodeada de viviendas residenciales y alpinas con árboles de cuentos fantásticos. Este último tiempo un ejército de enfermeros estaba a cargo de la tranquilidad de la familia: los padres, Ana María y Rubén y sus dos hermanos varones.
Ana María esperó un día entero a que su hija volviera del festejo de su cumpleaños. El lunes 25, cuando empezó a desesperarse, pegó carteles con su foto y fue hasta la comisaría de San Martín. Le dijeron que no le podían tomar la denuncia. En otra dependencia de El Palomar pudo radicar la desaparición.
La búsqueda estuvo en pausa durante diecisiete días hasta que la familia encabezó una marcha en la plaza de Martín Coronado, donde Melina solía juntarse con sus amigos y ex compañeros del boliche.
Figuritas repetidas
Con la vorágine del caso, un abogado mediático se acercó a la familia de Melina: Marcelo Biondi, el ex socio de Miguel Ángel Pierri. Las figuritas se repiten: Biondi acompañó la defensa de Jorge Mangeri, el acusado del crimen de Ángeles Rawson.
Por ahora las pistas sueltas de la investigación por Melina sólo las pueden hilvanar los cuatro detenidos por el caso: Joel el “Chavito” Fernández de 20 años; Javier “Pelado” Rodríguez, de 44; Elías "Narigón" Fernández, de 18; y un adolescente de 16 años. La fiscal de San Martín, María Fernanda Billone, los acusa por homicidio doblemente agravado por violencia de género y la participación de tres o más personas.
A Melina la Justicia siempre la buscó muerta. Fue por el primer testimonio que estructuró la causa. “Chavito” Fernández fue uno de los primeros detenidos. El joven aparece en las cámaras de seguridad de "Chankanab" el día anterior a la desaparición de la chica. En la declaración que le tomaron en la comisaría –según su defensa, bajo torturas y amenazas- “Chavito” se quebró y contó que el “Narigón” Fernandez mató a Melina a golpes. Después, dijo que arrojaron el cuerpo al arroyo Morón en el cruce de Ruta 8 y Camino del Buen Ayre, a doscientos metros de la casilla.
También detuvieron al adolescente de 17 años que en los videos de las cámaras de seguridad se lo ve besando a la víctima en la puerta del boliche. El viernes la jueza de Garantías del Joven de San Martín, María Eugenia Arbeletche, ordenó su liberación. Ese día el chico cumplió 18 años. Pasó de ser F. en la causa, a ser Fernando.
Además de los detenidos, el caso tiene una testigo clave. Los medios la presentaron como “la arrepentida”. La chica, cuya inicial es M., es una adolescente de la misma edad de Melina que apuntó contra tres de los detenidos y contó que vio cómo atacaron a golpes a la chica en una fiesta. La chica dijo que Melina y tres de los acusados salieron la madrugada del sábado 24 de agosto de “Chankanab" y fueron a la casa del chico de 16 años a “hacer tiempo”. Después caminaron hasta la casilla del “Pelado”. Allí, según el relato, consumieron drogas y bebieron alcohol hasta el lunes. La testigo habló el 16 de septiembre ante la fiscal de San Martín María Fernanda Bellone después de haber presentado una denuncia por amenazas vinculadas la causa en la seccional tercera de Villa Bosch.
A los pocos días de su testimonio, el abogado del “Chavito” presentó una carta que M. le habría escrito de puño y letra a Chavito. “Se que no violaste ni mataste, pero aunque te duela tenes que decir la verdad” (sic)", dice el texto.
El 18 de septiembre encontraron al quinto detenido, apodado "Narigón”. La testigo de 17 años lo señaló como el asesino al igual que "Chavito". La jueza Arbeletche resolvió que el adolescente de 16 años acusado por el homicidio de Melina continuará detenido con prisión preventiva en el Instituto de Menores de La Plata. Fue ayer en una audiencia en la que participaron el defensor del imputado, Jorge Novarese, y el fiscal del Fuero Penal de Responsabilidad Juvenil Mateo Guidoni, que quedó a cargo de la causa tras la separación de Fabián Hualde.
Según Biondi, el testimonio de M. "ubica a Melina en el templo" umbanda, o sea en la casa de este adolescente de 16 años preso y ahí es donde se la "agredió, fue sometida sexualmente y luego se le dio muerte". La madre del menor de edad detenido jura que su hijo es inocente. “A partir de hoy no creo más en la Justica”, dijo y abrió la puerta de la supuesta escena del crimen para que los periodistas vean con sus propios ojos su teoría: que el testimonio de M. es falso. Hoy están previstas pericias de ADN de algunos elementos secuestrados.
Colaboraron: Sebastián Ortega y Pablo Waisberg