José Federico “Pipo” Westerkamp murió ayer a los 96 años. Fue un destacado científico y una pieza central en el movimiento de derechos humanos. Formó parte de la APDH, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y uno de los fundadores del CELS.
Alto, serio, mirada penetrante. Muchos viejos militantes de las organizaciones de derechos humanos, aquellos de las primeras rondas de los jueves, recuerdan a ese hombre que marchó con las Madres durante la dictadura. Como ellas, José Federico “Pipo” Westerkamp se había puesto a militar por uno de sus tres hijos. En su caso, por Gustavo, que era miembro del PRT-ERP y que estuvo detenido siete años en cuatro cárceles diferentes. Ni un día más ni uno menos: del 21 de octubre del ’75 al 21 de octubre del ’83. El trajinar por el la situación de su hijo lo transformó en una figura central en el movimiento de derechos humanos en la Argentina. Por si fuera poco fue un destacado científico. Su cuerpo de 96 años ayer dijo basta. Desde hoy descansa en el cementerio de la Chacarita.
La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) se fundó en el ’75. Pipo y su mujer, Ángela Muruzábal, habían llegado al organismo a través de Esther Ballestrino de Careaga, una madre desaparecida en la iglesia de la Santa Cruz. También participaron de la creación de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que ya en el ’76 funcionaba de manera informal. Y luego sería uno de los fundadores del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), con Emilio Mignone y Augusto Conte.
Como miembro de la entidad participó –viajando al interior- de la confección de las primeras listas de desaparecidos. “Si los familiares podían ir donde estábamos nosotros, les tomábamos los datos. No siempre era así. Me acuerdo de la primera visita a Córdoba, porque nadie quería hacerla”, comentó en una de sus últimas entrevistas. No fue la única lista que hizo: confeccionó las primeras listas de científicos desaparecidos. También entregó a la justicia decenas de habeas corpus, toda una actividad de riesgo en aquellos años.
En 1981 lo detuvieron, como a varios miembros de la comisión directiva del CELS. Un comisario le dijo a “Pipo” que los habían llevado allí porque ellos tenían los planos de los centros clandestinos. “Nos inventaron eso. No había motivo para que nos detuvieran. No nos golpearon, al menos”, dijo. Estuvieron cinco días en Coordinación Federal. La presión de la prensa extranjera logró que los liberaran. Al poco tiempo lo detuvieron de nuevo. Fue cuando visitó a Gustavo en el penal de Rawson y habló en contra de un juez. Unos días más a la sombra.
“Pipo” fue también un gran científico. Era doctor en Química y Física. Y se le reconocen dos grandes logros científicos, precursores en la materia: los relacionados con el láser y con las microondas. Contribuyó a la formación de la Asociación de Física y la Sociedad Científica Argentina. Fue un militante en advertir de los riesgos del uso de la energía nuclear. Y un precursor de la idea de ecología: cuando pocos hablaban del tema, él promovía el uso de energías limpias y el cuidado del medio ambiente.
En 2012 llegó un reconocimiento importante: fue premiado por la Legislatura porteña como Personalidad Destacada de la Ciencia y los Derechos Humanos.
La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el CELS, la APDH y otros organismos expresaron hoy su pesar por la muerte.